La noche oscura

By sakurasumereiro

106K 12.4K 5.6K

Amaya es una cazadora de vampiros, ser tomada prisionera por el príncipe de sus enemigos cambiará todo cuanto... More

PRIMERA PARTE: PREFACIO
CAPITULO I: Rehén
CAPITULO II: En la Guarida del vampiro (I/II)
CAPITULO II Segunda parte: En la Guarida del vampiro
CAPITULO III: Incondicionales
CAPITULO IV: Otra realidad I/II
CAPITULO IV: Otra realidad II/II
CAPITULO V: Hatsú
CAPITULO VI: ¿Huésped o rehén?
Capítulo VI: ¿Huésped o rehén? II/II
CAPITULO VII: El escape
CAPITULO VIII: De regreso en La Orden
CAPITULO IX: Las explicaciones no bastan
CAPITULO X: Obsesión
CAPITULO XI: Descontrol
CAPITULO XII: Reunión clandestina
Capitulo XIII: Incursión sigilosa I/II
Capitulo XIII: Incursión sigilosa II/II
CAPITULO XIV: ¡Hatsú huye!
CAPITULO XV: Beso de sangre.
CAPITULO XVI: Nuevo comienzo
CAPITULO XVII: Celos
Capitulo XVIII: Lía va de Cacería
CAPITULO XIX: Consecuencias
Capitulo XX: Dudas
Capitulo XXI: ¡Amaya huye! I/II
Capitulo XXI:¡Amaya huye! II/II
CAPITULO XXII: Margaritas con sabor fresa
Capitulo XXIII: Planes
Capitulo XXIV: Sangre que mancha las manos
Capitulo XXV: Lía, Una buena amiga (I/II)
Capitulo XXV: Lía, una buena amiga (II/II)
Capitulo XXVI: El cazador vampiro
CAPITULO XXVII: Nuevo ataque
Capitulo XXVIII: Desesperación.
Capítulo XIX: Convalescencia
Capitulo XXX : Obsesivo amor
Capitulo XXXI: Orgía de sangre
Capitulo XXXII: Destino.
Capitulo XXXIII: Reunión vampírica
Capitulo XXXIV: Dos imágenes de un mismo vampiro
Capitulo XXXV: Nueva cazadora
Capitulo XXXVI: Malévola intimidación
Capitulo XXXVII: La aceptación del amor
Capitulo XXXVIII: Revelación (I/II)
Capítulo XXXVIII: Revelación (II/II)
Capítulo XXXIX: Padre e hijo enfrentados
Capítulo XL: ¡Recuérdame! ( Final de la primera parte)
II PARTE
Capítulo I: Preparativos
Capítulo II: Condiciones adversas (I/II)
Capitulo II: Condiciones adversas (II/II)
Capitulo III: Vampiros entre nosotros
Capitulo IV: Después de la entrevista (I/II)
Capítulo IV: Después de la entrevista (II/II)
Capitulo V: Infidelidad
CAPITULO V: En la división médica
CAPITULO VII: Juntas
Capitulo VIII: Reencuentro
CAPITULO IX: El cazador y el vampiro
Capitulo X: Vampiros enfrentados
Capitulo XI: Cobardía
Capitulo XII: Batallas solitarias
CAPITULO XIII: "Clávale la estaca a Drácula"
Capitulo XIV: Asamblea General de las naciones Unidas (I/III)
Capitulo XIV: Asamblea General de las Naciones Unidas (II/III)
Capítulo XIV: Asamblea General de las Naciones Unidas III/III
Capitulo XV: Desenfreno
Capitulo XVI: Miguel Blanco
Capítulo XVII: Heridas del pasado
Capitulo XVIII: Rescate (I/II)
Capitulo XVIII: Rescate (II/II)
Capitulo XIX: Amaya, Hatsú y Ryu
Capitulo XX: Esclavitud
Capitulo XXI: Sueño
Capitulo XXII: Muerte
Capitulo XXIII: Alianza (I/II)
Capitulo XXIII: Alianza (II/II)
Capitulo XXIV: Maestro y discípula
Capítulo XXV: Príncipes del mundo (I/IV)
Capitulo XXV: Príncipes del mundo (II/IV)
Capitulo XXV: Príncipes del mundo (IV/IV)
Encuesta
Capitulo XXVI: En nombre de la amistad
Capitulo XXVII: La rebelión de los cazadores
Capitulo XXVIII: La nueva Orden
Capitulo XXIX (Final): El príncipe dragón
Anuncio

Capítulo XXIV: Príncipes del mundo (III/IV)

449 86 70
By sakurasumereiro

El castillo volvió a temblar y la reja finalmente cayó junto con una porción de la gruesa pared. En medio del polvo y la humareda los cazadores saltaron sobre los escombros, adentrándose al patio de armas dónde Vlad los esperaba con sus vampiros.

Drácula frunció las gruesas cejas y contempló el arrojo de los cazadores. Sus vampiros los enfrentaban y a pesar de que eran hábiles, los cazadores lo eran más, dejando muy en evidencia que habían dedicado toda su vida a entrenar para un momento como ese, dónde tuvieran la oportunidad de demostrar su habilidad matando vampiros.

Vlad arrugó más el ceño cuando se fijó en una pequeña y delgada cazadora. La chica apenas si tenía curvas en su cuerpo de apariencia todavía infantil, parecía estar en esa etapa de transición de niña a mujer. Pero lo que llamó la atención del príncipe no fue su apariencia si no lo que hacía. Ella no solo mataba a sus vampiros, también bebía de ellos, se alimentaba con su sangre directamente de sus cuellos.

El príncipe valaco reflexionó mientras la observaba moverse como una grotesca bailarina asesina. Vio como arrancaba de un mordisco la piel del cuello de los que lograba pescar y luego bebía de la arteria expuesta. Era bastante contradictorio contemplar a alguien con esa apariencia inocente matar de forma tan cruda, ella parecía una extravagante caricatura.

Había una palabra para nombrarla: supravampiro.

Vlad tomó su sable y avanzó hacia ella.

Karan luchaba con tres vampiros al mismo tiempo. Había perdido a varios de sus cazadores, cuando un ataque al helicóptero en el que viajaban hacía los Cárpatos los tomó por sorpresa. El helicóptero cayó y, aunque afortunadamente la mayoría saltó en el aire antes de que se estrellara, algunos de sus muchachos no lo lograron.

El ataque ocurrió nada más llegar a Curtea de Arges. Un misil disparado desde algún punto en el bosque hizo que su grupo cayera mucho antes de llegar al sitio de inserción. Tuvieron que avanzar por tierra, adentrándose en el bosque, lo cual los retrasó y además disminuyó su número. Sin embargo, el rubio cazador, a pesar de que lamentaba la perdida de sus compañeros, estaba seguro que sus chicos eran superiores a los vampiros.

Con su pesada espada arremetía, luchaba contra varios al mismo tiempo. Usaba su velocidad para herirlos y luego dejaba que sus subordinados de segundo grado se encargaran de matarlos cortándoles el cuello. Amaya, a varios metros de él también se movía, a pesar de sus heridas, con agilidad.

Karan volteó y miró a Hatsú unos metros a su izquierda. Ella era asombrosa, los vampiros no significaban nada en sus manos. No era muy diestra con la espada, pero no le hacía falta, en el combate cuerpo a cuerpo, los vencía en un dos por tres, nadie podía comparársele. Se sintió orgulloso, la entrenó durante meses y verla al fin en acción fue gratificante, parecía que todo su temor era infundado, tal vez la subestimó. La tímida y miedosa muchacha de antes, ahora encaraba la batalla con decisión. Aun así, no la perdía de vista.

Los ojos de Karan siguieron los movimientos de su pupila un poco más hasta notar a un alto e imponente vampiro avanzar hacia ella empuñando con fuerza un sable con sus dos manos. Lo conocía, lo vio asesinar fríamente a varios mandatarios aquella terrible noche en Las Naciones Unidas, ese era Vlad, uno de los tres príncipes vampiros.

La sangre de Karan se heló en sus venas, corrió en su dirección, asustado. Sí, ella era sorprendente, pero enfrentándose a vampiros menores, no a uno de los más poderosos del mundo. No quería que se arriesgara, no podía imaginarla muerta.

De inmediato se arrepintió de haber cedido a la petición de la chica de ir a esa batalla. ¿Por qué la complació?

El doctor Branson tenía razón, ella era apenas una niña sin un adecuado entrenamiento, no estaba lista para enfrentar a Vlad y él fue un irresponsable al traerla a esa batalla.

Desde que llegaron a los Cárpatos no la había perdido de vista, se quedaba cerca y vigilaba sus movimientos, decidido a intervenir si la batalla se le complicaba justo como ahora, porque, que Vlad, el empalador, quisiera pelear con ella era una complicación mayúscula.


La herida que Amaya tenía en su abdomen sangraba menos, sin embargo, ella sabía que no era un corte superficial. Le dolía y se sentía mareada, el sangrado debió ser importante. Además, el hecho de la sangre fresca manando de su cuerpo, ocasionaba que los vampiros se sintieran más atraídos por ella.

No quería apartarse de la pelea, mucho menos demostrar debilidad. Temía que si Karan o Hatsú supieran su verdadero estado se preocuparían por ella y descuidarían la lucha, así que calló y siguió adelante, intentando dar lo mejor de sí, esperando que su capacidad regenerativa hiciera el resto.

La rubia escaneó el patio de armas del castillo y enseguida vio a Ryu enfrascado en una encarnizada batalla con Zahyr.

Los rostros de ambos demostraban el odio que se tenían, sus espadas semejaban estar conectadas con chispas y electricidad. No quería desconcentrarlo, además, Ryu parecía más hábil, por lo que se relajó y prefirió ayudar a sus compañeros.

Su mirada vagó por el patio de armas. Todos los cazadores luchaban con algún vampiro, a veces con varios. Vio a Karan correr, su expresión era desesperada, al mirar la dirección a donde se dirigía, entendió su ansiedad: Vlad avanzaba directo a su hermana.

Hatsú levantó la mirada al sentirse observada. Arrojó el cadáver del vampiro que tenía en sus manos y vio frente a ella un hombre cuya cara que le produjo escalofríos: tenía ojos grises como fríos puñales de acero que brillaban con odio y espesas cejas negras las cuales llenaban de oscuridad su atractivo rostro.

La chica tragó y retrocedió unos pasos. Su hambre hacía mucho que estaba saciada, si continuaba enfrentándose a los vampiros era porque se sentía parte del grupo de cazadores, quería demostrarse así misma que ese era su lugar, que podía hacerlo. Pero al ver la torva mirada, la estampa aterradora que avanzaba hacia ella, el miedo la invadió.

Se quedó congelada en el sitio, un par de lágrimas escaparon de sus asustados ojos azules cuando escuchó la voz profunda de Vlad.

—¡Asesina de vampiros!

Él alzó su sable dispuesto a descargarlo en su cuello, pero antes de que pudiera hacerlo, Karan se interpuso y bloqueó el ataque. El vampiro se sorprendió, no esperaba la interrupción, quería enfrentarse a Hatsú y no a ningún otro estúpido cazador.

Karan movió su espada para chocarla con la del antiguo vampiro, no lo dejaría avanzar, no permitiría que le hiciera daño a Hatsú.

Ambos comenzaron su enfrentamiento, aunque empezaba a ser obvio que no duraría mucho, Vlad era muy superior.

Amaya llegó corriendo y al lado de Karan unió fuerzas con él. Cada uno atacaba un flanco, pero los giros de Vlad eran tan rápidos que, con relativa facilidad, los enfrentaba a los dos al mismo tipo y fue capaz incluso de herirlos en varias oportunidades.

Hatsú, paralizada por el miedo, no atinaba ni a escapar, ni a avanzar. A las primeras lágrimas le siguieron otras. Su confianza se vino abajo, se sentía cobarde, la situación la superaba. De nuevo se había equivocado, ella no era capaz de hacerle frente a esa aura oscura y poderosa que lo envolvía todo a su alrededor y parecía robar su aliento y su impulso vital. Abrumada por la culpa y la vergüenza se agachó, era tan inútil e insignificante, no era digna de ser una cazadora.

Delante de ella, Amaya y Karan recibían una paliza. Vlad, mucho más hábil, los desarmó en unos pocos movimientos y ahora se encargaba a fuerza de golpes de hacerles pagar la osadía de haber interrumpido su deseo de enfrentar a Hatsú.

Ni Karan, ni Amaya lograban reponerse de los rápidos y fuertes golpes que Vlad les descargaba en sus cuerpos. El vampiro los pateaba a ambos casi simultáneo descargando en ellos su furia. Era cuestión de tiempo que decidiera matarlos. Los suspendió en el aire con un grácil movimiento de sus manos y luego los estrelló contra el suelo una y otra vez. A ese punto el rostro de los cazadores sangraba profusamente.

Amaya estaba seminconsciente, sin poder levantarse del piso de piedra donde ya había un charco de su propia sangre. El ataque del vampiro era el peor que había sufrido en toda su vida de cazadora, era como si un tren la hubiese arrollado. Haber supuesto siquiera que podía hacerle frente fue un terrible error que amenazaba con costarle la vida.

Karan con mucha dificultad se puso de rodillas y alcanzó de nuevo su espada. Luego se levantó decidido de enfrentarlo una vez más. El cazador atacó con un giro rápido, sorprendente para el lamentable estado en el que se encontraba. La filosa hoja de Karan logró hacer un corte en el brazo del príncipe valaco.

Vlad se enfureció, atacó con un rugido aterrador y su grito sacó a Hatsú de su autoconmisceración. La chica levantó el rostro para encontrarse con una escena espeluznante: la espada de Vlad descendía sobre el cuello de Karan.

Ella no pensó, se olvidó de su miedo, de su poca valía, del aura arrolladora del oscuro príncipe y apartó a Karan. Se paró en su lugar y con sus manos desnudas, detuvo la espada.

Hatsú movió la cimitarra de Vlad a un lado y levantó su propia espada que, hasta ahora había usado poco. Se puso en guardia para empezar a luchar. Seguía asustada, pero el impulso de proteger a quien consideraba su amigo la llevó a encarar al príncipe vampiro y ya no retrocedería.

La chica apretó los dientes, apartó su temor y lo encadenó en un profundo lugar en su interior, no quería ver morir a quienes amaba. Ella avanzó y dio la primera estocada.

Mientras su hermana enfrentaba a Vlad, Amaya se levantó y todavía con la vista borrosa, recuperó su espada. Junto con Karan, se colocaron a ambos lados de Hatsú para pelear unidos contra el príncipe Drácula.

Vlad dibujó una pequeña sonrisa en sus labios al mirarlos alternativamente a los tres, le parecía graciosa, aunque inútil la valentía que exhibían.

—¡Esto será interesante! —dijo el vampiro y luego con movimientos tan veloces que apenas alcanzaban a ver los cazadores, los encaró.

Vlad era por mucho el vampiro más hábil al que jamás habían confrontado Karan y Amaya. Sus arremetidas no lograban dañarle, él las esquivaba como si se tratara de un juego infantil, hasta parecía aburrirse.

El vampiro no quería pelear con ningún cazador que no fuera Hatsú, por eso solo la atacaba a ella. Quería probarla, deseaba conocer los alcances de un supravampiro, de esa fulana arma creada para acabar con su especie.

¿Sería cierto que esa diminuta niña tenía el suficiente poder de matarlo? Le daba curiosidad la respuesta.

El príncipe valaco se movía con encanto. A la habilidad con la que manejaba la delgada cimitarra se unía su prestancia natural. De no ser porque sus vidas corrían peligro, Amaya se habría sentido cautivada por su estilo con la espada, muy similar al de Ryu. Pero no era tiempo de admirar sino de sobrevivir y si las cosas continuaban como iban no serían ellos los vencedores.

La destreza y elegancia de Vlad contrastaba con la torpeza de Hatsú.

De pronto se rio cuando esquivó un hosco movimiento de la muchacha. Dirigiéndose a ella dijo:

—¿Solo eso puedes hacer? ¡Vaya, es bastante decepcionante la habilidad de tu raza, pequeña!

Karan lo miró enojado. Hatsú no era para nada decepcionante, era hábil y veloz. Sus reflejos respondían de inmediato, ella era una máquina de matar. Pero a lo que el vampiro se refería era a su destreza con la espada, la cual todavía no se desarrollaba del todo. Como su maestro, el rubio se sintió ofendido y arremetió contra él.

Vlad lo bloqueó con facilidad, ampliando la sonrisa le dio un manotazo que lo envió varios metros lejos del enfrentamiento. El cazador cayó cerca de donde Ryu y Zahyr peleaban.

Vlad no se había percatado de esa lucha enfrascado como estaba en destruir a Hatsú, sin embargo, al golpear al cazador observó por pura casualidad la pelea de Ryu y Zahyr y eso lo llevó a tomar una decisión.

—¡Es hora de terminar con esto! —dijo el vampiro con voz cansina.

De inmediato la oscuridad se hizo inmensa, igual que si un agujero negro se tragara la luz. El aire en el castillo se tornó opresivo. Tanto los vampiros como los cazadores que combatían en el patio de armas, se doblaron sobre su abdomen y se llevaron las manos al pecho por la dificultad que tenían al respirar.

Amaya cayó de rodillas frente a Vlad. Él sabía que ella era la cazadora que Ryu amaba. Apoyó el delgado sable en su cuello y giró hacia donde Ryu y Zahyr combatían.

El vampiro de ojos violeta de nuevo tenía acorralado a Zahyr. Otra vez lo había vencido y su espada le apuntaba al pecho.

Ryu sintió el aire que lo rodeaba cambiar. En un momento tanto vampiros como cazadores se derrumbaron a su alrededor, él conocía ese poder porque era igual al suyo, la onda opresiva vampírica. Se volteo buscando el origen, para encontrarse con la situación que lo hizo palidecer.

—¡Vlad, por favor! —alzó su voz Ryu, teñida por el miedo cuando vio la espada de Vlad amenazar la vida de Amaya.

—¡Por favor, tú! ¡Ryu, baja la espada!

Amaya quería decirle que no lo hiciera, que continuara peleando, que matara de una vez a Zahyr, pero la opresión en su pecho era tan grande que no podía respirar, mucho menos hablar.

Ryu soltó la espada y Zahyr, escapando de su amenaza, lo miró con burla.

—¡Te arrastras otra vez! ¡Siempre te arrastrarás!

El vampiro albino tomó su cimitarra he hizo un amplio movimiento, Vlad adivinó lo que haría y gritó antes de que lo llevara a cabo.

—¡Detente, Zahyr!

La cimitarra se detuvo, congelada en el aire, antes de cercenar el cuello de Ryu.

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué debo detenerme!? —gritó furioso el vampiro de cabello platinado. Cuando habló de nuevo su voz se quebró— ¿Por qué lo perdonas una y otra vez?

Zahyr se volteo para encarar a Vlad, una lágrima rodaba por la pálida mejilla del albino.

Cuando el príncipe valaco lo vio llorar, sus labios temblaron un poco antes de hablar.

—Aunque nuestras convicciones ya no sean las mismas, Ryu no merece morir.

Zahyr avanzó hacía él, empuñaba con fuerza el mango reluciente de joyas de su espada, su voz manchada por la ira y el dolor.

—¡¿No merece morir o eres tú quien no desea que muera?!

Vlad desvió la mirada de la tristeza de los ojos rojizos del platinado. Aun sostenía a Amaya y apoyaba la espada en su cuello, un hilo de sangre se deslizó por la piel de la nuca de la chica.

Ryu se asustó al ver a Zahyr avanzar a donde ellos estaban. Vlad no la soltaba, al contrario, apoyaba la espada con más fuerza al punto de hacerla sangrar.

—¡Vlad, te pido que la sueltes, por favor!

—¡No la soltaré, Ryu. Antes deberás rendirte.

El único que quedaba en pie era él, todos los cazadores yacían de rodillas, incapaces de moverse debido a la onda opresiva de Vlad a la que se había unido también la de Zahyr.

—Rinde tu espada Ryu, jura que no te nos opondrás y los dejaré vivir, a todos.

Hatsú veía como la sangre brotaba más de la herida que Amaya tenía en el abdomen, parecía que se había abierto de nuevo gracias al poder de Vlad y Zahyr.

La cazadora, arrodillada en el suelo de piedra buscaba llenar los pulmones con bocanadas desesperadas de aire mientras se sostenía el abdomen con una mano en un intento inútil de parar la hemorragia.

Hatsú no lo pensó demasiado. Simuló derrumbarse igual que los demás, pero lo cierto era que a ella no le afectaba esa onda opresiva que tenía al resto paralizados. Si no actuaba de prisa, Amaya no lo soportaría, estaba mal herida y ese nocivo poder vampírico la lastimaba más.

Se movió tan rápido que nadie se dio cuenta, solo Zahyr vio el celaje avanzar al frente, hacia Vlad. Él tampoco lo pensó, se atravesó como si de un escudo de carne se tratara. La mano que iba directo a hundirse en el pecho de Vlad, atravesó el suyo cuando se interpuso entre ella y el príncipe valaco.

Hatsu sacó su mano del pecho de Zahyr , la cual chorreaba con su sangre. Abrió los ojos sorprendida por lo que había sucedido. Ella quería herir al vampiro que amenazaba a su hermana con la espada y de pronto ese otro se interpuso para protegerlo.

Los feroces ojos azules de Vlad se abrieron con espanto y asombro al ver la figura herida del platinado caer delante de él.

El príncipe Drácula gritó, su mano se elevó e hizo un barrido horizontal con la plateada hoja buscando cercenar el cuello de Hatsú, pero esta se inclinó hacia atrás justo a tiempo de evitar el golpe fatal. Vlad alargó el brazo y agarró a Hatsú por el cuello. Levantó del suelo la pequeña figura de la adolescente mientras la estrangulaba en el aire.

Las manos de ella aruñaron aquellas que la sujetaban, sus pies se agitaron intentando zafarse, sus huesos crujieron por la fuerza que el vampiro ejercía. Los ojos de Hatsú desfallecían.

La onda opresiva que ejercían los dos príncipes enemigos se interrumpió dejando en libertad a todos en el patio de armas.

Amaya, que yacía arrodillada delante de ellos se levantó. Vlad estrangulaba a Hatsú, su dolor y su furia no le permitían atender nada más, por eso no notó cuando ella se puso de pie. Rápidamente, la cazadora colocó el collar de reprogramación sináptica que llevaba oculto en su traje alrededor del cuello del príncipe. De inmediato él se detuvo, sus manos soltaron a Hatsú quien cayó al suelo de piedra.

Vlad se llevó las manos al cuello para tirar del collar.

—¡Malditos! ¡¿Qué es esto?! ¡¿Qué me han hecho?! ¡Quítenme esto!

Las lágrimas empezaron a bajar abundantes por su rostro. Se agachó y abrazó a Zahyr que agonizaba en el suelo, con delicadeza lo apoyó en su pecho, apartó el cabello plateado del rostro y empezó a balancearse sujetándolo contra su corazón. Sus ojos grises azulados anegados en lágrimas se encontraron con la mirada afectuosa de él.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Vlad con voz quebrada, olvidándose del collar en su cuello y de los cazadores que los rodeaban.

—Lo... volvería a hacer... mil veces más. Una vez... te dije que ... no debes mo...rir. ¿Lo recuerdas?

Vlad asintió recorriendo su pálida mejilla con el dorso de su mano.

—Lo recuerdo.

Zahyr tosió un montón de sangre. Vlad gimió y se apuró a abrazarlo más fuerte, entre estertores, el platinado volvió a hablar.

—Me odiaste por eso... me odiaste... cuando... te transformé— La pálida mano de Zahyr ascendió hasta el rostro de Vlad y dejó una fría caricia— Aun me odias.

Entre lágrimas Vlad negó con la cabeza.

—¿...Me perdonas...por haberte...convertido?

Vlad se inclinó sobre él y besó sus labios manchados de sangre.

—¡Hace mucho que te perdoné!

Volvió a besar sus labios, luego se abrió la muñeca, pero antes de que la sangre cayera en la boca de Zahyr, Ryu lo apartó de su lado.

Los ojos dolidos de Vlad lo miraron, se tocó el collar y dijo:

—Finalmente lo hiciste, nos convertiste en esclavos. Has traicionado a tu especie, ojalá valga la pena.

Ryu bajó la mirada, no soportaba ver tanto dolor en sus ojos. En un tiempo pasado Vlad fue su amigo y su maestro, gran parte de lo que era se lo debía a él. El de ojos violeta también deseó que lo que estaba haciendo y todo lo que sacrificaba valiera la pena. 


Continue Reading

You'll Also Like

41.7K 820 3
Segundo libro de Rechazada... ⚠️No es obligatorio Leer el primer libro para que pueda entender esté ⚠️ Crédito de portada a: @AbyGnz *Todos Los Derec...
33.2K 4.9K 64
Antes del principio existieron unos seres cuyo nombre está prohibido pronunciar. Estos seres se rebelaron contra Azmon, su creador. Fueron castigados...
5.9K 297 12
Que hubiera pasado si en lugar de un disparo Ari hubiera recibido dos, uno en el corazón y uno en la cabeza, eso fue lo que le paso a Aristóteles, en...
5.3K 524 7
(PAUSADA) -ˏˋ⋆ throttles of love. En el glamoroso principado de Mónaco, la princesa Elizabeth está a punto de cumplir la mayoría de edad y ser corona...