ULTIMO CAPÍTULO.

594 32 16
                                    

"Golden Gate University-San Francisco en San Francisco, California, Informa que su solicitud de ingreso "Administración y Dirección de Empresas" ha sido aceptada por los directivos de esta honorable institución. Solicitamos su presencia en nuestras oficinas en los próximos veinte días para comenzar los trámites de inscripción. Para cualquier duda o aclaración, quedo a sus órdenes. Reciba la más cordial de nuestras felicitaciones.

Atte. Romina, Coordinadora de Admisiones."

Un escalofrío recorrió mi cuerpo completo al leer y releer el e-mail. Tomé aire, cerré la laptop y la hice a un lado, completamente abrumada. De pronto los nervios se instalaron en mi cuerpo, abrumándome.

En los próximos meses entraría a la universidad, no sabía si habría un cambio en mi vida como había oído más de una vez decir, no lo sabía en lo absoluto, pero realmente esperaba con ansias que eso sucediera.

Guardé mis cosas en mi bolso, ordené el escritorio y tomé la carpeta transparente desbordada de documentos del hospital que hace unos segundos atrás, antes de la llegada del e-mail, sostenía.

Había tenido la graduación del paso escolar hace una semana y no sentí nada al respecto. Al acto no permití el paso de nadie más que mis hermanos, y a la fiesta por supuesto no asistí. Los días después del velorio pasaron como agua entre mis manos y aún así jamás dejó de doler, incluso la sensación se volvía más abrumadora cada vez.

—Papá guarda esto en la sección A, por favor. —Le extendí la carpeta luego de caminar a su escritorio.

El instituto y el hospital se fusionaron, porque tal como amenazó papá me llenó de trabajo antes de ascender en el futuro a su puesto para así tener una mejor preparación para cuando llegara el día. O eso argumentaba él. Y si, me deja exhausta al final de las horas, pero me mantenía lo suficientemente ocupada para no pensar en nada más. Aunque mi mente no me dejara conciliar el sueño durante las noches mientras moría de cansancio.

—¿Ya te vas? —Inquirió, guardándola.

—Son casi las diez, papá. Estoy cansada. —Me mantuve en mi lugar, pero llevando mi bolso al hombro.

—Lo sé hija, hoy fue un día duro... tal vez Harry... Oh aquí estas. —El castaño entró a la oficina y nos miró a ambos, mi padre estiró su espalda. —¿Puedes llevar a Jessica a casa? Creo que hoy volveré más tarde. Tengo que hacer un relevamiento aún. —Le extendió una carpeta que antes le pidió que buscara.

—Por supuesto. —Asintió él mirándome. Masajeé mis sienes y se lo agradecí.

Al llegar a casa me arrojé al sofá hacia atrás y exhalé una gran cantidad de aire, incapaz de caminar hasta mi cama. Era consciente que posiblemente el pensar tanto en trabajo me haya salvado de una caída sin retorno.

—¿Cansada? —Inquirió Harry mirándome desde arriba, y sin fuerzas asentí, cerrando mis ojos. No entendía por qué había bajado también. —¿Quieres bailar? —Preguntó de repente. Cuando lo miré él me extendió una mano y me sonrió con cierta dulzura en sus ojos, un matiz brillante.

Entonces la observé, observé su mirada nueva sobre mí, aquella parecida a la de antes, o quizás la misma a la de siempre, solo que esta vez estaba permitiéndome observarla de nuevo después de mucho tiempo.

Tomé su mano y él me ayudo a levantarme.

—¿Sin música? —Dejé mis manos en sus hombros, internamente sorprendida de acceder a su petición.

—Podemos improvisar algo. —Mordió su labio tratando de evitar una sonrisa.

—Muéstrame como improvisas. —Finalmente le sonreí un poco, logrando una llena de alegría en él. Recordé cuánto este tiempo se esforzó en traerme a la vida, no tener éxito lo destrozaba.  Estaba pensando que había perdido la capacidad de sentir.

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now