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Aidan

Desperté con los suaves rayos del sol que se filtraban por la ventana hasta mi lugar en la cama, Carlysle me tenía abrazado, así que yo usaba su pecho como almohada, despertar de esta forma era muy cómodo, más considerando que antes de dormir Carlysle había cumplido con su palabra.

Una vez que terminamos de hacerlo, por muy cansados que estuviésemos él me llevó al baño después de preparar la tina para ambos y se encargó de asearme completamente, una vez limpios me secó el cabello y nos fuimos a la cama, ya era muy tarde cuando nos fuimos a dormir, así que el sol que me despertó no podía ser otro que el sol vespertino.

Me estiré un poco y luego tomé mi teléfono, pasaban de las 12:00, cosa que en realidad no era un problema, el verdadero problema estaba en mi estómago, moría de hambre.

Me moví con cuidado para no despertar a Carlysle, una de vez de pie me vestí y entré al baño para arreglar el desastre que suponía mi cabello, después, salí al vestidor y me encontré con que Carlysle ya estaba terminando de vestirse.

—Buenos días— saludó dulcemente mientras depositaba un pequeño beso en mi mejilla.

—Realmente buenos— murmure mientras lo abrazaba.

—¿Qué tal dormiste?— preguntó mientras recargaba su cabeza en la mía.

—Muy bien, ¿y tú?

—De maravilla— respondió solo para un segundo después ser interrumpido por el gruñir de mi estómago. —Valla que tienes hambre, apresuremonos a ir a la cocina para que comas algo.

No dije nada más y él tampoco, salimos tomados de la mano rumbo a la cocina mientras hablábamos de cualquier cosa, al llegar a nuestro destino nos encontramos con no solo la presencia de Carina, quien desayunaba tranquilamente, sino también la de Cyra y Matt, no me esperaba verlos.

—Creí que ya no te vería— saludé a Cyra.

—Y yo pensé que nunca saldrían de esa habitación— defendió ella.

—Está desesperada por hablar con ustedes— comentó Matt mientras se calentaba las manos con la taza de café caliente que tenía en estas.

—La verdad, si no bajaban pronto, yo misma iba a ir por ustedes— intervino Carina.

—¿Y qué es eso tan importante que tienes que decirnos, Cyra?— preguntó Lyle mientras tomaba asiento al lado de su madre.

—Más bien, tengo algo sumamente increíble que enseñarles— corrigió ella.

—Cyra, a lugar, por favor— pedí mientras me sentaba al lado de Lyle.

La anteriormente mencionada fue donde su mochila, rebusco y de esta sacó lo que parecía una revista, se acercó a donde nos encontrábamos Lyle y yo y nos la entregó del lado de la contraportada, más me importaba que no fuera algo vergonzoso que descubrir porque había tanto suspenso en el ambiente.

Lyle me miró fugazmente con extrañeza en el rostro, estábamos igual, ninguno entendía nada de lo que pasaba. Bajo la atenta mirada de los presentes Carlysle le dio la vuelta a la revista, en la portada, una gran foto de una modelo adornaba la portada junto con el nombre de la revista, entre los encabezados que figuraban alrededor de la foto, uno en especial me llamó la atención; “Carlysle Crawford… ¿y su novio?” figuraba como título.
Carlysle evidentemente también lo noto, soltó una risilla nerviosa y abrió la revista buscando el artículo, lo encontró rápidamente puesto que el título de este era bastante llamativo, sin mencionar que estaba acompañado por una gran foto de él.

—Leelo en voz alta— pidió Carina.

—”El joven magnate de los negocios Carlysle Crawford, conocido por su frío corazón además de los impresionantes negocios que ha logrado para su corta edad, se ha visto recientemente envuelto en lo que se cree una emocionante relación con un joven misterioso, se espera que el joven empresario de casi veintinueve años de edad anuncie formalmente su relación con este joven dentro de poco, puesto que en las últimas semanas se han dejado ver muy cariñosos…”

La Sacra CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora