—¡¿Por qué?! ¿Por qué no me lo dijiste? —La puerta se abrió de par en par dejándonos ver a mamá devastada. Corrió hacia mí y me abrazó, llorando.

—Tenía miedo mamá. —Musité con dolor, sin evitar soltar aquello que sentía y parecía jamás acabar. No importaba cuanto tiempo hubiera pasado, se sentía como si hace instantes me hubieran lastimado.

—Puedes permitir mil cosas de un hombre, Jessica, pero jamás, jamás que te levante la mano, Jamás permitas que un hombre te dañe. —Me dijo, sujetando mis mejillas. Ella besó mi frente respirando entrecortadamente. —Pude haberte perdido, y jamás me lo perdonaría. Jamás te advertí, jamás te enseñé, jamás te protegí de la manera que debería haberlo hecho... —Limpió sus lágrimas mirándome, intenté hablar y decirle que no era su culpa, que nadie podía haberlo impedido, ni prevenido, ni siquiera pensado, pero ella no dejó que lo hiciera. —Mi amor, lo siento tanto. —

—A la única que necesito ahora es a ti. —Susurré. —Estoy bien si tú estás conmigo.

—Estas a salvo amor, no volverá a tocarte. No volverá a acercarse a ti. —Sus palabras me reconfortaron, me hicieron tan bien que vi un brillo al final del camino.

Los minutos pasaron y ella no quería soltarme. Tati estaba con Lou mirando algo en su celular.

—¿Mami? —Le pregunté. Ella me miró —¿Dónde se fueron?

—A la comisaría. Harán la denuncia. —Un escalofrío me recorrió entera, y volví a sentirme mal. No quería esto. —Hija, esto es lo que debemos hacer, tendrías que habérmelo dicho desde un principio, pero no te recriminaré, ahora actuaremos rápido. —Respondió acariciando mi brazo, con cuidado.

—Pero mamá... —Miré hacia Tati. Ella asintió como si estuviera de acuerdo, entonces volví hacia mi madre. —¿Crees que sea necesario? —

—Sí, Jessica. —Ella no dijo más.

—No puedo hacerlo... —Susurré. —Porque estoy dolida, no molesta. Siento miedo no odio. Y no puedo desearle el mal a alguien que fue tanto para mí. Aunque no lo quiera cerca de mí, sí espero que vuelva a ser quien era, mamá. ¡Tiene que volver a ser el William que conocí! —Largué un llanto desconsolado, cansada de ese sentimiento que estrujaba cada vez mi corazón sin descanso.

—Lo sé mi niña. —Susurró con tristeza, llevándome a la cama, recostando mi cabeza en sus piernas y comenzando a hacerme cariño. —Lo entiendo, pero no podemos actuar con consideración.

—Ese William que yo amaba, ese jamás me hubiera hecho daño. —Hipé entre llanto.

—Él eligió esto. No podemos hablar con él porque existe un límite, no nos arriesgaremos a que intente otra locura. No sé qué le sucedió, él era un buen chico, tampoco entiendo a qué se debe este brote, pero no volverás a verlo, Jessica, y tampoco a saber de él. Si le das una oportunidad más él podría destruirte antes de que nosotros podamos impedirlo. —

Aquello dolía, tenerle miedo dolía, pensar que podía lastimarme más y que estaba dispuesto a ello me aterraba.

—¿Ahora en quién debo confiar si la persona que juraba lo más hermoso me dañó de esta manera, mamá? —

—Amor, encontrarás alguien quien te amé y te proteja de verdad. Existirá una hermosa persona que te querrá así, hará lo imposible para curarte y entrará a tu corazón sin permiso. Ahí te darás cuenta que el amor es mucho más fuerte que palabras bonitas. Pronto los recuerdos desaparecerán y formarás una historia más hermosa y verdadera. Sin dolor y sin moretones. Ahora lo único que necesitas es descansar y recuperarte de esto, continuaste con tu vida como si nada y sé que eso te atosigó demasiado... Ven. —Ella me ayudó a recostarme correctamente en la cama y me cubrió con las sabanas.

ARDER EN LIBERTADHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin