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Aidan

Cuando llegué y entré a la cocina lo primero que vi fue a la madre de Carlysle, Carina; no me esperaba verla, no sabía que estaba en su casa, después de todo el invitado era yo.
Como no sabía que ella estaba en casa me sorprendí tanto que sentí los mareos de la anemia a flor de piel; «a quien me escuche, no me quiero desmayar frente a mi casi suegra…»

Carlysle intentó escapar de la cocina diciendo que, como ya nos conocíamos, nos dejaba para que nos pusiéramos al día, y aunque claramente era más que necesario, no podía dejarme ahí solo.
Su madre lo hizo volver con simplemente alzar un poco la voz, eso era tener a un hijo dominado.

Ambos nos sentamos en los taburetes de la barra mientras que su madre nos miraba inquisitivamente desde el otro lado de la misma, estaba muy nervioso y no sabía qué decir o cómo actuar, me dolía la cabeza y sentía que podía morir ahí mismo por el estrés que toda esta situación me estaba causando; Carlysle debió notarlo porque me tomó de la mano y comenzó a hablar con su madre.

—Mamá,— comenzó él —estoy seguro de que recuerdas a Aidan, y se que la situación en la que se conocieron era muy complicada y distinta pero, las cosas han cambiado mucho y, se que recuerdas que te hablé de una persona con la que estoy saliendo y que me hace muy feliz y, bueno, esa persona es Aidan, él me hace muy feliz.

—Aunque de alguna forma me lo esperaba estoy sorprendida— reconoció ella. Su semblante era serio, emanaba un aura de poder y seguridad que me agobiaba, mis padres nunca me habían mirado con tanta severidad, ni siquiera cuando William les dijo que éramos novios, aunque, en ese momento aún no decía que ellos eran mis padres.

—¿Qué?— preguntó Carlysle atónito. Carina se encogió de hombros.

—Instinto maternal, tal vez.

—No tiene sentido, lo sabes, ¿verdad?

—Si bueno, nada en el instinto maternal tiene sentido pero, eso no es lo importante, ¿cómo?— preguntó —¿Cómo es que pasaron de secuestrador y secuestrado a… pareja?

—Es una larga historia— suspiró Carlysle sin dejar de mirarme, su mirada era tranquila y acogedora apesar de la situación.

Me aferraba a su mano con fuerza y él solo acariciaba la mía, intentando disminuir mi estrés, aunque solo fuera un poco.

—Bueno, nadie saldrá de aquí en todo lo que le queda al día cariño, puedes comenzar a partir de cuando me fuí— encomendó ella. Esta sería una velada muy larga, excesivamente larga.

—Bueno…— comenzó Carlysle, quien se encargó de contarle todo lo importante y sin demasiado detalle a su madre. Durante todo lo que duró su discurso no me soltó, en ningún momento lo hizo, y se lo agradecía tanto.

Para ciertas partes del relato fue necesario que yo hablara, pero estaba tan nervioso, mareado y hambriento que todo lo que querían escuchar se me había olvidado.
Aunque me había sido difícil, pude hablar y relatar todo lo que Carina esperaba escuchar de mí, aunque me parecía que Carlysle no estaba muy contento con la presión a la que me estaba sometiendo.

Entre tanto Kaori llegó con comida y, como yo moría de hambre desde hacía mucho Carlysle incitó a su madre a comer para que así yo no comiera solo, al final comimos los tres en el comedor mientras veía a lo lejos a Ben haciendo ademán de rezar por mi, le encantaba molestar siempre que podía.

Hablamos mucho rato hasta que me dolía tanto la cabeza que tuve que disculparme y retirarme, ya en la habitación tomé mis vitaminas, además de que tomé algo para el dolor que me atacaba, se sentía como si alguien martillara en mi cerebro, hasta podía visualizar un cartel de "No pase" colgado en algún rincón de mi cabeza.
Me puse el pijama y luego me recosté en la cama, me sentía tan mal que la luz me molestaba; mientras me terminaba acomodar y alcanzaba a Chispita entró Carlysle tratando de no hacer mucho ruido.

La Sacra CoronaWhere stories live. Discover now