• Impaciente •

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Empezamos fuerte chicxs. :)

- Ay chiquita... ¿Por qué te estás portando tan mal? -preguntó en un murmuro, con la voz ronca mientras pasaba su dedo por el labio inferior de la rubia.

- Yo soy una buena niña, papi...

- No lo creo. -negó. - Ahora desnúdate.

Ella rápidamente lo hizo y cuando estuvo completamente desnuda, el la empujó a la cama subiéndose sobre ella.

Tomó de la mesa junto a la cama unas esposas y sin esperar mucho tiempo, tomó sus manos esposándola a la cama.

- Papi. -jadeó.

- No muevas esas manitos pequeña.

El lentamente comenzó a besar la piel de su cuello y ambos sabían perfectamente que ese era el punto débil de la rubia.

Esta jadeó contenta y estiró aún más su cuello tirando su cabeza hacia atrás para darle un mejor ángulo, porque si que lo disfrutaba.

Sin poder controlarlo arqueó su espalda apegando su sexo descubierto al pantalón de mezclilla del pelinegro y soltó un gemido al sentir el material áspero.

- Papi, por favor.

- ¿Por favor que, chiquita? -preguntó divertido sin separarse de su piel, mientras sus manos se paseaban tranquilamente por su cintura.

- Te quiero sentir también.

- Paciencia mi amor. -el murmuró con voz ronca. - Quiero disfrutarte.

Ella sollozó desesperada pues quería sentirlo dentro de ella golpeando fuertemente, pero al parecer el pelinegro estaba de humor para juegos.

Lentamente el pelinegro fue descendiendo sus besos, se entretuvo durante unos segundos en sus pechos repartiendo besos y chupetones en cada uno para luego continuar bajando por su cuerpo.

Al llegar a su monte de venus simplemente ignoró el lugar donde ella más lo necesitaba, haciéndola quejarse.

- Juggie. -jadeó. - Tócame. -pidió.

El sonrió repartiendo besos en la cara interna de sus muslos y se separó levemente, para verla directamente a los ojos.

- ¿Donde quieres que te toque? -preguntó con voz ronca y ella jadeó. Sentía su respiración agitada y su pecho subía y bajaba rápidamente.

- T-tu sabes d-donde. -murmuró con la voz entrecortada.

- No, no lo sé. -dijo un tanto divertido. - Quiero escucharte.

- Papi...

- Vamos linda, dilo.

- Ahí... -señaló su parte íntima y el soltó una risa.

- ¿Tan difícil es decirlo? -le preguntó, acercándose a su oído. - No puedes decir dónde quieres que te toque, pero si pedirme a gritos que te folle, ¿Eh? -soltó una risa ronca. - Es irónico linda, que te sonrojes por decir cosas como esas, y que también gimas como toda una zorra cuando te toco.

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