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Aidan

Los días transcurrían con tranquilidad, tanta que se hacían algo aburridos pero, año nuevo estaba a la vuelta de la esquela, así que todos estaban vueltos locos con los últimos preparativos.

Necesitaba relajarme, despejarme del bullicio de la casa de los Crawford, además de que tenía que envolver regalos, por lo que usando eso como excusa me fuí a casa a descansar un par de días.

Me tomé mi tiempo para envolver regalos, limpiar mi muy olvidado departamento, descansar y despejar mi ajetreada mente. Estar en casa y tomar un tiempo para mi se sentía bien, seguía en contacto con Carlysle y Ben y ellos, pero igual podía descansar del tumulto.

El día antes de año nuevo, regresaría a casa de los Crawford para ayudar con lo que hiciese falta, así que me preparé y antes de irme quise hacer una parada en una cafetería, me compré un capuchino y me senté en una mesita junto a la ventana, viendo pasar a la gente bien abrigada.

De pronto, mientras tomaba mi bebida, el nombre de Cyra apareció en la pantalla de mi teléfono; respondí a la videollamada.

—¿Que tal todo por allá?— pregunté a modo de saludo.

—Todo está increíble— respondió ella. —¿Tú qué me dices?

—Justo como lo dejaste.

—Parece que no la estás pasando bien.

—Son fechas difíciles, pero no estoy solo.

—Menos mal, te llamo para darte tu regalo de año nuevo.

—Sabes que aún falta un día, ¿verdad?

—Por supuesto que lo sé, tonto, pero no puedo guardarlo más tiempo— chilló llena de emoción.

—Bueno entonces, ¿dime?

Cyra asintió muy emocionada, miró a un lado de la cámara, como viendo un monitor y, a la par que volvía a centrar su atención en mí, me llegaba un mensaje de ella.

—Acabo de enviarte dos entradas para El Cascanueces en el teatro Brancaccio para el 5 de enero.

—Oh por… Dios, Cyra, ¡gracias!— exclamé extasiado.

—¿Ahora entiendes porqué no me lo podía guardar más?

—¡Si! Es increíble, muchas gracias Cyra, es increíble.

—Feliz año nuevo, Aidan.

—Feliz año nuevo, Cyra.

—Tengo que irme, más tarde te llamo de nuevo— se despidió Cyra.

—Saluda a tu familia de mi parte.

—Claro.

Cyra sonrió cálidamente y luego terminó la llamada, revisé el archivo de los boletos que me había enviado, sin duda era un regalo increíble que me emocionaba mucho.

Seguí tomando mi café cuando, de la nada, una voz a mi lado llamó mi atención.

—¿Aidan Lennox?— preguntó la voz, un hombre.

—¿Si…?

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