38

836 49 59
                                    

Aidan

Guiaba a Carlysle a través de los pasillos serpenteantes del edificio de eventos sociales.
Me miraba raro, intentaba hablarme pero yo cortaba su intento de conversación nada más empezar.

—¿Qué hacemos aquí?— preguntó Carlysle rápidamente después de que prácticamente lo arrastre hasta el primer baño que vi —Si querías que te acompañara al baño solo tenías que decirlo.

No respondí, estaba más apurado en revisar todos los cubículos sanitarios, en busca de que no hubiese nadie. Podía sentir la mirada inquisitiva de Carlysle sobre mí, no decía nada, pero sabía que me miraba raro.

Estaba muy ansioso, acelerado; respiraba con cierta dificultad y necesitaba con urgencia actuar.

Una vez que comprobé que no había nadie en ninguno de los cubículos y, sin poder soportarlo más, arrastré a Carlysle hasta uno de estos, cerré la puerta con el segurito de mierda que tienen los baños públicos y comencé a besarlo, no se opuso, pero en el fondo sabía que le parecía extraño.

—¿Puedo saber que está pasando?— preguntó Lyle entre besos.

—Voy a serte muy, muy sincero— advertí, separándome de él para verlo fijamente a los ojos.

—Okay…

—Estoy muy cachondo, y pensaba esperar hasta que estuviéramos en casa, pero no aguanto más, así que, follame aquí mismo.

Carlysle evidentemente no se esperaba nada de lo que dije, y sus facciones lo delataban, pues abrió los ojos como platos, se sonrojó e, incluso, dio un paso atrás, todo lo que el estrecho espacio le permitía.

Me daba bastante vergüenza decírselo, pero estaba tan caliente que me importaba muy poco.

Al ver qué Carlysle no reaccionaba me lancé a besarlo de nuevo, tardó un instante en responder, pero cuando lo hizo acompañó el beso con un fuerte agarre en mis caderas; y mientras lo besaba, comencé a desabrocharle el cinturón.

—Aidan,— jadeó —no tenemos un condón.

Llevé la mano hasta el bolsillo de mi pantalón y saqué el preservativo que le había pedido a Cyra minutos antes.

—Si tenemos— dije muy seguro, aprovechando para respirar un poco.

—Parece que ya lo tenías todo bien planeado…

—En lo absoluto.

—¿Y entonces de dónde sacaste esto?— cuestionó de forma entre acusatoria y coqueta.

—Se lo pedí… a… Cyra…— jadee al sentir como amasaba mi trasero.

—No está bien hacerlo aquí— regañó, sus palabras y sus acciones no concordaban.

—Pero ya estás duro— hice notar mientras jugaba con la hebilla de su cinturón.

—Tendría que correr al médico si no fuera así,— debatió mientras me alejaba de él, aprovechando la estratégica posición de sus manos —quiero decir, después de todo esto sería más extraño que no lo estuviera.

—¿Entonces por qué no quieres hacerlo conmigo?— lloriquee.

Estaba tan jodidamente desesperado que no me molestaba siquiera en disimularlo, pero todo apuntaba a que Carlysle en serio no quería hacerlo conmigo.

«Mierda, esto se va a volver incómodo. Que gran idea, idiota».

—Claro que quiero hacerlo contigo,— consoló —pero estamos en un baño.

La Sacra CoronaWhere stories live. Discover now