TREINTA Y UNO.

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—¿Y tu novio? —Sol cruzó las piernas de un modo despreocupado.

—No tengo uno. —Le respondí sabiendo a quien se refería.

—¿De verdad no lo perdonaste? —Pero su tono había sido triste, afligido.

—¿Estás hablándome en serio? —Le pregunté, mirándola seria. Ella bajó la mirada y suspiró.

—Es decir, está arrepentido.

—Lo está. —Aseguré. —Pero eso no significa que yo deba perdonarlo. Sol... —Suavicé mi mirada. —Hay cosas que no podemos perdonar en una relación. Cuando no nos sentimos bien, cuando nos lastiman y no hay nada que lo arregle. Cuando hay violencia no hay amor, esas cosas no se perdonan. —Ella permaneció callada, mirando el suelo. —No supe verlo a tiempo y fui demasiado lejos.

Sol comenzó a jugar con el césped, captando la mirada de Michael y Sofi.

—¿Alguna vez te hicieron daño, Sol? —Preguntó su hermano, ahora preocupado.

Ella los miró horrorizada.

—¡No! ¡Es decir no! Pero... no lo sé, la única persona a la que me he atado toda mi vida fue a alguien que no me... trata muy bien.

—Pues debes salir de ahí. —Dijo Sofi. —No puedes quedarte en un lugar donde no tienes amor.

—¿Y quién da amor en estos tiempos? —Nos preguntó incrédula. Inspiré profundo.

—Tú sabrás cuando llegue la persona que será el amor de tu vida, Sol, lo sentirás, porque te sentirás increíble, mientras tanto no te apresures y...

—Disfrutaré con Harry. —

—Harry tampoco parece darte amor. —Intervino Sofi.

—Tu no entiendes... —Negó ella, frunciendo el ceño.

La plaza estaba tranquila, era un día algo frio, por lo que había pocos niños jugando en el lugar.

La sombra en el suelo nos mostró la presencia de alguien más, haciéndonos voltear.

—¿Qué tal? —Él nos sonrió. —Estoy ofreciendo helados de chocolate artesanales. —Nos mostró cuatro, uno para cada uno. Sonreí satisfecha mirando a mi primo para que los comprase. Él a regañadientes pagó los helados y nos dio uno a cada una. Riendo comencé a comerlo.

—¿Por qué te molesta que yo este encima de Harry? No estoy molestándote a ti. —Me apuntó de pronto Sol, mirándome atenta.

—No me molesta. —Miré mi helado antes de metérmelo a la boca.

—Podría asegurar que te gusta. —

Mordí mi labio.

—No es eso. —Le dije rápidamente. —Es que... a él no le gusta. Y no quiero que, siendo tan amigo de la familia, se sienta incómodo, es decir, tu eres muy... —Pensé un poco. —Llamativa para él y puede sentirse... mal. —

—A veces hay límites Sol. —Sofi la miró tranquila.

—¿Cuáles limites exactamente? —

—Él tiene novia. Si él no te ha tratado mal es porque harías un escándalo terrible para que papá termine enojando, y esto es porque eres una consentida que al final, aunque diga que eres insoportable, te dejaría como víctima. Pierce parece ser tranquilo pero astuto, no creo que quiera tener conflictos con una familia que no es suya. —Respondió Michael.

—Te ves como una zorra. —Escupió Sofi.

—¿Cómo te atreves? —Exclamó ella. Sofía no se dirigía de ninguna manera a Sol y que lo hiciera de esa forma la había dejado sin habla.

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now