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Kaori

Las cosas eran muy confusas, de pronto, en medio de la noche, así como así, Aidan había salido por la puerta con una gran maleta, azotó la puerta y se fue.

Yo que hasta hacía unos segundos estaba en la cocina comiendo algo con Ben lo vi todo, pero no entendía nada.

Ben salió corriendo tras Aidan, en medio de una fría y oscura noche en la que ni la luna era visible.

Sin duda alguna, algo no andaba bien, que Aidan saliera tan apresuradamente a estas horas era sumamente extraño pero, ¿y Carlysle? ¿Dónde estaba él?

Tuve un mal presentimiento, por lo que impulsado por la preocupación subí las escaleras a toda velocidad y me dirigí a la habitación de Carlysle.

La escena era, más allá de confusa, desoladora.

Carlysle estaba de rodillas en el suelo, con las manos en el pecho y encorbado, llorando sin reparo, comenzaba a hacerme una idea de lo que había pasado.

Dios, no por favor.

—¿Lyle...?— pregunté.

—Se fue—respondió él con la voz quebrada.

—¿Q-qué?— solté, no podía creer lo que acababa de escuchar.

—Regresa con Beck— informó.

Estaba tan confundido y atónito que no podía creerlo, ¿Aidan dejar a Carlysle? ¿Por William Beck? Eso no tenía sentido, algo estaba mal.

El Aidan que conocía estaba locamente enamorado de Carlysle, aunque le diera miedo admitirlo, aunque se sintiera inseguro, aunque tuviera que enfrentarse a los medios y a las habladurías, aún con todo eso, él lo amaba, y yo, que había sido testigo de todas las miradas, las sonrisas y las palabras podía asegurarlo.

—Lyle...

—Sé que hice mal muchas cosas,— sollozó —que cometí muchos errores pero, ¿por qué?

—No digas eso— pedí.

Prácticamente toda mi vida la había pasado con este hombre, mi amigo más leal, a quien había visto crecer, estudiar, graduarse y convertirse en un hombre, yo que lo había acompañado desde que tuvo su primer amor hasta la muerte de su padre, nunca lo había visto tan destrozado, tan roto.

Me acerqué a él e intenté levantarlo, pero no podía, él no quería levantarse; así que me senté a su lado y lo abracé, temblaba como si tuviese mucho frío, y creo que en su corazón estaba helando.

—¿Que tienes ahí?— pregunté al ver como aún a pesar de haber cambiado de posición sus manos seguían apretandose contra su pecho.

Cuando le pregunté, con manos temblorosas me enseñó, tenía en sus manos el anillo que le había dado a Aidan en navidad.

—Hombre, esto no tiene sentido— dije.

—Yo lo ahuyenté, ¿verdad?— preguntó con voz triste y ronca.

—¿Qué? No, para nada.

—¿Entonces por qué se fue? Al final lo único que hice fue priorizar mi trabajo, dejarlo de lado, y aunque intenté remediarlo parece que no fue suficiente...

—Diste lo mejor de ti.

—Debí dar más para que se quedara.

—Hiciste todo lo que estuvo en ti para enamorarlo, y al final lo lograste.

—Si eso fuese cierto no se habría marchado.

—Te perdonó una y otra y otra vez, cada que cometías el mismo error te perdonaba, eso tambien es parte del amor.

—Dijo que... que yo le daba asco, que me odiaba, que estaba cansado de mi.

Eso no tiene sentido.

—¿No crees que...?

—Qué cosa,— interrumpió Ben —Aidan se fue con tanta prisa que ni siquiera notó que se le cayó su collar... ¿Qué pasó?— preguntó sorprendido cuando por fin puso atención a la escena frente a él.

Carlysle, al ver el sol que se valanceaba en la mano de Ben lloró aún más.

—Llama a Carina— ordené.

—S-si— tartamudeó, parecía estar en shock.

—Dame el collar, llama a Carina y ve por ella— expliqué con más detalle.

Ben asintió, se acercó a mí y me dió el collar, luego se dió la vuelta y mientras salía de la habitación llamó a Carina.

Carlysle me quitó el collar y, junto al anillo, los apretujó contra su pecho mientras lloraba y susurraba "¿Por qué?" repetidamente.

—Carina por favor, llega ya— rogué al aire.

Abrazaba a Carlysle como nunca antes lo había hecho, tenía miedo de lo que venía para Carlysle; Aidan había sido su verdadero primer amor, más allá de sus numerosos romances, de las muchas personas que se había llevado a la cama, Aidan había sido el primero, y Carlysle, como todo un ingenuo, lo había amado como debía de ser siempre que se ama a alguien, incondicionalmente, pero, ahora que la desgracia del mal de amores lo había alcanzado, ¿que sería de él?

Imaginar lo que se avecinaba me preocupaba, pero no en mi cabeza no había espacio para porque primero tenía que calmar al pobre hombre entre mis brazos, ademas de que, seguía sintiendo que algo no encajaba, algo no estaba bien, Aidan no haría algo así... ¿O si?

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La Sacra CoronaWhere stories live. Discover now