CUARENTA Y UNO.

1.9K 98 0
                                    

Tomé aire con fascinación cuando sentí aroma a comida desde la puerta, pero no tenía ganas de sentarme a la mesa, solo quería dormir. Cuando me digné a llegar a casa, siendo las ocho, no sé cómo llegué a las nueve.

Sin embargo, fui a la cocina a tomar agua. 

Había un silencio increíble, hasta incluso me pareció raro. Siendo solo aquellos dos hacían mas ruido que toda mi familia junta.

—¿Ethan dónde está? —Le pregunté a Lou a quien me encontré allí sobre la isla hurgando en la alacena. Le alcancé lo que quería y la ayudé a bajar.

—Está arriba. —Me dijo finalmente, soltando un suspiro de cansancio. Abrió el paquete de galletas con ansias. —Ya viene.

Extraje una botellita de agua de la nevera y tomé su contenido.

—¿Acaso está enojado por el horario que llegué?

—No en realidad no, él sabía dónde estabas. —Se encogió de hombros. —¿Ya viste quien está en la sala? —Preguntó de pronto con una sonrisa.

—¿Tati? —

—Harry. —Negó. —Llegó hace un par de horas. —Me sonrió.

Todo dentro mío se puso en alerta. Me sentí nerviosa, quise huir, correr lejos, pero con pánico también quería correr hacia él.

Ni siquiera pude tragar el agua en mi boca. Enfrentarlo me acobardaba.

—¿Pelearon? —Pregunté con temor.

—Harry dijo que solo venía a verme, saber como estaba, también aseguró que no se quedaría a cenar. —

—¿Solo viene por ti? —Solté involuntariamente.

—Eso dijo, pero solo lo hizo porque el problema entre ustedes eres tú. —Respondió, tomándome por sorpresa. Ella suspiró. —Soy pequeña, pero me doy cuenta de las cosas. Además... tengo oídos. —Comencé a reír nerviosa. La abracé acurrucándola contra mí.

—Gracias por decirme Lou. —Ella me sonrió.

—Bueno, ve. —

—Pero...

—¿Qué estas esperando Jessica? —Dio un respingo, como si estuviera cansada de la situación. 

Corrí hacia la sala completamente decidida y tomé aire cuando llegué hasta ahí. Al verlo, y como esperé, toda mi valentía se desvaneció de nuevo.

Me acerqué a él paulatinamente.

—Harry... hola... —Musité, con cuidado, mi corazón latía desbocado. Él levantó su mirada hacia mí y le devolvió a su celular, ignorándome de forma trágica. Abrí la boca, escandalizada. —Pierce. No me ignores.

Él volvió su mirada a mí, y la fuerza de ella provocó que un suspiro brotara de mis labios.

—Buenas noches, Jessica. —Emitió, con suavidad, pero con fuerza, con la seguridad que lo desbordaba.

La distancia entre nosotros me hizo mal.

—Lamento mucho lo que sucedió. —Dije de pronto, con confianza. —Perdóname por haberte tratado de esa forma, por no buscarte, por no defenderte, por no darte el amor que mereces. —Él bajó la mirada, y todo a mi alrededor dio vueltas. —Por favor, no renuncies a mí. —Supliqué, y aunque luché porque no pasara, mi voz se quebró. —Te amo a ti. —Sentí mis ojos inundarse con lágrimas y mi garganta quemar.

Negó con tristeza y cuando abrió la boca para decir algo Ethan apareció. Presioné mis ojos.

—Necesito ayuda. —Soltó. Pierce tomó aire, y devolvió la mirada a su celular. —Ven. —Pidió.

ARDER EN LIBERTADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora