47

297 31 8
                                    

Carlysle

Kaori y yo recién íbamos saliendo de la oficina, Kaori estaba fresco como lechuga, había dormido buena parte de la noche, yo por otro lado estaba agotado, me sentía derrotado, en una forma sarcástica. Había pasado toda la noche en vela, trabajando, sin embargo por fin podía irme a casa y descansar.

Kaori revisaba su teléfono mientras que yo terminaba de juntar un par de cosas para por fin salir de la oficina.

—Me adelanto— avisó Kaori luego de unos instantes de revisar su teléfono.

—Mhm— respondí sin darle mucha importancia.

Kaori salió de prisa al tiempo que yo terminaba de apagar la computadora, tomé mi celular y mi saco y salí con calma, caminé hasta el elevador y una vez que esté abrió sus puertas entré y pulse el botón del estacionamiento; aproveche el trayecto de unos rápidos segundos para revisar mi teléfono, me encontré con un mar de mensajes de Aidan, maldita sea, otra vez le había fallado; el trayecto en el elevador concluyó cuando se abrieron de nuevo las puertas.
Salí y caminé hasta donde estaba el auto pero, para mí sorpresa, Kaori estaba a unos metros del elevador, hablando con Ben y con Aidan. Oh no.

Aidan les dijo algo a los hombres que lo acompañaban, estos asintieron y se alejaron un poco.

—Aidan…— llamé sin saber cómo actuar, no me esperaba que me estuviera esperando y por lo tanto no sabía cómo actuar, considerando además que lo había dejado plantado.

—Solo vengo a decirte que no estaré está noche con ustedes— informó con seriedad.

—¿Por qué…?

—¿En serio te atreves a preguntar?— exclamó indignado —¿Sabes? Si estoy aquí solo es para demostrarte que yo sí me molesto en avisar sobre mis decisiones que afectan a otros.

«Está molesto».

—Aidan, déjame explicarme, yo-

—¿¡Que vas a explicarme!? Ya se de que se trata, siempre es lo mismo, siempre es tu maldito trabajo, estoy harto de ser siempre tu última opción, estoy cansado de que no puedas ni siquiera tomar el teléfono para avisar y eso demuestra tu falta de interés en lo que sea que tengamos. Estoy cansado de todo esto, y sí, te quiero mucho y sí, me gustas demasiado, pero no voy a tolerar esto, solo estás jugando conmigo— sentenció. En su mirada había dolor, y se notaba que había llorado mucho, tenía el cabello revuelto y su ropa era demasiado relajada como para no darse cuenta que no pensó mucho en que ponerse después de salir de la ducha.

—Ya no quiero sentirme como tú última opción,— sollozó —como el pasatiempo al que le dedicas atención cada vez que tienes tiempo libre, es frustrante sentirse así, no lo soporto, no más.

—Las cosas no son así,— intenté explicar —tú no eres un pasatiempo, ni mucho menos mi última opción, eres mi única opción.

—¿Entonces por qué no se siente así?

—Lo siento— dije, no sabía cómo justificarme y mucho menos como explicarme.

—Al principio tenía miedo de que me gustaras, ¿tienes idea del por qué?

—No...

—Tenía miedo porque si me enamoraba de ti y al final no resultaba bien me ibas a destrozar, porqué eres todo lo que cualquier persona cuerda querría, y lo sabes porque has estado con tantas personas que cada vez que recordaba eso me aterraba que no fuera lo suficientemente lindo para ti, lo suficientemente bueno como para que me miraras a mí y solo a mí, y aún con todo eso quise arriesgarme pero, ¿adivina qué? Al final si me destrozaste.

La Sacra CoronaWhere stories live. Discover now