El llanto salía de mi garganta sin control, me sentía tan molesta de haber sido su blanco, por ser vulnerable, me sentí herida al terminar de esta forma por culpa de personas sin sentimientos con tal de tener un poco de dinero.

Me sentí, enferma, por todo.

El sonido de una llamada de mi celular comenzó a sonar por sobre mis sollozos, me aseguré que no sea mi mente quien me jugara una mala pasada, pero al oírlo con claridad, comencé a buscarlo desesperada, entre sollozos. Mi cuerpo se movió con dolor, pero lo hice.

Luego de segundos eternos lo encontré debajo del asiento del copiloto, justo cuando la llamada se cortó, pero no terminé de maldecir cuando volvió a sonar.

—Lo siento, —Lo oí, su voz causándome estragos, causándome una corriente de electricidad que llevó la angustia a su punto más alto. —Lo siento por todo, y ahora, por molestarte, sé que buscas no verme y alejarte de mí. Y soy un imbécil por buscarte, aunque me pediste que ya no lo hiciera, pero te necesito y te extraño y no saber de ti me aterra, incluso el que estés afuera a esta ahora me aterra porque es muy tarde. —Él tomó aire abruptamente con desesperación. —Solo necesito que me digas que estas bien, solo eso, eso es todo.

—Harry... —Gemí, cubriendo mi boca, llorando en silencio.

—Que pasa nena. —

—Me lastimé... —Sollocé.

—¿De qué hablas? ¿Dónde estás mi amor? —

—No lo sé. —Sollocé. Me recargué en el volante para mantener estabilidad, pero logré que la bocina sonase. —Ven, por favor. Tengo miedo.

—¿Estás en el auto Jessica? ¿Puedes decirme como es el lugar? Algo Jessica, dime que ves...—Pidió con precipitación.

—Estaba en las prácticas... —Intenté tragar saliva. —Yo... —Jadeé presionando mi pecho a causa de la falta de aire, llorisqueé con dolor. Mi pecho quemaba.

—¿Te caíste? —

—No... —Musité. De pronto mi aliento se esfumó y mi vista se nubló tanto hasta oscurecer.

Y ya no volví a reaccionar.

El último recuerdo fue al ver a Harry dejándome sobre el asiento trasero de su auto con un cuidado indescriptible, con miedo a lastimarme, también recuerdo que sus ojos estaban tan negros como esa misma noche. El resto era sumamente borroso.

[...]

Abrí mis ojos con pesadez, mi primera visión fue encontrar a Harry, quien sentado a mi lado acariciaba mi mejilla, concentrado en sus pensamientos.

Al mirar mi alrededor me encontré en casa, recostada en un sofá de la sala. Maldecí en mis adentros cerrando mis ojos con presión a medida que intentaba tomar una gran exhalación de aire, pero aún dolía hacerlo.

Harry alejó su mano de mí.

—¿Estás bien hermanita? —Oí la voz de Bruno cerca, estaba de pie junto a nosotros, mirándome con el dolor que sus ojos me revelaban. Intenté recuperar mi postura, pero al mismo instante Harry me detuvo.

—No tienes que hacerlo.

—¿Puedes decirme que pasó, Jess? —Bruno se acuclilló dejando su mano en mi brazo. Todo estaba en silencio, y no había más personas que nosotros.

—Lo siento... —Logré decir, con miedo. —Destruí tu auto, Bruno. —

Él suspiró, como si fuera tonta.

—Es lo de menos, Jessica. Estás bien. —Tomó aire. Relamí mi labio al sentirlos resecos y lastimados. Hasta traía tierra allí.

—Prometiste no manejar sin permiso de alguien. —Recriminó Harry con serenidad. —Era nuestra condición a cambio de seguir con las clases. —Evocó.

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now