SESENTA.

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Desperté cuando mi trasero fue golpeado abruptamente por una almohada.

Miré a aquellas siete mujeres que suspiraron como si estuvieran exhaustas.

—¿Sucede algo? —Murmuré. Lou ya no estaba, tampoco Bigotes. Pero Sam y Vivi parecían haber llegado hace rato.

—No podemos vestirlas. —Todas señalaron a More y Luna, quienes me sonrieron con inocencia.

—¿Por qué? —Me reincorporé en la cama.

—¡Haz algo! Nos quieren vestir provocativamente. Eso de usar tan poca ropa es ilegal. —Protestó More.

Miré las prendas sobre la cama. Y sí, tenían razón.

—Por suerte, no es ilegal. Pero sí, es demasiado para ser la primera vez. —Mencioné, sosteniendo un vestido negro ajustado y corto. —Necesitan estar cómodas. —Todas ellas suspiraron sentándose en la cama, rendidas ante su fracaso.

Me puse de pie y me dirigí al closet.

—Veamos, veamos... —Analicé cada prenda.

Saqué un vestido bordó, no muy corto y se lo extendí a Luna. Ella lo consideró, examinándolo, pero lo tomó. Se le escapó una sonrisita nerviosa.

Luego a More, quien es más reservada, tomé un vestido más fresco, menos seductor mangas largas y suelto color blanco. Ella al mirarlo sonrió entusiasmada. Con eso les indiqué que se vistieran.

—No es por discriminar su ropa interior, —Les dije a ambas con una sonrisita. —Pero si quieren tengo unas cajas de Tiffany's sin abrir ni usar. Quizás no seamos del mismo talle, pero podría funcionar.

—Pero no se ve lo que usamos de bajo. —Suspiró More.

—Amor, no sabes lo que puede pasar en una noche. —Reveló Tati, todas asentimos. Ellas nos analizaron un poco y luego asintieron, así que les indiqué a ambas que se alistaran ahora mismo.

Inseguras y dudosas se desvistieron, mirando más de la cuenta lo que esperaba frente a ellas.

—Nena... —Harry. La puerta fue tocada y abierta en un lacónico segundo, dejándolas expuestas, todo al mismo tiempo. Ellas gritaron y yo golpeé mi cara a la vez que él cerraba la puerta atropelladamente con velocidad. Comencé a reír y pude notar la pequeña risa que lo asaltó detrás de la puerta. —Lo siento mucho en verdad. —Lamentó hacia mis amigas, hubo un pequeño golpe en la puerta y supe que fue su cabeza. —Es la costumbre, lo siento. —Hizo una pausa. —Jessica, lo siento, me mandaron a decirte que todos están esperándolas abajo listos. Cuando bajen ya estaremos listos. —

Presioné mis labios.

—Sí, de acuerdo. —Le dije. —Tardaremos. —

—Lo siento. No vi nada, lo juro. —Pero supe que no fue así, porque soltó una risa al alejarse que avergonzó mucho más a mis amigas. Cuando sentimos sus pasos alejarse ellas comenzaron a golpearme con almohadas.

—¡Nos vio en ropa interior Jessica! ¡Ese hombre me vio en bragas! ¡Y es hombre! ¡Nos avergonzará luego!

—Claro que no, chicas, no lo hará. —Le dije, riendo. —Además, ¿Yo que culpa tengo? ¡Debieron poner llave! —Exclamé a Tati que se mataba de la risa. —No se avergüencen, tienen todo eso para presumir. —Ellas me miraron con recelo.

Sami carraspeó. Al mirarla sonrió con malicia.

—¿" lo siento, es la acostumbre"? —Chilló ella riendo, dándome un empujoncito. —¿Qué insinuó con eso?

—Es que... No lo sé. —Comencé a reír a carcajadas.

Pronto les ordené que se terminaran de vestir en el baño y se apresuraran.

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now