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Cyra

Cuando escuché personas gritando el nombre de Aidan y clamando por ayuda al otro lado del teléfono corrí tan rápido como pude hasta su facultad, corrí sin importarme que la gente me veía como si estuviera loca, corrí porque sentía que él me necesitaba.

Tenía su horario, por lo que sabía exactamente en qué salón se encontraba, corrí tanto que al llegar tuve que tomarme un momento para reponerme.

Dentro del salón de Aidan había un círculo del que provenían algunos gritos y susurros, justo cuando me disponía a acercarme un par de hombres con uniformes de paramédico entraron a toda prisa al salón, dispersaron al tumulto que se había formado, y se adentraron entre la gente, ahí fue cuando vi a Aidan. Tan frágil y pálido, tenía los ojos cerrados, como si estuviera dormido; se me rompió el corazón cuando los paramédicos lo pusieron en una camilla de plástico.

—¿Alguien aquí es cercano al chico?— preguntó uno de los paramédicos alzando la voz muy por encima de los susurros y voces que aún se escuchaban.

—Yo soy su mejor amiga— hablé con un nudo en la garganta.

—Acompáñenos por favor— indicó el hombre.

Entre los dos paramédicos levantaron casi sin esfuerzo la camilla de plástico en la que estaba Aidan, de ahí lo subieron a una camilla y luego se abrieron paso por la gente y salieron del salón, siendo seguidos de cerca por mí.

Conforme íbamos caminando las personas alrededor se nos quedaban viendo, murmuraban y señalaban descaradamente a Aidan, y eso solo me partió aún más el corazón.

Llegamos a una ambulancia, lo subieron a esta y me permitieron ir con él, en eso, una llamada me sacó de mi aturdimiento.

—Diga— respondí sin mirar quien era.

—Cyra, ¿está todo bien?— preguntó William al otro lado del teléfono —Me llamaron diciendo que Aidan se había desmayado o algo así.

—Recién lo subieron a la ambulancia, voy con él al hospital.

—Dios…— sollozó preocupado —sabes que hacer, que lo lleven con Christian y que lo pongan en la sala VIP, ya sabes, que tenga el mejor cuidado y… por favor, mantenme informado, te lo ruego Cyra.

—Por supuesto, te… te iré avisando de todo conforme vaya avanzando la situación.

—Gracias… te… te dejo.

—Sí, hasta luego— me despedí.

William colgó y yo pedí que nos llevarán a un hospital específico. En el camino, el paramédico que iba en la parte de atrás (junto con Aidan y conmigo) revisaba sus signos vitales y demás cosas.
William me envió un mensaje con toda la información que podría necesitar, cómo venía siendo el número de seguridad social y demás.

El camino al hospital se me hizo eterno, y estaba tan preocupada que el paramédico me preguntó si me sentía bien, la verdad no, no me sentía muy bien.

Cuando llegamos al hospital, Christian, el médico de William, se dedicó a examinar a Aidan y luego a explicarme un poco de la situación.
Christian ordenó que se llevarán a Aidan para que le hicieran los estudios correspondientes y que luego lo llevarán a una habitación privada.
En eso, Christian me ayudó a llenar los formularios correspondientes.

Pasó algo más de una hora hasta que pude ver a Aidan, ya en su habitación, con la típica bata de hospital, un monitor de signos vitales descansaba a su lado y un suero o algo parecido se conectaba a su brazo.

Con cada minuto me sentía más angustiada, un fuerte dolor de cabeza me atacaba, sin olvidar el montón de mensajes y llamadas que tenía que responder. Algunos mensajes para William, avisándole de cada cosa que pasaba, y algunas llamadas con él. Mensajes y llamadas con Matt y otros tantos mensajes intentando contactar a Carlysle, que ni Matt ni yo podíamos contactar.

La Sacra CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora