OCHENTA Y TRES.

298 26 0
                                    

—No puedo creer que te hayas llevado a Tati en la última noche de soltera. —Arrojé una almohada a la cara de mi hermano, golpeándolo, mientras le bajaba el volumen a la música. Él soltó una risita.

—Fue la mejor "última noche de soltero" de mi vida. —Sonrió con gusto, sin arrepentimiento...

—Supongo que es tierno. —Esbocé una mueca.

—Levántate, tenemos que irnos. —

—No quiero. —Negué.

—Pues yo tampoco. —Gruñó. —Pero somos hijos de papá. No tenemos más opciones. La diseñadora nos espera.

—Ya, ya. —Bufé. Teníamos un almuerzo "formal y amistoso" con mi familia y el directorio del Hospital en un restaurant en el centro de la ciudad. Si no me equivocaba es el mismo donde cenamos en Año nuevo.

Bajé a donde mamá estaba con la diseñadora. Ella ya maquillada y peinada estaba de pie con una mujer de su edad arreglando su vestido.

Cuando mamá me vio me señaló la cantidad de vestidos que esperaban colgados por mí.

Comencé a mirar uno por uno.

—¿Por qué es tan importante esta reunión "casual"? —Le pregunté a mamá.

Ella sonrió.

—Papá está finalizando un contrato, quiere extender la cadena de hospitales fuera del país.

Me detuve para mirarla un instante.

—¿Y quién lo dirigiría? Es decir, no hay más hijos del abuelo. —

—Nietos sí. —Sonrió divertida. —Es broma, no sé cómo manejaran eso, pero es un negocio de tu abuelo, solo que tu padre está tratándolo. E intentamos que la reunión sea más informal con la familia. —

Continué mirando los vestidos, hasta que tomé un vestido color vino ajustado, recto en el pecho de tirantes y ajustado hasta mis caderas.

—No sé si esto me entre, pero quiero este. —Lo mostré.

—Creo que te quedará ajustado de más. —Contestó la diseñadora a metros. La miré con recelo. —Ya termino con tu madre y sigo contigo. —

Busqué otro, pero me gustaba ese vestido.

Cuando terminó con mamá ella me hizo subir a una pequeña plataforma. Ella lo examinó me miró y luego negó.

—Es pequeño... podríamos buscar otro.

—La verdad me gusta este. —Me crucé de brazos.

—Pruébatelo. —Resopló mamá.

Tomé el vestido y me fui al baño de abajo. Allí me desvestí y me lo puse.

Me quedaba ajustadísimo.

Volví, como si no lo notara.

—¿No es algo... pequeño? —Preguntó mamá.

—Puedo moverme bien. —Respondí, pero gruñí y busqué otro. Entonces encontré uno similar al que había encontrado, su color rojo me hizo sonreír al instante.

—Es corto. —Me detuvo mamá.

—Porque es una cena elegante e informal. Solo será un increíble restaurant, no una fiesta de negocios. —Le recordé. Ella miró furiosa su vestido largo.

—Tendré que cambiarlo. —Argumentó ella con cansancio.

—Ese está bien mamá, no tiene brillo, está bien si vas con él.

ARDER EN LIBERTADHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin