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Aidan

Los días pasaron, pero no por eso dejé de revivir contra mi voluntad la imagen mental de Carlysle con esa mujer, la imagen de su expresión cargada de miedo cuando notó que yo estaba ahí, la impotencia que inundó su mirada cuando le propine una mirada llena de falso odio, los días habían seguido su curso, pero yo no podía olvidarlo.

Al principio me refugié en mi departamento, dejando mi estricto régimen alimenticio, la universidad, los deberes y todo lo demás de lado; comía las comidas más inadecuadas, no iba a la universidad, no salía de la cama, no quería ver a nadie.

Cuando decidí estar por mi cuenta William se preocupó mucho, al principio me enviaba mensajes de texto periódicamente para comprobar mi estado, pero yo apenas y hacía el esfuerzo de leerlos, así que pronto los mensajes dieron paso a las llamadas, él no dejaba de llamar hasta que yo respondí y podíamos mantener una conversación medianamente decente.

Pronto ambos nos cansamos de eso, él de estar tan preocupado y yo de sentirme insuficiente y una carga, pronto llegaron las discusiones; y cuando eso pasó le grité por teléfono cosas que no debí decir.

Un día, en uno de sus intentos por comunicarse conmigo no resistí más ante el tono de llamada sonando incansablemente y me derrumbé, le grité que dejara de ser tan entrometido, que drogado o no nunca debió de haber hecho tal cosa, que estaba cansado de sentirme una carga, que estaba harto de ser siempre el que sufre por culpa de otros, que él no era más que un idiota insufrible del que estaba completamente fastidiado, que mi vida habría sido millones de veces mejor si jamás le hubiese conocido... nada de lo que dije era verdad, todo lo que dije eran mentiras en las que no me detuve a pensar, de las cuales me arrepentí en el momento que algo de cordura volvió a mí, pero ya era demasiado tarde, ya había dicho todo eso, y nada podría reparar el daño hecho.

Y él, que siempre era comprensivo, atento, paciente e inalterable se quebró, al igual que yo, y dijo tantas cosas que que no podía creer que William estuviese diciendo, porque sin importar que fuesen verdades o mentiras, me hicieron darme cuenta de demasiadas cosas mientras que sentía un inmenso dolor, estaba perdiendo a la última persona valiosa que me quedaba, ¿y que hice? le grité aún más.

"¡Tal vez lo mejor que nos pudo haber pasado fue que terminamos!" fueron mis últimas palabras.

"¡Sin duda alguna!" fueron sus últimas palabras.

Ese día, lo que quedaba de mi corazón terminó de romperse y de marchitarse cual flor olvidada.

Cuando esa llamada terminó ni siquiera repare en la magnitud de las consecuencias de todo lo que nos habíamos dicho, de todas las barbaries que le había gritado, simplemente me tiré en mi cama a llorar, suerte que las almohadas amortiguaban el sonido de mis gritos.

Cuando la tormentosa tempestad dio paso a la pacífica calma caí en cuenta de todo lo que había pasado, al principio estaba tan dolido que no quise hablar con él, luego la culpa carcomió todo mi orgullo e intenté remediar las cosas, pero fue su turno de ignorar las llamadas.

Por mucho tiempo me sentí muy mal, y mi salud y mis notas decayeron mucho, no me reconocía en el espejo, y no de la buena manera, pero un día me cansé de sentirme miserable, si tambien había perdido a William lo único que me quedaba era seguir, pero me estaba quedando sin tiempo.

Volví a la universidad y conseguí ponerme al corriente y justificar todas mis faltas con ayuda de Christian, alegando que todas mis faltas habían sido por tener que cuidar de mi mala salud. Aunque Christian no estaba muy contento con lo que había hecho.

Si bien con mucho esfuerzo logré ponerme al corriente estaba por perder mi titulación por excelencia, hablé con quien pude para resolverlo y conservar dicho medio de titulación, pero solo obtenía negativas, así que me resigne a hacer una tesis; recién comenzaba con ella cuando de la nada y por aparente obra divida me dijeron que si mantenía mi desempeño como hasta antes de que abandonara todo con simpleza me dejarían conservar mi excelencia.

Cada día intentaba ser un poco mejor, más amable conmigo mismo y menos severo, aunque no siempre era fácil; siguiendo con ese objetivo me alimentaba cuidadosamente, tenía chequeos médicos frecuentes y no me saltaba ni uno solo, al igual que mis clases, volví a mi disciplina de entrar a todas y cada una de mis clases y entregaba tareas y proyectos prácticamente perfectos, uno tras otro tras otro.

Mi vida no se parecía en nada a lo que recordaba como una "vida feliz", había ahuyentado a las personas importantes y me quedé por mi cuenta, así que tenía que aceptar las consecuencias de mis actos.

Me gustaba pensar que William estaría orgulloso de que pude por mi cuenta, a su vez que me gustaba pensar que Carlysle estaría orgulloso de valentía, pero en realidad solo eran ideas mías, no tenía contacto con ninguno de los dos.

Por otra parte estaba Cyra, la había perdonado, había hablado con ella cuando decidí volver a la universidad, pero las cosas simplemente no eran iguales, yo había cambiado mucho y ella seguía siendo la misma, ya no compaginamos, y cuando pude decirle adiós cara a cara sin armar un espectáculo me sentí libre.

Como no tenía que preocuparme por una tesis tenía un poco de tiempo libre, el cual comencé a invertir en rastrear a las personas que habían echado mi vida a perder, de nuevo. Fue difícil sin los medios de William, pero poco a poco logré hacer grandes avances, y cuando menos lo vi venir ya tenía algunos nombres y datos personales.

Sin saberlo, el día de la graduación había llegado; estaba orgulloso de todo lo que había logrado por mi cuenta, pero estaba demasiado desanimado como para poder sentirme pleno.

Aún con eso, me arreglé y salí de mi casa, listo para obtener mi título por excelencia académica. Me gustaba pensar que ese había sido parte del legado de William, pues si bien no estaba muerto ni nada por lo parecido él ya no formaba parte de mi vida, pero me había dejado muchas enseñanzas, y estaba más que orgulloso de poder terminar lo que él, de alguna manera, comenzó.

Siempre había sido difícil ver a los demás con sus enormes familias y sus incontables amigos, pero ese día estaba resultando especialmente difícil.

Por todos lados habían sonrisas, risas, abrazos, felicitaciones, flores y fotografías, yo no tenía nada de eso, pero aún así le pagué a un fotógrafo para que me hiciera algunas fotos y poder tener inmortalizado aquel momento.

Cuando me entregaron mi título nadie aclamó por mi, no sentía pena, pero aún así quería que todo terminara tan rápido como fuese posible.

Cuando la eterna ceremonia por fin terminó me reuní con el fotógrafo para aclarar algunos detalles del pago y la entrega de las fotografías, "muchas felicidades señor Lennox" fue lo que me dijo a modo de despedida, e hizo sentir a mi corazón feliz, había perdido mucho, pero aún tenía mucho por delante, aún me quedaba mucho por ganar.

Caminaba solitario entre una cumbre de personas vacías, porque así es como sentía que eran los demás.

Caminaba con mis auriculares puestos, con la música a tope, y me sentía tranquilo, me sentía en paz, y aunque, al igual que todos los huecos que caminaban a mi alrededor yo tampoco sabía que iba hacer ahora, eso no me preocupaba, por primera vez el futuro no me preocupaba, y mi pasado dejaba de atormentarme tan dolorosamente. Había cometido muchos errores, e iba a enmendar todos los que pudiese, sin importar cuanto tiempo me tomara.

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La Sacra CoronaWhere stories live. Discover now