ONCE.

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—Que afilada resultó tener la lengua, Blosson. —Su comentario terminó por hacerme reír. —Siempre supe de tu carácter fuerte y atrevido, sé que eres explosiva, pero eso fue... impresionante. —Sonreí, y al final me miró unos instantes al detenerse en un semáforo. —Lo siento.

—¿Por qué? —Murmuré afligida. Me sentía angustiada de repente. Tenía tantos sentimientos mezclados que ni siquiera yo sabía que sentía realmente.

—Porque... a pesar de que no necesitas que nadie te defienda, no merecías oír nada de eso, porque no eres eso. No eres nada de lo que Melodi dijo. —Su mirada intensa me revolvió el estómago. —Sé quién eres. —Aseguró. —Y aunque lleves un vestido rojo corto y ajustado eso no te define, te hace más... impresionante. —Arregló esta vez. Sonreí.

—Gracias. —Susurré. —Y descuida, no mentiré al decirte que no dolió en algunas de sus palabras porque si reaccioné mal fue por algo, pero no le daré más importancia, lo juro. Y tú también discúlpame a mí. —

Esta vez me miró confundido. Estacionó fuera de un supermercado y me miró dejando toda la atención en mí. —Porque lo intenté, intenté mantenerme callada, intenté no decir lo que pensaba, intenté no insultarla con nada que saliera de mi boca, consiente de que podía herirla y sin conocerla podía no merecerlo, y luego incluso intenté no defenderme, por respeto a ti, porque vino a tu lado, porque no quería arruinar nuestra relación, no quería que te enojaras por alguna manera insultar a tu novia, pero no importa si lo intenté o no, importa que no lo logré, y además de hacer todo lo que no debí hacer también te hice pasar un mal momento a ti, tampoco mereces eso.

Sonrió cabizbajo, solo un momento, antes de subir toda su mirada brillante a mis ojos.

—Me sentiría muy culpable si por mi culpa te hubieras quedado callada toda la noche, Jessica. —Sus palabras me sorprendieron tanto que me hicieron sonreír. —Si tienes la valentía y la fuerza para decir y hacer todo lo que piensas y quieres, jamás permitas que alguien más te calle o te prohíba manifestarte. —Estaba impresionada, y pensé que quizás la persona frente a mí no era real. Él soltó una risa breve. —De hecho, al llegar y saber lo que había pasado entre ustedes por lo que alcanzaron con Tati a decirme y la versión de Melodi, me sorprendió tu silencio al verla. Esperé a que atacaras. —A pesar de sus palabras, no eran como las que decía mamá, llenas de desilusión enojo y decepción, en él estaban cargadas de gusto y calma. —Y que quede claro que si yo detuve tus palabras en el último segundo solo era porque habías dicho algo muy prometedor con tu madre ahí.

Me atacó una risa cargada de nervios, mis mejillas se encendieron al instante. Ahora él frente a mí y con mis palabras flotando en el aire, amenazantes al hacer alusión de robárselo y tenerlo para mí, me resultaban demasiado... demasiado.

Quizás sí hablaba de más.

—No me sirve si mi entretención de la noche termina castigada, y por mi culpa. —Agregó en broma.

Pero a él no parecía molestarle que lo haya involucrado conmigo de esa manera, de hecho, ahora su mirada me decía que todo estaba bien, que quizás estaba más que bien. Tal vez, solo creía que lo había hecho por defenderme.

Quise borrar mi sonrisa, pero por alguna razón solo quería sonreír tanto hasta reír.

Presioné mis labios.

—Quizás estoy muy susceptible, hubiera tenido más tolerancia en otro momento. 

—Si te hieren no deberías tener tolerancia. Lo que ella dijo fue muy hiriente, no te sientas mal por reaccionar así.

Solté una risa carente de alegría.

—Si me dolió. —Confesé. —Me golpeó justo en donde últimamente todos atacan. Parece ser que soy una zorra y no me enteré. —Suspiré. Para mi sorpresa esto último lo hizo reír. Negó. 

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now