Capitulo complementario.
PERSEO GRINDELWALD
(Hace 16 años)
El 2 de noviembre de 1981, nacieron los gemelos Grindelwald.
Mis hijos.
Continuamos con la tradición que mi abuelo el gran Gellert Grindelwald puso sobre la mesa, los nombres de dioses, y así fue como elegimos; Frey y Freya. Dos grandes dioses nórdicos.
Freya: Reconocida por ser la diosa del amor y una guerrera muy audaz, sin dejar de mencionar su indiscutible belleza. Además de poseer una gran hermosura, era diosa de los guerreros caídos, otorgándole un toque oscuro. Era el nombre perfecto.
Frey; Es el dios nórdico de la lluvia, del sol y de la fertilidad. Dentro de la mitología nórdica, es el prototipo de la virilidad y la prosperidad. Un nombre más pacifico, justo como lo era mi niño.
Un dúo que se complementaba a la perfección. Los primeros meses fueron perfectos, los dos se desarrollaban con gracia y rapidez, mostrando lo inteligentes que eran a tan corta edad.
Frey era el típico bebé tranquilo y paciente, el bebé que cualquier madre quería. Y por el contrario Freya era exigente y caprichosa. Si quería algo, lo conseguía por cualquier medio.
Ella desarrollo su magia a los pocos meses de nacida, demostrando lo capaz que era.
Pero todo se oscureció cuando el par cumplió su primer año.
Era el cumpleaños de los niños, una gran fiesta se había organizado durante meses, todo corría bien. Hasta que la hora de abrir los presentes llego, mi esposa tenia a la niña entre sus brazos y yo estaba con el niño entre brazos a unos metros de distancia.
Una caja negra relució entre las demás piezas, las pequeñas manos de Freya la tomaron con curiosidad. Su madre decidió abrirla para encontrarse con un collar precioso, llamativo y único.
Lo tomo alzándolo para ponérselo a la niña.
Y ahí recordé.
Había estudiado años en el extranjero, con magos oscuros poderosos, realmente poderosos, había leído miles de libros, y una imagen mental llego a mi cabeza.
Cuando grandes magos querían matar a personas poderosas e importantes, no lo hacían por sí mismos, ellos les mandaban regalos encantados. Estos desechaban una esencia que tenías que estudiar para poder percibir.
Y justo ahora la estaba percibiendo.
— ¡Eris, no se lo pongas! — Grite mientras corría hacia ellas. Pero había sido muy tarde, había reaccionado muy tarde.
El collar ya estaba en su cuello, y la madre ya había cerrado el broche.
Sombras negras salieron del collar y entraron al pecho de la pequeña bebé que comenzó a llorar desesperadamente.
Aún recuerdo como estas envolvían su cuello haciendo elución a ahorcarla.
***
Habían pasado ya dos semanas desde lo ocurrido. Los doctores claramente dijeron que la niña no sobreviviría.
Pero mi abuelo Gellert que para esos instantes continuaba con vida, aposto todo lo contrario.
Mientras tanto Freya se encontraba en un aislamiento completamente necesario. No sabíamos hacia quien venia dirigida la maldición, y si alguien que no fuera lo suficientemente fuerte como para evitarla se acercaba a ella, la maldición también podría apropiarlo.
Mientras mi pequeña hija trataba de sobrevivir, yo me preparaba para un viaje en busca de respuestas, ya que el reino unido no me había dado ninguna.
***
El viaje fue complicado, llegue a cada país en donde sabía que realizaban magia oscura con el collar en una caja forjada para su máxima seguridad, pero nadie me dio ninguna respuesta lógica. Hasta que llegue a Grecia.
— Alguien ya absorbió la mayoría de la maldición, hay menos de un veinte por ciento dentro del collar. — Dijo la anciana pelirroja frente a mi — ¿Quién la absorbió?
— Mi hija, fue mi hija...
Asintió observando con más detenimiento la joya — ¿Sigue con vida?
— Si, ella por fortuna sobrevivió. Es una bebé, acaba de cumplir el año.
— Interesante, completamente interesante. Pues Perseo, tu hija es más fuerte de lo crees. — Tomo un sorbo de su taza de té y se sentó en un sofá para comenzar a hablar.
— Utilizaron el collar para encapsular la maldición, creo que eso es algo más que obvio, pero esta no estaba solo dirigida hacia la pequeña, era para todos tus hijos. Pero por un golpe de suerte, solo tu niña la absorbió, ella intento protegerlos, y siendo tan pequeña eso es algo completamente raro. — Se detuvo observándome con detenimiento. — Es una maldición de odio. Posiblemente tú, tu esposa o algunos antepasados tuyos hayan causado un daño irreparable en alguna familia, y este decidió vengarse. No es una maldición fácil de realizar, ha sido preparada durante años, han tratado de encapsularla durante muchos más.
Soltó un suspiro mirando sus uñas. — Esta realizada por generaciones, y se hizo más poderosa por el odio que tenía cada una de estas hacia tu familia. Ahora corre en la sangre de tu hija, y depende de ella como la maneje, quien sabe, capaz obtenga algún don de ella para sobrellevarla, y si no logra congeniar con esta, la terminara matando antes de que lo esperes.
— Se que en muchos casos han logrado quitarle la maldición a una persona. ¿Qué tengo que hacer para deshacerme de esta?...
La anciana rio suavemente. —Esta no es una simple maldición, no puedes ofrecer un tributo y deshacerte de ella, no es así de simple. Hace muchos años observe la evolución de una parecida, en un joven, casi de tu edad. —Un destello de esperanza se reflejó en mi al saber que Freya no era la única. — Esta extinguió el amor en su ser, le quito la habilidad de amar a alguien o algo. Le quito algo bueno, y a cambio le ofreció algo malo, poderes. El chico los rechazo, trato de esconderlos en lo más profundo de él y termino muerto.
— Pero debe de haber una forma, tiene que haber una forma de romperla. — Dije comenzando a exasperarme.
— Dime tu, ¿Con que combatirías el odio?
Me quede unos segundos en silencio pensando en que responder — Con amor...
— Exacto, pero ella ya no puede sentir amor... Y a menos de que conozca a una persona que sea lo suficientemente fuerte para romper la maldición, que la ame más que su propia vida, que sea capaz de meterse a el infierno por recuperar su alma y si es necesario entrar a una riña con el mismo diablo en el proceso. No creo que puedas deshacerte de la maldición, la única que puede hacerlo es tu niña...
***
Desde que regresé de mi viaje, comencé a estudiar cada detalle de la maldición, como afectaba en el comportamiento y accionar de Freya, que le otorgaba y que le quitaba.
Comenzó de poco a poco.
Su agresividad creció.
Su humanidad fue cayendo
Y poco a poco me iba preocupando más.
Pero cuando cumplió los diez años demostró que pudo aprender a sobrellevar la situación.
Una tarde cuando decidimos salir a caminar por el bosque, su pequeño cachorro escapo tras ella, corrió para tratar de alcanzarla, y lo hizo, pero cuando lo logro tropezó con unas rocas y estuvo a punto de caer por un acantilado. Freya reacciono, y con solo diez años saco a la luz sus poderes, salvo a Cerbero.
Pero fue la única y última vez. Trate de recrear la escena con las personas más importantes para ella, pero no sucedió nada, Freya ni siquiera se inmuto.
Olvide el tema, y me concentre en que Freya comenzara a socializar más seguido. Deje de lado la educación en el hogar que llevo desde los 3 años, y desde los cinco comenzó a asistir a escuelas muggles y mágicas.
Pero no funciono, terminaba escapando o destrozando todo.
Así que también olvide el tema, hasta que ocurrió el incidente que la llevo a Azkaban por fallas ministeriales. Eso me llevo a recurrir a otras medidas.
Aurores la vigilaban la mayoría del tiempo, y puse en el juego mi última carta, Hogwarts.
Y al parecer funciono cuando un Malfoy apareció.