NUEVE.

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Habían pasado unos días, afortunadamente los llevé mejor de lo que había esperado. Tuve mucha contención y amor. Todo parecía marchar normal y en un orden inesperado. No hubo amenazas, tampoco llamadas, no tuve noticias de él y me aliviaba que no hubiera vuelto a aparecer.

—¿Entonces sí? —Preguntó Nick desde el otro lado de la pantalla.

—No tienen idea de cuánto necesito salir y despejarme un momento. —

—Entonces el sábado a la noche. —Cercioró Dylan con una sonrisa.

—Y por favor, deja de faltar a clases. —Se quejó Sami.

—¡No me dejaron entrar! —Exclamé riendo. —Esta mañana fui, pero como no llevé el uniforme completo no me dejaron ingresar. Mi mamá volvió por mí. —Les expliqué.

El día anterior habíamos ido a comer helado con mis amigas luego de clases, por accidente me arrojé chocolate en la camisa, no la metí a lavar y esta mañana la secretaria de la directora que aguarda con el hombre de seguridad en la entrada de la institución dándole la recibida a los alumnos que llegan tarde no me dejó entrar.

—Hija en un rato vamos al aeropuerto. Alístate. —Mi mamá entró a mi habitación con una notable alegre sonrisa. Miré la pantalla con mis amigos en ella y me despedí de todos rápidamente. De un golpe cerré la laptop.

—¿Al aeropuerto? —Pregunte fingiendo confusión y reincorporándome hasta sentarme.

Mamá aún seguía con aquella sonrisa que provocó una igual en mí.

—¡Iremos a buscar a tu hermano! —Corrió hacia mí y me abrazó con fuerzas haciéndome daño, pero lo único que sentí es felicidad, porque las lágrimas en sus ojos eran por pura y mera felicidad.

—¡Oh cielos! ¿De verdad Bruno volverá? —Expresé mi felicidad al igual que ella, al fin y al cabo, no estaba fingiendo, realmente estaba feliz por su llegada, solo que la sorpresa me la había tomado otro día. —¿Por qué no me lo dijeron antes? —

—Es que era una sorpresa. ¿Y lo fue verdad? –

—Definitivamente. —

—Prepárate, pronto saldremos. —Dijo, por último, al salir de la habitación.

Busqué mi celular y marqué su número, al tercer sonido de conexión con la red ella contestó.

—Hey. ¿Cómo estás? —

—¡Feliz! Hoy iremos por Bruno. —Chillé emocionada.

—¡Viernes! ¡Tengo que verlo! —

—No puedo creer que finalmente volverá. —

—¡Es increíble! —Exclamó riendo. —Y también... Esta noche es la cena. La gran cena.

Silencio.

—Bueno si, no es tan importante. —Musité. —Tampoco es que estuve toda la semana esperando esta noche. —

—Estás nerviosa. —Resolvió con simpleza.

—Quizás. —Sonreí débilmente. Ella comenzó a reír y a causa de eso a toser.

—¿De qué te ríes? —Sonreí.

—Esto puede terminar de una forma hermosa, Jessi.

—O puede terminar fatal y yo con el corazón roto. —Resolví. Porque vamos, por más que no quisiera aceptarlo terminaría enamorada de ese tipo más rápido de lo que trataría de impedirlo. —Hoy es la cena, no sé cómo voy a vestir y estoy pensando muy seriamente en no bajar a cenar. Puedo inventar un dolor de estómago o de cabeza. —Pensé.

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now