La larga mesa de madera pulida y mármol, tenía sobre sí copas de fino cristal aguardando por la llegada de los vampiros. Dorian estaba sentado en una de las sillas acolchadas mientras Lía, de pie detrás de él, bebía con un mal presentimiento que le cerraba el estómago.
¡Guerra!
Ryu deseaba saber quién quería iniciar una guerra. No era muy difícil conocer la respuesta: ¡Todos! Vampiros, humanos, todos buscaban una excusa para atacarse. ¿Por qué él no lo veía y se empeñaba en luchar contra la corriente? ¿Acaso no sería más fácil tomar el lugar que le correspondía al lado de sus iguales y dejar de enfrentarlos? ¡Claro que tenía un mal presentimiento! Su instinto le decía que la obstinada decisión de su hermano de oponerse a lo inevitable, lo llevaría definitivamente a la tumba.
Poco a poco los vampiros fueron llenando el elegante comedor. Sus rostros, algunos preocupados, otros enojados, no tenían el mismo ánimo de la última reunión en isla Valaquia. Por último, entraron los tres príncipes. Vlad, como siempre, lucía taciturno con sus gruesas cejas fruncidas y Zahyr, eternamente con la inquietante sonrisa en los labios.
—Gracias por venir —dijo Ryu tomando asiento en la cabecera, al lado de Lía y empezando a hablar directo al grano —Ayer, todos sufrimos atentados, aparentemente perpetrados por cazadores. Digo aparentemente porque hay evidencia que sugiere que no fue La Orden quien lo ordenó.
De inmediato el rumor se extendió por la mesa. Si no habían sido cazadores, ¿entonces quién?
—¿Cómo es posible que no hayan sido cazadores? —intervino Katherina Lynch con su fuerte acento de Europa oriental —Yo los vi, sus espadas, sus trajes. Por supuesto que eran cazadores.
—Si no fueron ellos, ¿Quién surgiéreis que lo hizo, príncipe? —preguntó la condesa Bathóry, inclinándose un poco en la mesa —¿Alguna otra organización? ¿Algún país actuando en solitario?
Ryu pensaba en la posibilidad que no fueran los humanos los culpables. Le quedó claro que La Orden no fue la que atacó, Amaya estaba convencida de eso y "el cazadorcito" se lo confirmó durante su reunión. Oderbrech también lo hizo cuando lo interpeló. Leyó la mente del ministro al hacerle una visita en su Pent House la noche anterior y no encontró ninguna señal que le indicara que el gobierno actuaba por su cuenta en contra de los vampiros y lo que era peor, el político no tenía conocimiento del robo del collar. Por el contrario, el asustado político se esforzaba en apoyarlo durante las negociaciones, abogando por los vampiros para evitar que los enfrentaran. Y el resto de países con quienes se reunía para negociar, tampoco mostraban intenciones de lanzar una ofensiva. Así que el culpable era alguien hasta ahora desconocido para él.
—Es posible. Mi gente ya está averiguando y le pido que ustedes hagan lo mismo. Las conversaciones para que los vampiros podamos vivir libremente ya se han iniciado, ustedes lo saben y no quiero dar marcha atrás.
Andreas Filippo, el vampiro italiano, rodó los ojos. No podía seguir conteniéndose.
—¡¿Negociaciones, dice? ¿Cómo puede haber negociaciones si nos atacan? ¿Quiénes somos? ¿Las víctimas? ¿No haremos nada?!
A su enojada intervención, los ánimos se exaltaron. Era muy clara la posición de la mayoría.
—¡Perdí muchos de mis mejores guardaespaldas! Bien sabe que siempre he estado de su lado, príncipe —dijo Miguel Blanco —, ¡pero esto es algo que no puedo tolerar!
—Señores —habló Lía dejando su copa en la mesa—, mi hermano y yo comprendemos perfectamente su enojo, pero recuerden que los humanos en estos momentos disponen de ciertos dispositivos que si los ponen en práctica lograran controlarnos. Además, cuentan con un ejército de seres creados para ser nuestros depredadores. Lo mejor es continuar las negociaciones y al mismo tiempo hallar una manera de inutilizar sus armas. Katherina, en isla Valaquia te dimos mucha información para que investigaras como derrotar a los supravampiros.
La aludida se revolvió en su silla.
—Sí, es cierto —en mis laboratorios estamos trabajando en ello para descifrar su código genético y buscar la manera de hacerles frente, pero esto es algo difícil de hacer y que lleva tiempo.
—Pues hasta encontrar esa manera no podemos atacar —Ryu escuchaba las palabras de Lía con atención. Eso no era lo que él quería. Su hermana sugería solo retrasar el ataque, él deseaba no hacerlo nunca, sin embargo, parecía que ella ganaba el control del auditorio. Dejaría que continuara, por ahora—. Es necesario seguir las negociaciones en paz hasta que podamos blindarnos completamente, sino lo que haremos es encaminarnos a nuestra aniquilación.
—¡No me gusta ser doblegado! —exclamó Andreas estrellando su puño sobre la mesa —¡No perdonaré la afrenta!
—No te pido que la perdones —dijo Lía con su voz modulada —solo que la retrases. No es el momento de devolver el ataque.
—Antes, tenemos que enfocarnos en identificar a nuestros enemigos —intervino Ryu, si Lía continuaba prometiendo una guerra futura, todo su esfuerzo se perdería—. Alguien mueve hilos tras bastidores y lo que quiere es que caigamos en desesperación, que ataquemos.
—¡Yo también creo que no fueron cazadores! —intervino de nuevo Katherina Lynch— Me he enfrentado cuerpo a cuerpo en numerosas oportunidades con ellos y el desempeño de estos no era igual, eran torpes. Estoy con el príncipe Ryu. Creo que alguien más está detrás de esto.
Zahyr la miró con ojos burlones:
—¿También tú, mi querida Kathy, vas a apoyar esta absurda idea del enemigo imaginario? Nuestro atacante para mí es más que evidente. Perdimos muchos de los nuestros, ayer. ¿De verdad, no haremos nada? Como dijo Andreas, no podemos perdonar esta afrenta. Sí hoy no hacemos nada, ellos creerán que somos débiles, les daremos la excusa para continuar agrediéndonos...
—¡Pues yo estoy de acuerdo con Lía y con Ryu! —dijo Vlad levantando la voz por encima de la de Zahyr para hacerse oír.
—¡¿Qué?! —gritó el vampiro albino mirando perplejo al otro a su lado.
—Lo que escuchaste, apoyo a Ryu.
Zahyr se levantó, en un segundo el aire en la habitación se hizo opresivo. Todos lo notaron, sin embargo, solo Dorian por ser el más joven parecía afectado.
—¡¿Te has vuelto loco?! ¿Te me opondrás, Vlad?
Vlad inclinó un poco la cabeza para dirigirle una mirada desdeñosa.
—¡¿Y qué si lo hago? ¿Qué harás?!
Las manos de Zahyr temblaban al contener su ira. Por primera vez abandonó la sonrisa dejando que el odio dominara su hermoso rostro. La sorpresa del enfrentamiento tenía a todos perplejos. Vlad y Zahyr a menudo pensaban como uno solo, si bien era cierto que cada uno tenía su propio clan y territorio, funcionaban cohesionados, siendo juntos los más poderosos del mundo. Por eso era tan sorprendente que se mostraran en desacuerdo en algo tan delicado como apoyar o no el contraatacar a los humanos.
—¿Nuevamente te me opondrás como lo hiciste durante la peste? ¿Lo apoyarás a él?
Ryu parapadeó al ser aludido. La única vez en la historia en la que Vlad se opuso a Zahyr fue durante la peste negra. En esa época la enfermedad empezaba a expandirse por Europa y aunque cobraba muchas vidas, la verdadera razón de que un tercio de la población mundial muriera fue que Zahyr, amparado en ella, empezó a devastar junto con su clan, el viejo mundo.
—¡¿Quieres calmarte, por favor?! No remuevas el pasado —Vlad habló con firmeza, pero a diferencia del albino, no gritaba—. En estas circunstancias pienso que es lo mejor. Lía tiene razón, no estamos listos para hacerles frente. Sin embargo, Ryu, debes apurarte. Te daremos un mes para que llegues a un acuerdo con los humanos. Si durante ese tiempo nos vuelven a atacar, no dudaremos. Nos iremos a la guerra.
Ryu lo miró con el ceño fruncido. Un mes era poco tiempo, sin embargo, eso era mejor que nada. Asintió.
—¿Están de acuerdo? —preguntó Vlad dirigiéndose principalmente a Andreas e ignorando a Zahyr quien continuaba parado a su lado, mirándolo con odio y desconcierto.
Todos aceptaron algo descolocados por el enfrentamiento entré él y el vampiro platinado.
Zahyr lanzó su copa fuera de la mesa y salió furioso del comedor, incapaz de enfrentarse abiertamente a Vlad.
Vlad permaneció un poco más de tiempo discutiendo los avances en las negociaciones con Ryu. A pesar de que Andreas no estaba del todo de acuerdo, no podía enfrentarse a Ryu y Vlad, no tenía opciones, debía aceptar, pero en un mes destrozaría a los humanos, jamás los perdonaría, él era uno de los que más deseaba una nueva sociedad gobernada por vampiros.
—¡¿Me piensas traicionar, Vlad?! ¡Quiero qué me digas qué fue eso allá arriba! —gritó Zahyr apenas el otro entró en el lujoso auto aparcado en el estacionamiento de la Fortaleza.
Con un ronroneo suave del motor, arrancó el chófer después de que el vampiro húngaro cerró la puerta del vehículo. Vlad se remojó los labios con su lengua, muy calmado, antes de contestar.
—Lo mismo que tú hiciste en Valaquia delante de todos: Oponerme a ti, dejarte en ridículo. ¡¿Crees que te he perdonado?!
—No es lo mismo Vlad, lo sabes —le dijo Zahyr con un siseo que denotaba peligro.
—¡Es lo mismo! —levantó la voz y lo miró con sus espesas cejas fruncidas, mostrando todo el enojo que llevaba guardándose desde la reunión en Valaquia —¡¿Quién crees que soy?! No me gusta estar al margen, Zahyr. Después de tanto tiempo pensé que al menos conocías eso de mí ¡Me ocultaste tus planes, me exigiste ciega confianza y mira como salió todo! ¡Están a punto de descubrir que fuimos nosotros!
Zahyr abrió la boca, pero no encontró que decirle. Estaba enojado, pero parecía que Vlad lo estaba más, de alguna forma sentía que había metido la pata.
—¡Lía tiene razón, no estamos listos! Esos que mandaste disfrazados de cazadores fueron totalmente inútiles. ¿Viste lo que dijo Katherina? ¡Eran torpes!
—¡Eran humanos! ¡¿Qué querías?! Los vampiros que estoy preparando son mucho mejores.
—¡Murieron muchos vampiros por tu plan, Zhayr! Si nos descubren...
—¡No lo harán!
—No —Vlad lo miró de soslayo aun con rastros de enojo—. ¡Claro que no lo harán gracias a que me puse del lado de Ryu! Tenemos que ganar tiempo y se me ha ocurrido algo que nos dará la victoria definitiva, pero para eso necesitamos que se firmen los acuerdos.
Zahyr se le acercó con zalamería, ya no estaba furioso con él. Antes tuvo miedo de que realmente Vlad le hubiera traicionado y decidiera apoyar a Ryu, pero al escuchar que seguían en el mismo bando y que tenía un plan, se tranquilizó. Además, se dio cuenta de que en verdad la había regado.
Su mano le acarició el muslo mientras se inclinaba sobre él para susurrarle al oído. Un escalofrió erizó la piel de Vlad al sentir el aliento tan cerca.
—¿Me dirás tu plan?
—¡No! La venganza es muy dulce, mi querido Zahyr y pienso saborearla —le dijo volteándose y mirándolo a los ojos rojizos, a lo que el albino sonrió complacido. Este se acercó aún más a Vlad para besarlo, ahora con la furia transformada en pasión.