15

1.5K 136 14
                                    

Carlysle

—Lo siento mucho— repitió Aidan, estábamos en camino a mi casa.

—No volveré a intentar hacer que adivines quién soy, pero no te preocupes— reí.

—Te saqué sangre…

—No fue tu intención, ¿o si?

—No, claro que no.

—Entonces está bien, no te preocupes— repetí.

Cuando llegué a la universidad de Aidan logré verlo a lo lejos, conversando con una chica, y por alguna razón me pareció buen plan llegar por su espalda y cubrirle los ojos, mala idea.

Cuando lo hice, no pasaron más que unos segundos cuando Aidan ya estaba reaccionando de forma brusca.
Hecho la cabeza hacia atrás y me golpeó en el puente de la nariz, provocando que sangrara.
Aidan se disculpó mientras me pasaba un pañuelo para que me limpiara.

Luego me presentó a la chica con la que estaba, resultó ser su mejor amiga, de nombre Cyra. A primera impresión era una persona agradable, y lo que más resaltaba de ella eran sus rasgos y sus ojos, cada uno de un color distinto.

Poco después de eso nos despedimos de ella, y nos pusimos en marcha; Aidan estaba tan apenado que no decía nada, solo veía por la ventanilla mientras yo conducía.

—Llegamos— anuncié después de un rato, no hubo respuesta de ningún tipo. Volví mi atención a Aidan y pude ver qué estaba recargado en la ventanilla, con la mirada perdida en sus tenis.

—Aidan, ya llegamos— repetí, no hubo respuesta.

—¿Aidan?— que no respondiera y que se viera tan fuera de sí me inquietaba.

—¡Aidan!— exclamé tomándolo por el brazo, moviéndolo un poco.

—Lo siento, ¿qué ocurre?— preguntó cuándo reaccionó luego de moverlo.

—¿Estás bien?— inquirí —Te hablé pero parecía que estabas en otro lado.

—Lo siento, no te escuché, eh estado muy distraído todo el día— comentó.

—¿Seguro solo es eso?

—Si, solo eso— habló no muy convencido.

—Bueno… vamos— invité, está vez Aidan asintió y salimos del auto, caminamos hasta la entrada de la casa y lo invité a pasar, Aidan sonrió tímidamente para automáticamente después entrar, siendo seguido por mí.

—¿Tienes hambre?— inquirí.

—No, comí en la escuela— comentó.

—Bueno, puedes tomar lo que quieras si te da hambre, no…

—¡Aidan!— interrumpió mamá.

—Hola— saludó Aidan.

—No sabía si volverías,— comentó —¿me lo prestas un rato?— preguntó mamá.

—Pregúntale a él— dije.

—¿Te parece bien pasar un rato conmigo?— invitó mamá.

—Me encantaría— aceptó Aidan con lo que parecía incomodidad.

—No lo hostigues mucho mamá.— advertí, recibiendo una mala mirada de su parte —Tengo algo de trabajo por hacer,— anuncié —no hagan nada que yo no haría.

—No te excedas— pidió mamá ignorandome.

—Esta bien, no te preocupes mamá— besé su frente cariñosamente y, aunque tenía la intención de despedirme de Aidan el se veía distraído de nuevo, así que opte por no hacer nada.

La Sacra CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora