TREINTA Y NUEVE.

1.8K 89 1
                                    

Entre risas volvimos a la sala. Pierce deslizó sus manos en mis piernas y me tomó en brazos, haciéndome gritar.

—Me haces sentir como una bolsa de papas. —Solté una risita, junto a él.

—Eres una. —Aseguró, ofendiéndome. Él riendo besó mi cuello, haciéndome estremecer de la risa. Él caminó hasta la sala, avergonzada cubrí mi rostro, pero él no paraba de decir cosas que me hacían reír.

—¿Se olvidaron de nosotros? —Preguntó Brent con burla cuando nos vieron volver. Pierce me dejó en el suelo.

—No, justo por eso estábamos allí. —Contestó con simpleza él, haciéndome sonreír. —Iré por Lou. —Besó mis labios tomando su celular de la mesa.

—No tardes. —Murmuré, ahora nerviosa porque me quedaría sola con sus amigos. Era demasiado.

Respiré.

—Volveré antes de que lo esperes. —Acarició mi hombro, pero dejó sus ojos en sus amigos. —Se comportan, ¿de acuerdo? no toquen nada, no deambulen por la casa, no la hagan sentir incómoda, no le digan nada que no deben decir. —Amenazó él a cada uno, señalándolos. Se puso el abrigo y se fue. —Bonita, si debes echarlos hazlo. —Me indicó, haciéndome reír.

—"Bonita, si debes echarlos hazlo" —Lo imitó Brian acentuando el acento británico de Pierce. Comencé a reír viendo a Harry negar mientras se alejaba.

Ahí comenzaría alguna estrategia para sacarles algo de información.

—¿Desean algo más? ¿Más de esas? —Señalé la cerveza.

—De hecho, si, por favor. —Brent pidió, los demás sonrieron asintiendo, observando cada movimiento de mi parte. Me puse de pie y procuré ir lo más rápido, y buscar cuatro botellitas destaparlas y volver.

—Tienes una casa preciosa. —Dijo Ian, observando.

—Gracias. —Sonreí, sentándome en mi lugar. —Pero no es mía, es de mis padres. —

—Buen punto. —Me señaló Chace.

—¿Visualizas algo así, de grande? —Preguntó Brent.

Enarqué mis cejas. Ellos comenzaron a reír.

—Soy muy grande para tu información. —Me defendí. Ellos reían, asintiendo seguros.

—Me refería a cuando... —Brent pensó, riendo, sin poder explicarse.

—No, no visualizo alto tan material. —Asentí, comprendiéndolo. Miré mi alrededor. —Quizás si grande, pero no muy, y más... acogedora. Tampoco la tendría tan frágil a tal punto de que ningún niño pueda correr porque rompería algo. —Ellos al observar los cristales asintieron.

—¿Te gustan los niños? —Inquirió Ian, con una sonrisa.

—Me encantan. —Asentí. —Odiaría decir "no se muevan, no corran, no caminen, no respiren porque pueden romper algo" —Imité exageradamente a mamá. Ellos rieron, entendiendo mi punto.

—Me encantaría un tour, pero si me pongo de pie Harry lo notará y vendrá a regañarme. —Resopló Ian.

—No creo que lo haga. —Me reí. —Pero temo perder a alguno por ahí. —

—Buen punto. Ian roba toallas de los Hoteles, si ve una aquí se la quedará. —Asintió Brian, haciéndome reír.

—No es cierto. Solo lo hice un par de veces. —Se quejó.

Chace se inclinó contra la mesa.

—Jess... posiblemente también se enoje si se entera que me meto, pero ¿Qué sucede con Harry?

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now