FREYA GRINDELWALD
Saben, algunos consideran que el karma tiene y debe llegar por sí mismo, a su tiempo, en el momento ideal para dañar a la persona, pero yo nunca he creído eso, y Draco mucho menos.
Así como muchos dicen que tú debes crear tu futuro a base de esfuerzo, yo creo que puedes crear tu propia venganza si alguien te lastima a ti o a uno de los tuyos, y es justo lo que veníamos a hacer.
Salimos de Hogwarts antes de aparecernos unas calles antes del ingreso para el ministerio.
Solté un suspiro ansioso antes de entrar.
— ¿Entonces? — Malfoy preguntó.
— Tú solo sígueme, no hagas contacto visual con nadie y cállate. — Iba a tomar su mano, pero me detuve antes de que nuestras pieles se tocaran. Ignoré mi comportamiento y comencé a abrirme camino entre la gente con Draco atrás mío.
Me acerqué hasta una de las tantas recepcionistas saltándome una gran fila. — Buenas tardes, quisiéramos realizar una denuncia por uso injustificado de objetos malditos. — La bruja joven iba a chistar, pero abrió los ojos con sorpresa ante lo que dijimos.
— Eso es una acusación grave, ¿está usted segura? — Pregunto apuntando unas cosas en un pergamino.
Draco se acercó apoyando su brazo sobre el mostrador, interviniendo. — Puedes dejar de cuestionar y hacer tu trabajo, si te dice que quiere hacer una denuncia la haces y ya. — La chica asintió antes de conducirnos hasta una sala. Un hombre de cabello canoso nos esperaba ahí.
— Buenas tardes, tomen asiento. — Señalo la silla frente a él. — ¿Van a realizar una denuncia verdad? — Los dos asentimos. — Perfecto, denme un segundo para traer los formularios, puede ir sacando sus documentos de identificación mientras tanto.
Abrí la pequeña cartera que llevaba colgando en el hombro y saqué la tarjeta con información falsa que me había brindado, Draco.
Y el hizo lo mismo sacando la suya de su billetera y poniéndola sobre la mesa.
"Mason Everett"
El nombre resaltaba.
Miré el mío tensando la mandíbula al ver mi apellido.
"Lilith Everett"
— ¿Por qué mierda tenemos los mismos apellidos? — Me acerqué a él antes de susúrraselo.
— Porque estamos casados. — Sonrió con superioridad. Cuando estaba por reclamar, el encargado llegó, tomó las identificaciones y comenzó a apuntar datos de ellas sobre un pergamino.
— ¿Recién casados? — Preguntó indiscretamente.
— Si. — Draco respondió cortante.
— Felicitaciones, en esta época todo es de maravillas, espero que superen los próximos diez meses. — Rei tratando de cortar la tensión. — Bueno, por favor bríndenme el nombre del denunciado.
— Los denunciados. — Lo corregí. — Eris Grindelwald.
— Y Lucius Malfoy. — Draco completa la frase.
El trabajador abrió los ojos con sorpresa, era la segunda vez que alguien en estas instalaciones lo hacía. y no creía soportarlo si otra lo volviera a hacer. Draco lo fulminó con la mirada y rápidamente comenzó a escribir los nombres.
— Escuche algo. — Solté con feminidad. — Como la denuncia no sea procesada solo por los nombres que le acabamos de brindar, juro que todo el mundo mágico sabrá su nombre y me encargaré de que no le vuelvan a otorgar trabajo ni siquiera como limpiador de San Mugno. — Termine de hablar con suavidad y seriedad.
El señor asintió y sin decir una palabra más. Nos ofreció un pergamino vacío a cada uno. — Escriban aquí la información que quieren brindar como prueba para la acusación. Hechos, fechas, lugares u objetos que ustedes creen que podrían ser utilizados para la investigación. — Ambos asentimos comenzado a escribir con puño y letra todo lo que sabíamos.
Terminamos cuando llenamos ambas caras de el pergamino, el hombre pidió que firmáramos otra pila de hojas las cuales nos aseguramos de leer bien.
— Y para terminar el proceso, tienen que firmar aquí. — Señaló un punto en el pergamino final, Draco y yo dibujamos cualquier pendejada en la hoja parecida a la del documento de identidad entregado, me levanté de la silla al ver que el proceso ya estaba terminado.
— Eso sería todo, en unas horas les llegara información sobre el proceso, gracias. — Asentimos y salimos de la habitación tratando de ocultar la euforia que sentíamos en ese momento. Estábamos tratando de no correr hasta la puerta de salida.
Acababa de denunciar a mi propia madre, la cual acabaría en Azkaban en unas pocas horas. Y joder que bien se sentía.
Logramos llegar a la salida hechizada para que los Muggles no pudieran verla caminando unas cuadras más hasta llegar a un callejón. Draco tomó con una mano la mía y con la otra su varita antes de aparecernos en los suburbios cercanos a Hogwarts.
— Lo hicimos... — Susurro en medio de un bosque que te conduce al castillo. — Carajo, lo hicimos... — Su tono esta vez fue un poco más fuerte. — Joder eres tan lista. — Me ofreció una sonrisa que esta vez parecía autentica, y posteriormente caminamos juntos hacia el castillo.
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DRACO MALFOY
Llegamos al castillo escabulléndonos y tratando de que nadie nos mirara.
Freya quitó el hechizo de mi cabello e hizo lo mismo con el suyo antes de despedirse encaminándose con Frey cuando este apareció buscándola.
Vagaba por los pasillos del castillo los cuales se encontraban completamente vacíos ya que la mayoría de gente estaba escuchando el musical.
Sabía la hora con exactitud en la que se presentaría Pansy, mire mi reloj asegurándome que todavía tuviera tiempo de sobra para seguir vagando.
Miles de cosas pasaban por mi cabeza mientras le daba la última calada a mi cigarrillo.
Cuantas represalias cargaría mi apellido, y todo valdría la pena con tal de ver a Lucius pudriéndose en la maldita cárcel el mayor tiempo posible. Los pasos de unos tacones y el olor a perfume cítrico inundo mis cosas nasales.
— ¡Hey, hey, hey! ¿Por qué tan solo, Draco? — Adeline apareció apoyándose en mí.
— Nada en específico, ¿no deberías estar en el recital? — Pregunte con una sonrisa amigable.
— Posiblemente, pero te he estado buscando y hasta ahora apareces. ¿Dónde has estado? — La observe notando la luz de la luna que caía sobre su rostro. Su maquillaje era sobrio y calmado, su cabello estaba acomodado a la perfección con suaves ondas. Traía un lindo vestido rosa nada pegado al cuerpo con unos tacones a juego. No llevaba casi nada de joyería y no era la chica que atrae toda tu atención ni bien pusieras un pie en la sala
Era todo lo contrario a ella.
— Caminando por el castillo, la música no me va mucho y menos la que están tocando el Recital, he estado esperando a que llegue el momento en que sea el turno de Parkinson. — Me miró con una sonrisa asintiendo.
— Tienes la corbata mal acomodada. — Puso sus dedos con suavidad sobre la pieza negra ajustándola con delicadeza el nudo. — Perfecto.
— Draco...— Me llamó dejando aún sus manos sobre mi pecho.
— ¿Qué pasa? — Soltó un suspiró y ahí pude notar su nerviosismo.
— Se que acabo de llegar hace unas semanas, y tal vez sea muy pronto, pero nos conocemos desde niños, y siempre hemos cargado con ese algo... Tu más que nadie sabe que la palabra "amigos" no nos define muy bien.
— Adeline...
Fruncí el ceño quedándome helado, era pronto, demasiado pronto hasta para mí que solía cambiar a las chicas más rápido de lo planeado.
— Si es un "No" solo tienes que decirlo, — Seguía callado con la mirada centrada en sus ojos. — Sabes que realmente podría hacerte feliz. — Puso una mano en mi rostro acariciándolo con soltura, una extraña sensación se me atoro en el pecho, pero por alguna razón no la pude dejar a flote. Se puso de puntillas para alcanzar mi boca y estampó sus labios contra los míos.
Fue raro.
Todo lo fue, su forma de ser, su amabilidad, la forma en la que se expresó. Era tan dulce y delicada, como una muñeca de porcelana, era literalmente perfecta, y desde su vuelta estuvo junto a mi haciéndome sentir diferente, confundido pero diferente.
Pero yo no quería a una novia, y menos ahora.
Tal vez volver a los viejos pasos, no sería tan mala idea... Y era culpa de Adeline si se encontraba cerca.
Mis manos se guiaron solas hasta sus mejillas acunando su rostro entre estas, profundizando el beso con suavidad.
Siempre odié estos, suaves, calmados y que inspiraban paz, pero quería entretenerme, y Lina parecía la indicada para tomar el papel que ahora necesitaba.
La atraje mucho más a mi cuando la figura con aura fría llamo mi atención.
Era Freya.
Con los brazos cruzados y con la mirada centrada en mí.
No quería mirarla a los ojos, pero esta vez fue inevitable cuando soltó ese suspiró pesado.
Y más rápido de lo que planee comenzó a caminar hacia nosotros.
La música de fondo cambió rápidamente, Pansy había comenzado a tocar.
Pucey y Zabini llegaban tras ella acompañando a Frey porque a leguas se le notaba la intención.
Y que comenzara a dejar las manchas negras con cada paso hacia mí, nos lo confirmo.
Si la llegaba a tocar, la iba a hacer mierda.
Lina era demasiado suave y delicada, Freya con solo tocarle un pelo la iba a descomponer.
Automáticamente mande a la rubia tras mío cubriéndola con el cuerpo.
Freya se paró en seco intimidándome con los ojos, y al contrario de lo que pensé, las sombras comenzaron a atenuarse regresando a ella rápidamente.
— ¿Realmente acabas de hacerlo? — Soltó con el pecho subiendo y bajando.
— Freya...— Trate de defenderme.
— Tu estas jodidamente muerto para mí. —. Aclaro haciéndome sentir que esta vez sí era en serio. — No voy a soltar una puta lágrima más por tus mierdas injustas, así que vete muy al carajo y follate a la rubiecita insípida esa.
Me miro con autentico asco dándose media vuelta y caminando a paso rápido hasta Pucey que la esperaba con un temple serio y sólido.
Este tomó su mirada rápidamente antes de salir de sacarla del lugar.
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FREYA GRINDELWALD
Me jodio escuchar el último suspiro que soltó antes de darse cuenta que yo estaba ahí, y me jodio como la protegió a ella sin darse cuenta que esa simple acción me lastimaba a mí.
Y yo iba a decirle que le quería.
Menuda imbécil.
Yo iba decirle que a la mierda mis planes futuros, que lo prefería a él sobre toda mi familia.
— Es un imbécil, los dos son un par de imbéciles. — Pansy se sentó frente mío atrayendo una silla.
Pucey estaba a su lado observándome con una mirada sería. — Por dentro algo me decía que iba a pasar, desde que llegó Durant ha habido pura tensión entre ellos.
La puerta se abrió dejando ver a Theo.
— ¿Estas bien? — Cruzo sus brazos mirándome con amabilidad.
Asentí. — Si Theo, no te preocupes.
— Ya... — Suspiro.
— Y tu estabas feliz porque volviera, ahí está, siempre la caga cada que aparece. — Pansy salto a culparla.
Pucey asintió dándole a la razón a la de pelo corto.
— Joder, tampoco puedes echarle toda la culpa. — ¿La estaba defendiendo? — Sabes que la química no se escoge ¿verdad? — Levante la cara hacia él. — Y Lina con Draco siempre la han tenido, hasta más que con Eya. — Me señaló con la mirada arrepintiéndose de inmediato.
— ¡A la mierda de mi cuarto Theodore! — Lo empujé hacia la puerta. — ¡Anda con ella también que no quiero tus comentarios de mierda maldito doble cara!
Lo saque del cuarto más enojada que hace unos minutos.
¡Agh, cuanto la odiaba!
***
Pasaron unas horas más, se hizo tarde antes de lo planeado y a la una de la mañana hable.
— Es hora de descansar y mañana tenemos clase, ve a tu habitación, Cey. — El levantó la cara dudosa.
— ¿Segura que no matarás a alguien en mi ausencia?
Asentí con una risa. — Si, lo estoy. Además, tengo a Pans. — La señale con a la mirada.
— Okey, pero si necesitas algo, solo avísame. — Dejo un beso en mi mejilla saliendo de la habitación.
Millicent llego al cuarto veinte minutos después.
—Entonces. — Se planto en medio de la habitación. — ¿Cuál es el plan?
Cuando estábamos a nada de soltar palabra, Frey entró a la habitación arruinando la creación.
— Arrestaron a Mamá...