CUARENTA.

1.8K 95 4
                                    

Ya era viernes y no había vuelto a ver a Harry ni tampoco hablar con él. Me sentía molesta aún con ambos, y a su vez, angustiada.

Lo extrañaba.

Temí que con todo lo que yo había dicho, sumando la situación y su impotencia, el no defenderlo, él dejarlo ir, que ya no creyera que yo volviera la pena, o que no creyera más en un nosotros, temía que se alejara de mí.

Porque no volvió a buscarme.

—¿Jessi? —Mi hermana se recargó en mi hombro con sueño. —¿Harry no vendrá nunca más?

Su ausencia faltaba y era notable incluso para ella.

El moreno en su distancia, metros sentado en el sofá dejó su celular en su pecho para oírla.

—No lo sé, bebé. —Pensé en él. —Espero que sí.

—Estamos bien sin él, Lou. —Suspiró Ethan. Lou la miró con recelo. Ethan ya se había disculpado, conmigo y con ella, pero aún sentía recelo. Si lo recordaba me enfurecía. —No lo necesitamos.

—Yo si lo necesito. —Me apresuré a decir, defendiéndolo. —Él es parte de mí, de nosotras. Y terminó alejándose por todo esto. No es justo. —Lo miré angustiada. —Tú estarás bien ahora, pero yo no.

—Él pudo no hacerlo Jessica. —Soltó con calma, porque era cierto.

Él me miró no muy bonito.

—Pudo no hacerlo, pero cuando estás en un lugar en el que no te sientes bien, debes apartarte. —Lo defendí.

—Además él es increíble. —Añadió Lou, entristecida.

—Entonces vayan tras él y búsquenlo. —Exasperó Ethan con molestia, poniéndose de pie y yéndose de nuestro lado.

—Necesito aire, Lou. Iré al patio trasero. —

Era una noche fría, traía puestas unas calzas negras, un sweater blanco y sin embargo no era suficiente. El aire congelado golpeó mi rostro haciendo que mi cuerpo se erizara por completo.

Me senté sobre el césped y cerré mis ojos recargando mi cara en mis rodillas.

¡No quería ser yo quien lo busque!

Es decir, yo había dicho que no quería a ninguno, que los dos eran un par de idiotas, y que no se metiera en mi vida, pero se suponía que debía buscarme él porque yo era la molesta. Decirme algo, aunque sea.

Llorisqueé. Maldito orgullo.

Resoplando desbloquee mi celular.

Marqué el contacto de Harry, pero luego de dudarlo y pensarlo por unos segundos opté por buscar a Brian.

Brian. Llamar.

—¿Hola? —Habló riendo desde la línea.

—Brian, soy Jessica ¿Puedes hablar? —Le pregunté, los ruidos comenzaron a disminuir.

—Sí, Jessi. Ya puedo. —Me dijo alegre. —Estaba con mi familia. —

—Lo siento, no quería molestarte. —

—No, está bien. —Me respondió con calidez. —¿Estás bien? ¿Sucede algo? —

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora