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Aidan

Haber tomado una pequeña siesta después del gran estrés y la ansiedad a la que me había sometido me había hecho sentir mejor, me sentía más tranquilo, listo para decidir donde pasar navidad.

Me quité la frazada que tenía encima y me senté, me estiré para quitarme la pereza del cuerpo, me quedé un momento viendo al suelo cuando, de la nada, alguien llamó mi nombre, llamando mi atención.

Me giré a ver de quién se trataba, aunque por el timbre de voz sabía perfectamente de quién se trataba. Miré a Carlysle con seriedad, se veía demacrado, agotado y ansioso; notaba claramente que quería hablar, algo quería decirme, pero solo tartamudeaba, no lograba decirme nada, y a decir verdad aún estaba un poco molesto, menos que antes pero, siendo totalmente honesto conmigo, estaba mucho más triste que enojado. No quería escucharlo.

Intenté levantarme, pero Carlysle me pidió que me quedara sentado, hice caso a su petición; me pareció que eso hizo que se tranquilizara un poco, pero me sentía un poco incómodo. Carlysle comenzó a hablar, estaba tan nervioso que no lograba entender lo que decía pues, hablaba muy bajito o muy rápido.

—Por favor tranquilízate, no te entiendo— anuncié.

—Aidan,— comenzó de nuevo, esta vez con mayor claridad —se que a partir de mis malas decisiones es que estamos en esta situación, y no sabes cuanto me arrepiento por todo, enserio lo lamento y, sinceramente estoy muy asustado por lo que dijiste esta mañana antes de irte, no… no quiero perderte, no se que haría sin ti.

«Tal vez debiste pensar en eso antes.»

No dije nada, solo me quedé callado, mirándolo casi a punto de llorar.
Se sentó en la mesita que estaba frente a mí, me parecía que le temblaban las piernas.

—Nada de lo que ha pasado en estas últimas horas tiene sentido para mí, y es que por más que intento armar el rompecabezas no lo logro, hay piezas que me faltan, y se que te empuje a esto y estoy tan arrepentido que…— se tomó un momento, me parecía que tenía un nudo en la garganta pues, me parecía que quería llorar —Aidan, se que me dijiste que esta era mi última oportunidad, y en serio me aterra la idea de perderte, no quiero perderte, por favor perdóname.

—Me has dicho tantas veces las mismas palabras que, comienzan a perder sentido— hablé. —Tus disculpas se sienten vacías.

Carlysle comenzó a llorar.

—No tengo excusas, no tengo nada mas que burdas explicaciones que estoy seguro no quieres escuchar, y se que te prometí que haría de esta navidad la mejor de todas, que sería inolvidable, y lo conseguí, de mala manera pero creo que lo conseguí, y no sabes como lo siento, te he hecho pasar por tantos malos ratos y tú no te mereces nada de eso, eres una persona increíble que me apoya incondicionalmente y, y yo solo te hago sentir inseguro y es que soy muy torpe para esto, y es que no se nada de relaciones amorosas, y no sabes lo vergonzoso que es admitirlo aunque ya lo sabes… Lamento tanto que mis errores te hagan alejarte cada vez más, se que te prometí la luna y las estrellas y todo lo que desearás, se que prometí enamorarte, y lamento no cumplir nada de eso, yo-

—Basta,— interrumpí entre lágrimas —no quiero escucharte, estoy harto de llorar por tu culpa, estoy harto de justificar tus malditos errores. Se perfectamente que no tienes experiencia, pero eso no es justificación para que pongas todo sobre mí; sé que tienes una vida, que eres una persona que tiene responsabilidades y necesidades como cualquier otra, pero si estamos en esto, si quieres que esto funcione, necesita de ambos, no nada más de mí, esto jamás funcionará si lo único que verdaderamente te importa es tu trabajo; ¡esto jamás funcionará si solo a uno de nosotros nos importa intentar hacer que esto funcione! Estoy cansado de que no veas todo lo que hago por ti, y no importa lo mucho que me gustes, si no me das lo que merezco entonces no voy a quedarme a ver como me destruyes.

La Sacra CoronaWhere stories live. Discover now