8

1.5K 157 11
                                    

Carlysle

Aidan me miró con una mezcla de odio y asco, puso los ojos en blanco y se fue. Oí sus pasos alejándose y cuando deje de escucharlos me recargue en la encimera.

—¿Empiezas a creer que eres mala persona?— preguntó Ben a mis espaldas.

—¿Cuándo llegaste ahí?— pregunté.

—Nunca me fui— confesó. Ben estaba de brazos cruzados, recargado sobre el marco de la puerta —Suéltalo.

—No soy una mala persona, ¿o si?— pregunté.

—No, claro que no, bueno, aveces si tengo ganas de golpearte, pero no puedo— dijo Ben sin mucha importancia —. ¿Por qué lo crees?

—Porque creo que me odia.

—¿Y en su situación quién no? Está pasando por un muy mal momento, es normal que esté a la defensiva.

—Esto es demasiado estrés— me quejé a la par que me sonaba las sienes.

—Tampoco estás siendo el mejor— regañó.

—¿Mmm?

—Lo que dijiste, sobre que te compadecerías de él para poder acostarte con él.

—Bien, no me enorgullezco de ese comentario— admití.

—¿Entonces por qué lo dijiste?

—Estaba estresado, además de que me pareció sexi su numerito de niño rudo.

—¿Entonces por culpa lo estuviste cuidado?

—No solo por eso, digo, se lo dije, no soy un monstruo.

—No te hagas el bueno.

—Nadie aquí es un monstruo.

—¿Cómo estás tan seguro?

—¿Cómo llegaste aquí?

—Bien, no tengo nada que decir ante eso, me rindo.

—En la madrugada,— hablé interrumpiendo la huida de Ben —cuando aún tenía un poco de fiebre y lo estaba cuidando, me pareció que dormido se ve como un nilo— confesé —. Pero hace un rato, cuando vi su trasero, mi cuerpo casi se mueve solo para tomarlo de las caderas y luego subirlo a la encimera...

—No te aproveches de el— advirtió —o yo mismo me encargaré de golpearte. Todos los que estamos aquí no somos las mejores personas, pero aquí nadie es un violador.

—No voy a hacerle nada.

—En verdad espero que no, porque de ser así serías un cabrón.— advirtió —Solo explícale porque tiene que quedarse aquí, y dile que no vas a intentar matarlo con veneno ni vas a torturarlo, digo, no necesitas sacarle ningún tipo de información.

—Tengo que irme a la biblioteca— mencioné para escapar de la incómoda conversación que se había creado.

—No vas a intentar cogértelo en la biblioteca, ¿verdad?— bromeó Ben —Carlysle, no tenemos tiempo.

—Cállate, en serio.

Ben comenzó a reír mientras asentía levemente, y se iba.

Salí de la cocina para dirigirme a la biblioteca. Al llegar Aidan me esperaba sentado viendo a la nada, estaba vestido y tenía una expresión vacía.

—¿Por qué no puedo irme?— preguntó antes de nada.

—Porque eres la garantía,— mencioné —¿lo olvidas?

—No sé porqué empezó toda esta mierda, pero seguro que no tarda más de una noche en arreglarse, ¿o sí?

—No he recibido noticias de nada, así que asumo que aún no se arregla— dije como un mal intento de disculpa —. Mira, se que no es un buen momento, que estás pasando por mucho, pero sólo quiero intentar ser-

—¿Ser qué?— interrumpió Aidan.

—Comprensivo.

—Ah, ya recuerdo,— comentó con una expresión que no logré descifrar —vas a hacerte el compasivo para acostarte conmigo, ¿no?

«Mierda».

—Lo siento,— dije avergonzado —no debí decir eso.

—¿Sabes? Hazlo si quieres, ya no me importa.

—No voy a acostarme contigo.

—Ya no me importa,— repitió —solo déjame en paz.

—Mira…— dije intentando seguir el consejo que Ben me había dado hacía tan solo unos instantes —se que no es un buen momento, que lo último que quieres es estar con desconocidos, pero no encuentro otra manera, lo… siento… mientras estés aquí, nadie va a hacerte daño, lo prometo.

—¿Es aquí donde debo decir gracias?

—No tienes que decir nada.

—¿Cuándo podré irme?

—No lo sé, eso depende de Beck.

—¿Entonces tengo que quedarme aquí y verlo como unas vacaciones?

—Si verlo así te funciona entonces hazlo, no me importa.

—¿Al menos podría ir por mi ropa? Tuve que ponerme está camisa que no se de quien era y que me queda grande, la mía está manchada de sangre.

—Esa camisa es mía.

Aidan abrió los ojos con sorpresa y vergüenza.

—Ya me cambio— dijo mientras se encaminaba a la salida.

—Da igual,— respondí —ya tengo que irme… Y, pediré que alguien te lleve a tu casa, pero tendrás que volver.

Aidan asintió no muy convencido, asentí con incomodidad, me despedí y me fui.

Salí y Ben ya me esperaba en el auto, subí y nos pusimos en marcha mientras le contaba a Ben lo sucedido en los últimos minutos.
Luego de un rato más llegamos a la cede central italiana del grupo. Desconocía porque los abogados querían verme, pero eso solo era motivo para aumentar significativamente mi estrés.

~~∆~~

:0

La Sacra CoronaWhere stories live. Discover now