~ "𝑫𝑶𝑳𝑳𝑯𝑶𝑼𝑺𝑬" ~ ─── 𝘿𝙧𝙖𝙘𝙤 𝙈𝙖𝙡𝙛𝙤𝙮 [𝑯𝒐𝒖𝒔𝒆𝒔; 1.0] - (+18)

𝔖𝔱𝔯𝔬𝔨𝔢 𝔬𝔣 𝔥𝔞𝔭𝔭𝔦𝔫𝔢𝔰𝔰

Encontré información adicional de Potter cuando olvido su agenda de apuntes en el comedor, había realmente cosas interesantes escritas en ella.

Ahora ya no le temía tanto al señor oscuro, pude hablar con el de una manera más 'amistosa" y mientras más cerca de él me mantenía, mejor sería. Mantener a mi madre a salvo era el fin, y era justo lo que estaba haciendo.

***

Entre a la mansión Grindelwald casi tan comparable con un castillo.

Todo era un estilo victoriano, pero a la vez minimalista, el plateado abundaba con varios toques en azul.

Mis padres rápidamente congeniaron con varios rostros conocidos, hasta que unas voces conocidas llegaron a mis oídos.

— Pensamos que nunca llegarías. — Pansy Parkinson, Theodore Nott, Blaise Zabini, Millicent Bulstrode, Adrián Pucey, también se encontraban ahí.

Crabbe y Goyle llegaron unos segundos después.

— ¿Cómo te fue en tu última reunión con tu ya sabes quién? — Pregunto Nott en voz baja y disimulada.

— Bien, realmente bien. — Dije mientras terminaba de saludar a los demás.

— No se supone que esta es la casa de Freya. ¿Dónde está? — Pucey pregunto con una copa de champán entre las manos. Varios levantaron los hombros, y como si Perseo hubiera escuchado nuestra conversación, sujeto una copa y con un tenedor de plata dio unos golpecitos para llamar la atención de la gran mayoría.

— Buenas noches a todos, es realmente un placer tenerlos aquí. Muchos ya deben de conocerme, pero no todos conocen a mis hijos. — Se veía tan orgulloso, que hasta me daba envidia. — Ellos son a los que estoy preparando para que lleven el apellido por un buen y poderoso camino, y hasta ahora lo están haciendo realmente bien. Sin más que decir, quiero presentárselos.

Se quedó callado un segundo otorgándole más drama al asunto.

— Los herederos Grindelwald.

Los cuatro chicos bajaron de unas típicas escaleras grandes y majestuosas.

Justo en el medio, Freya.

— Su cabello...— Pansy y Blaise dijeron en voz baja con tanta sorpresa que hasta un leve sobresaltó me causó.

Su melena larga y esponjosa había desaparecido. Ahora caía con gracia y suavidad por hasta unos centímetros más arriba de sus hombros.

Sus mechones blancos seguían ahí, marcados y hasta me atrevería a decir un poco más prominentes, sus rizos estaban completamente controlados, eran esponjados, pero solo lo requerido, al lado izquierdo de su rostro, su cabello estaba atado con un broche de su insignia familiar; un pequeño cuervo con ojos azules los cuales eran diamantes.

Tenía un vestido negro con detalles en azul, una abertura que dejaba ver la piel de su pierna cada que bajaba un escalón, y los hombros descubiertos.

Pero lo más curioso, no era ni su cabello ni su vestido, si no que un collar con magia encapsulada. La última vez que vi uno fue hace años en una tienda de objetos oscuros en el callejón Diagón en segundo año.

Encapsular la magia no era un hecho fácil. Era peligroso y corría un gran riesgo de que la magia rompiera la encapsulación escapando en cualquier momento.

Pero ¿Por qué encapsular magia buena? La gente solo solía hacerlo con la mala, una magia fuerte, oscura y que era imposible de deshacer, por lo general, una maldición.

Bajo los escalones por completo y la gente comenzó a acercarse a saludar, mantuvo una sonrisa falsa en todo momento, y cuando estaba a punto de desaparecer por los pasadizos que llevaban a otra sala, su padre la tomó de la muñeca atrayéndola hasta nosotros.