Asentí.

Me arrojé hacia atrás sobre el sofá, quejándome internamente.

—Saldré a... tomar aire. —Le dije de pronto, poniéndome de pie.

Harry me dio una miradita. Subí a mi habitación y me alisté para ir a correr al parque, mis claras intenciones no eran ejercitarme, sino, oxigenar mi mente.

Salí de allí sin que me detuvieran antes porque de esa forma tardaría más en salir.

Tomé una gran inhalación y comencé a correr hacia mi objetivo. El aire caló dentro mío provocándome alivio al instante. No me sentía mal. De hecho, hace días sentía una calma extraña, un control improvisado de mi alrededor.

Pensé en Harry y sonreí al saber lo que causaba en mí y en respuesta sobre mi vida. Corrí alrededor de unos largos minutos a un parque más lejano del que tenía en mente.

Calmé mi velocidad y me detuve, agitada. Respiré profundo.

Comencé a hidratarme cuando noté una cámara pequeña, pero profesional, a la distancia disparar en mi dirección.

Era un tipo vestido de negro, casual. Lo miré insegura, notando la forma en la que fingió que yo no lo veía. Volví hacia la dirección contraria, pensando que quizás, no era yo a quien fotografiaba, pero allí me encontré a otros cuatro más cerca. Y antes de que me sintiera en pánico ellos comenzaron a fotografiarme más y más, acorralándome.

Oculté mi rostro, y corrí a casa, me sentí invadida, pero a la vez me sentí muy asustada.

Llegué posiblemente en menos tiempo que el que usé en salir. Abrí el sistema de seguridad y me metí adentro, resguardándome. Me recargué en el metal frio, buscando aire, ahora exhausta.

Mi corazón latía con fuerzas.

Recordé esos comentarios en las redes sociales que una y otra vez ignoré fingiendo que no me afectaban, pero que involuntariamente terminaron por causar que ni siquiera pudiera abrir más mis cuentas.

Caminando rápido hacia la puerta recuperé mi respiración.

Fui a la sala y allí me encontré a aquellos dos que me miraron extrañados.

Rebusqué desesperada mi celular entre los almohadones. Harry al notarlo me lo extendió. Lo tenía él.

—No salgas sin él, por favor. —Me pidió.

Abrí las redes sociales y todo explotó en mi mente.

Estaba etiquetada en mil publicaciones. Fotografías comentarios y agresiones. Comencé a deslizarme con miedo entre ellas y cada una me angustió.

La gente parecía odiarme.

Parecía que les desagradaba.

¿por qué?

Un sinfín de fotografías comparaban mis caderas con las de otras modelos, haciendo ilusión aquella medida que debía tener para ser una de ellas. No creían que fuese digna de esa agencia.

Los seguidores en Instagram subieron por las nubes, pero no vi nada bueno de ellos, nada bueno salía de sus comentarios, mucho menos de sus posteos.

Me angustié.

Bajé el celular un instante, sin querer siquiera mirar a quienes por supuesto ya me miraban. Y sin poder más, antes de romper en llanto frente a ellos, me largué de ahí.

Sentí un profundo odio a todo el exterior y era tan fuerte que también poco a poco con cada pensamiento y cada comentario en mi memoria, fue haciendo estragos sobre mí. Sobre la mujer que era y como lucía siendo una.

ARDER EN LIBERTADWhere stories live. Discover now