CUARENTA Y NUEVE.

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—Debí pensar en ello. —Se quejó con culpa. Negué.

—¡Hay que ir a comprar uno, esta navidad no podemos permitir que la casa no tenga decoración festiva y alegremente navideña! —Exclamé, reuniendo mi voluntad para levantarme energéticamente.

—Jessica tienes que parar, estás agotada. —Me detuvo Harry.

—Aún me quedan energías. —Le aseguré, riendo. —Solo porque gané. —Presumí.

Él lo deliberó con Ethan con la mirada, como si yo les estuviera pidiendo permiso.

Dejé mis manos en mi cintura.

—¿Qué hacen? No les estoy preguntando. —Ellos rieron divertidos.

—Jamás vi esta casa decorada. —Manifestó Harry, divertido.

—Exacto. Hoy romperemos esa tradición. —Lou me miró insegura. —Que te pasa, nada malo puede pasar. —Le arrojé una almohada. Ella rió con nervios.

—Es cierto. —Susurró. —Es solo que a veces me cuesta salir de la línea.

—Eres una niña, debes hacerlo más seguido Lou. —Le recomendé. Esta vez la almohada cayó en mi por Ethan. Solté una risa. —No tienes por qué ser correcta siempre, ni mucho menos perfecta. No lo sé, romper más cosas. —

Aquellos dos me regañaron con Lou muriéndose de la risa.

Ethan apagó la televisión y se puso de pie.

—Levanta tu culo y vamos a buscar un árbol. —Le dijo Ethan a Harry, Pierce inhaló aire antes de ponerse de pie. —Quédense aquí. Ya venimos. Tomate un descanso Jessica.

—Bien. —

Cuando estaban yéndose Harry se detuvo y me apuntó con su dedo índice de forma amenazante.

—Te quedas ahí. —

—Uy que miedo. —Bromeé. Su semblante cambió. Su mirada se intensificó y se convirtió en aquel Pierce caliente duro y egocéntrico que odiaba y amaba demasiado a la vez.

—Te quedas ahí. —Repitió. Mi respiración se entrecortó, y aunque no quise demostrarlo él lo notó porque sus ojos brillaron cargados de diversión mientras humedecía sus labios.

Suspiré, apartándole la mirada. Lo oí marcharse.

—Casi te hiciste pipi. —Comentó con lamento mi hermana. Solté una carcajada. Mordí mi nudillo.

Por nuestro lado nosotras comenzamos buscar las decoraciones navideñas en el sótano, pero en ninguna parte de la casa había ni una sola guirnalda, nada. Ni una estrella decorativa.

—¡No hay nada! —Exclamó Lou perdiendo sus ánimos.

—Este año si tendremos una bonita navidad, Lou. Siento mucho haberme olvidado. —

—No tienes por qué sentirlo, no esperaba nada, en serio, creí que sería como otra navidad. —

Fuimos a mi habitación y me quité todo cambiándome con algo cómodo y abrigado, tomé dinero, mi celular y nos fuimos al centro comercial.

—¡Mira eso! ¡Es precioso! —Exclamó la pequeña, señalando una tienda. Cuando entramos quedamos fascinadas deseando todo.

Tomamos un canasto de compras cada una y comenzamos a agregar a él prácticamente todo lo que veíamos, porque de pronto lo necesitábamos.

—De verdad necesito este. ¿Puedo llevarlo? —La oí a mis espaldas. Me volteé y al mirarla no pude evitar reír. Sostenía cuidadosamente un ángel delicado de cristal. Al tomarlo vi el precio y noté que era una locura, entendí que por eso estaba preguntándome. —Es costoso, pero vale la pena. —Me sonrió con inocencia. Sonriendo lo agregué al carrito y ella exclamó feliz.

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now