CINCUENTA Y DOS.

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—Nena... —Sentí los labios de Harry en los míos suavemente, despertándome. —Despierta. —

Me quejé.

No había podido dormir nada, Hayley durante la madrugada se despertó muchísimas veces asustada y procuré mantenerme despierta para darle calma. Todo lo que había sucedido había sido muy traumático para ella.

—¿Qué hora es Harry? —

—Son las ocho. ¿No debes ir al aeropuerto? —Susurró con cuidado.

—Si. —Musité. Me puse de pie, tomé ropa y salimos en silencio de la habitación.

—¿No dormiste cierto? —Me preguntó. Lo hice girar. Él volteó y cambié mi blusa en el pasillo.

—No, Hayley despertó muchas veces asustada. —Comenté. Me quité el pantalón corto de algodón y lo cambié por un jean azul ajustado. Me puse mis tacones. Cuando volteó bajamos.

Fui al baño de abajo, pero decidí muerta de frio ducharme, allí terminé de alistarme.

Al terminar fui a la cocina y comencé a prepararme un desayuno. Me serví leche en un vaso y le puse copitos de chocolate mientras le escribía un texto a Tati.

"¡Buen Día! ¿Estas despierta?" —Lo adjunté junto a un corazón morado.

Y fue ahí cuando Harry apareció en mi campo de vista, recargándose en el marco de la entrada, cruzado de brazos y una sonrisa coqueta.

—Me encantas. —Solté, riendo, corriendo hacia sus brazos para abrazarlo, él soltó una risita rodeando mi cintura con fuerza, reconfortándome. Su fragancia luego de una ducha junto a su perfume me inundó, haciéndome sonreír. Su pelo estaba húmedo y vestía con un cambio de ropa que me pregunté donde diablos los guardaba. ¿Es que acaso siempre estaba preparado para todo?

Antes de salir de casa le dejamos una nota al moreno diciendo que habíamos salido por los pasajes de Hayley.

—¿Señorita que desea? —Una señora tras el vidrio y su mostrador me miró por encima de sus espejuelos.

—Un vuelo a Canadá, por favor. Un adulto y un bebé. —

—¿Para qué fecha?

—Cuando antes, si es posible antes de Nuevo Año. —

—No hay ningún vuelo disponible para esas fechas, están todos agotados. —Me informó, sin ánimos. Exhalé decepcionada. Me había alegrado saber que ella podría pasar aquellas fiestas con su familia. —Pero tengo para el primero de enero. Solo un asiento disponible. —Sonriendo asentí. Harry, que mantenía distancia se acercó.

—¿Primera clase? —Preguntó ella. Asentí.

—No es necesario. —Musitó Harry a mi lado. Fruncí el ceño, pareciéndome muy necesario.

Tomó algunos de mis datos y luego le extendí mi tarjeta de crédito.

Le expliqué que no era para mí, pero ella me dijo que la persona que viajaba era la que debía tener los datos registrados. Necesitaba su documento. Entonces procuramos contarle lo que sucedía, hablarle un poco la situación ya que ella no llevaba consigo su pasaporte ni sus documentos más importantes, le dijimos que presentaría una denuncia correspondiente en caso de no conseguir sus documentos. La mujer enseguida nos dijo que Hayley tomaría ese vuelo como sea, haciéndonos tan feliz que la hubiera abrazado si un vidrio no me dividiera.

—Quiero ayudarlas. —Solté, de pronto, apenas llegamos a casa.

—Lo estás haciendo, Jessica. —

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now