52

401 33 8
                                    

Aidan

Mi cuerpo aún sufría los estragos del reciente orgasmo cuando comencé a sentir un líquido espeso y caliente escurrirse de mi trasero, que desastre, pero eso solo era el resultado de provocar a Carlysle sin detenerme a pensar en las consecuencias.

—Discúlpame por terminar dentro— dijo Carlysle con voz tímida luego de un rato.

—¿Vas a hacerte cargo?— pregunté.

—Por supuesto— aseguró él.

—Entonces no hay problema.

—¿Seguro?

—Totalmente.

—Sigo impresionado por la forma en la que te mueves, ¿por qué no lo hiciste antes?

—¿Hacer qué?— pregunté entre risas.

—Tú sabes, quiero decir,— dijo con cierto nerviosismo —montarme y moverte a tu ritmo.

—Bueno, jamás pensé que te gustaría tanto...

—Fue jodidamente increíble, en serio.

—Me alegra que lo hayas disfrutado tanto...

—¿Qué hay de ti?

—¿Yo qué?

—¿Lo disfrutaste?— preguntó. Una mirada bastó para decirle todo, en respuesta sonrió complacido y depositó un cariñoso beso en mi mejilla y, aprovechó que se había acercado a mí para pasar su brazo por debajo de mi cabeza y abrazarme cariñosamente.

Mientras me abrazaba nos miramos, no decíamos nada, pero nuestras miradas nos contaban a gritos todo lo que nuestros labios callaban; perderme en su mirada era tan fácil y tan placentero que podría mirarlo por horas sin aburrirme. Mirarlo era como mirar un atardecer en el campo, disfrutando de la naturaleza que te rodea acompañado de los bellos tonos anaranjados, rojizos y rosados de los que se pinta el cielo justo antes del anochecer. Me gustaba pensar que él sentía la misma calidez que yo cada vez que nuestras miradas se cruzaban fugazmente.

Entre el casi sepulcral silencio y la taquicardia que me provocaba mirarlo durante tanto a los ojos comenzó a sonreír de la nada y, aparentemente, solo por que sí, era una de esas pequeñas pero hermosas sonrisas que me dejaban embobado; cada pequeña expresión de ese hombre me fascinaba, sin importar si me estaba sonriendo o tenía el ceño fruncido mientras leía algo, sin importar de que se tratase, él me mantenía cautivado todo el tiempo, que Carlysle me gustase se sentía tan bien...

Cuando menos me lo esperaba, Lyle ya se estaba acercando a mí y en menos de un segundo ya había unido nuestros labios en un bien correspondido beso. Era uno de esos besos suaves y profundos que me llenaban de una sensación de calidez y paz, por sobre todo y más ahora que antes, Carlysle me daba paz, a pesar de los malos ratos él me transmitía paz y seguridad, Lyle no me provocaba ansiedad, solo paz, eso valía millones.

Una vez que nos separamos Carlysle juntó su frente con la mía y luego frotó suavemente la punta de su nariz con la mía.

—Quiero decirte algo— murmuró Carlysle.

—Dime entonces— respondí intrigado.

Antes de responder, Carlysle volvió a mirarme, pero ahora su mirada reflejaba mucha más intensidad que antes.

—Aidan...— susurró —tal vez no sea el momento más adecuado, pero siento que si no te lo digo ahora voy a arrepentirme...

¿Qué era lo que quería decirme? Debía ser algo verdaderamente importante viendo lo nervioso que se había puesto.

—Aidan, te amo— concluyó en un hilo de voz. Mi corazón latió desbocado en mi pecho.

—¿Qué...?— atine a decir, estaba tan sorprendido y emocionado que no podía pensar correctamente.

—Llevaba varios días queriendo decirte esto, en serio no tienes idea de lo feliz que me haces y de lo mucho que te amo y, no quiero que te sientas presionado o agobiado por esto, te esperaré el tiempo que haga falta— concluyó para inmediatamente después acercarse a mí para besarme de nuevo.

—Estoy tan sorprendido que no tengo palabras...— murmuré anonadado después de unos minutos de solo verlo y no pronunciar palabra alguna.

—¿Te lo digo de nuevo?— preguntó con tono burlón.

—Sí, por favor.

—Te amo, Aidan Lennox, te amo más que a nada y a nadie en este mundo.

—Otra vez— pedí. Estaba siendo demasiado egoísta pero, ¿en serio podía tener tanta felicidad?

—Te amo— comenzó a susurrar repetidas veces mientras me besaba repetidas veces.

De pronto, sentí la necesidad de más, pero antes de siquiera considerar hacer algo Lyle ya había aumentado la intensidad de sus besos hasta que de pronto, cuando menos lo vi venir él ya estaba encima mío. Posó su mano en mi mejilla y de a poco fue bajando, acarició mi cuello y luego mi pecho, deteniéndose a jugar con mis pezones, luego siguió con su recorrido por mi vientre hasta llegar a mi erección, la cual rozó intencionalmente varias veces arrancándome suaves jadeos que de a poco se intensificaban, siguió descendiendo un poco más hasta mi entrada, la cual comenzó a embestir con sus dedos.

—Entra— rogué.

—Como ordenes— respondió al tiempo que se acomodaba entre mis piernas.

No me hizo esperar mucho, en un instante ya estaba embistiendo con fuerza, y con algo mucho más grueso que sus dedos.

—Te sientes mejor con mi semen que con el lubricante, conejito— comentó guturalmente mientras yo le arañaba la espalda y gemía su nombre sin parar.

—Aidan, ¿puedo...?

—¿Terminar dentro?— interrumpí con la voz quebrada —Sí, mientras después te encargues...

—Mierda, creo que nosotros también debimos irnos a un hotel.

~~∆~~

Capitulo cortito pero aquí esta lo prometido, se viene el capitulo de año nuevo y les aviso que va  haber drama a partir del siguiente capitulo, PERO, drama del bueno, ya no mas llanto ni penurias, lo prometo.

Eso es todo por hoy, les prometo traerles algo mucho mejor la siguiente semana.

La Sacra CoronaWhere stories live. Discover now