DRACO MALFOY
- ¿Entonces crees que él realmente lo sienta? - Freya preguntó por décima vez, acostada sobre mi pecho.
- Mi respuesta sigue siendo la misma Freya. - bostecé - Ahora, si me dejaras dormir por lo menos veinte minutos seguidos sin hacer otra pregunta, realmente lo agradecería. - Susurré contra su cabello. Descansar al lado de ella era especialmente satisfactorio. Apreciaba al máximo escuchar sus leves suspiros contra mi piel, o el simple hecho de que cada noche se acomodaba contra mi pecho para escuchar mis latidos.
- Estoy segura de que Harry lo está manipulando, él nunca se comportaría de ese modo.
- Freya. - Suspiré fuertemente -Necesitas dormir.
- Lo sé, es sólo que no tengo sueño. - Me miró con sus ojos muy abiertos, no tenía ni sombras de cansancio - ¿Qué harás en las vacaciones? - Cambió de posición viéndome directamente al rostro. Acomodó las sábanas asegurándose de que nada de ella quedase descubierto, acababa de recordar que no llevaba nada debajo de la tela.
La pregunta se filtró por mis oídos poniéndome alerta. Mi despreciable futuro me estaba comenzando a atormentar con el paso de los días. No quería hacerlo, pero no tendría otra opción.
《 ¿Qué más te llevará a la gloria que anhelas, hijo? 》
Eso era lo que me había dicho mi padre. Él se había encargado de convencer al señor oscuro de que su primogénito, Draco Malfoy, era el indicado para el trabajo que estaba por asignarme. Y cuando quise reclamar, ya era demasiado tarde. Él ya había firmado mi nombre en su libro maldito.
La marca todavía no manchaba mi piel, pero de eso se encargaría mi quería tía Bellatrix en las vacaciones.
¿Y porque hizo esto mi padre?
Por más, él quería más. Más gloria, más poder, más reconocimiento. Y como ahora él ya no podía conseguirlo por sí mismo, se encargaría de que yo lo hiciera por él. Mi madre aborreció su decisión, pero también se enteró muy tarde, mi padre ya había vendido mi alma a su señor. Ella hizo todo lo posible para conseguir una salida, una salida que nunca encontró. Y ahora tenía que lidiar con un problema más.
Y para ser sincero, este era mi futuro. Lo decidieron desde que nací, y nunca tuve ningún problema con éste. Yo también anhelaba poder, y sabía que habría algún momento en el que mi apellido me quedaría pequeño.
Pero ahora, ¿quién diría que ahora estuviera acomodando los rulos de una chica detrás de su oreja? ¿O que estaba muy muy cerca de rogarle para que pudiera conciliar el sueño? ¿Cómo la alejaría de mi lado tan repentinamente, ahora que ella había tomado tanto protagonismo en mi vida?
¿Cómo la alejaría para mantenerla a salvo? Ella insistía en que no me convertiría jamás en un monstruo. Pero, ¿cómo le escondía que mi trasformación para ser uno se llevaría a cabo en unas cuantas semanas? Y si decidía contárselo, ¿cómo reaccionaría cuando le contara que el chico por el cual suspira cada mañana al despertar estaba a punto de servirle a un genocida ridículamente macabro?
Pero era algo que debía hacer, mi segunda opción quedaba descartada. No quería apreciar su cara de decepción cuando se enterara en lo que ya me había convertido. No quería que se sintiera culpable cuando sus planes por retener mi conversión fallasen. Por lo tanto, mi única opción era escondérselo. Esconder el secreto en lo más profundo, y después empujarla con frialdad de mi lado. Asegurándome de que no regresara.
Pero supongo que todavía tenía tiempo de para decidir cómo lo haría. Por ahora, tenía que responder con una mentira a sus respuestas.
- Nada interesante. - Respondí cortante.
- ¿Podríamos hacer algo? -Preguntó. - Ya sabes, sin tener que estar tras las paredes de una fortaleza que presume de ser un colegio. Como personas normales de nuestra edad.
Nosotros no éramos personas normales.
- Te mandaré una carta si es que tengo la agenda libre, pero no te aseguro nada. - Me volteé dándole la espalda, el temor y la inseguridad comenzaron a llenar mi mente. No quería que llegaran las vacaciones. Algo absurdo considerando el hecho de que era un estudiante asistiendo a un internado.
- ¿Qué pasa? - Preguntó Freya reacomodándose en la cama.
- Sólo necesito dormir. Haz lo mismo. - Suspiró tratando de ser comprensiva. Podía notarlo, y se acercó más a mi buscando calor.
- Lo intentaré. Duerme bien. - Sus labios chocaron contra mi hombro desnudo dejando un pequeño beso antes de que imitara mi acción, dándome la espalda también.
No me gustaba dormir de este modo.
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FREYA GRINDELWALD
- Joder Freya. No seas aguafiestas, eres esencial en esa fiesta, es la última del año. Además, no nos veremos hasta después de las vacaciones. Anímate, puede que Draco este ahí.
- Si quisiera ver a Draco, sólo tendría que cruzar algunos pasillos para llegar a su habitación. No necesitaría ir a una fiesta repleta de gente con la cual no quiero compartir oxígeno, Millicent.
Pansy negó apoyada en el marco de la puerta. - Vas a ir, no es negociable. - Se dirigió hacia mi clóset rebuscando entre en el fondo hasta encontrar una prenda que le agradara. - Éste - Me arrojó el vestido verde con el que me presente en la mansión Malfoy. Negué para hablar -Ya me lo he puesto. - Rebuscó otra vez, encontrando un vestido corto de color negro con la espalda descubierta. Como la mayoría de mis vestidos, estaba confeccionado con una seda brillante, suave y extremadamente cara.
No estaba de humor para este tipo de actividades, y más cuando el comportamiento risueño de Draco estaba cayendo en picado; sólo para ser remplazado por uno serio e inexpresivo.
Me levanté con mal humor de la cama al observar la mirada que me estaba lanzando Pansy.
Saqué algunas piezas más de mi clóset y entré al baño para cambiarme de ropa. Lo hice con el peor humor posible, no soportaba que Draco se comportase así conmigo sin motivo alguno. Observé mi reflejo en el espejo y acomodé mi cabello en un moño simple. Aun así permití que muchos rizos desordenados se escurrieran de éste, enmarcando así mi rostro. Salí de la habitación con la esperanza de que mis insistentes compañeras de habitación me hubieran dejado por fin sola, pero todo lo contrario. Me estaban esperando con el doble de desesperación.
- ¿Lista? - Asentí de mal humor para que ellas abrieran la puerta, y antes de que pudiera salir el frío de temporada chocó contra mí. - Esperen un segundo. - Volví hacia mi clóset buscando algún abrigo disponible. Pero como parece que hoy no es mi día, ningún abrigo de la gran variedad que poseía parecía combinar con el vestido que había escogido.
Bufé girando mi mirada, y ahí estaba. Una chaqueta de Malfoy que me había puesto de tan mal humor. La tomé poniéndolo sobre mis hombros saliendo de la habitación.
Las chicas se quedaron observando las letras que decoraban el bolsillo frontal. - No quiero comentarios, era lo único que combinaba.
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- Veo que ustedes si lograron convencerla. - Tomé un sorbo de mi vaso escuchando lo que Zabini decía.
- Hey Freya, tu rubiecito ha sido un antipático estos días. Por favor folla con él, estoy seguro de que es la única forma de aliviar su mal carácter. - Pucey dijo mientras apoyaba su brazo en mi hombro.
Rodé los ojos evitando responderle y le pregunté al moreno. - ¿No está aquí? - Blaise negó con una sonrisa amigable. Suspiré frustrada, una razón más por la cual no seguir en esta espantosa fiesta.
Pero acababa de llegar, e irme justo ahora no era una opción. Tomé asiento en un mueble al lado de algunas chicas con las cuales compartía clases y tomé todo lo que estaba a mi acceso.
Había pasado ya más de una hora cuando el aburrimiento me consumió, así que decidí que sería un momento increíble para tomar un paseo por el castillo. Después de todo, seguía siendo un miembro de "La sociedad"
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DRACO MALFOY
Dejé que el tabaco tratara de consumir mis preocupaciones, pero no lo logró. Sólo hizo que mi cabeza se llenara de más interrogatorios y situaciones, repensando todo lo que fuera posible. Solté un bufido dejando caer la colilla del cigarrillo por el vacío para prender uno nuevo.
Estaba concentrado en lo mío, hasta que unos pasos interrumpieron mi intento de meditación.
- Oh, aquí estás. - Freya traía su par de tacones en la mano, un vestido más corto de lo normal y mi chaqueta sobre puesta en los hombros.
- ¿Qué haces aquí? Deberías estar en la cama. - Pasé mis manos por mi cabello acomodándolo, arrojé mi cigarrillo por el abismo dirigiéndome hacia ella. El olor de alcohol me inundó de inmediato.
- Mierda. ¿Qué carajos has estado haciendo?
- Me obligaron a ir a una fiesta y accedí pensando que estarías ahí, pero no lo estabas. Debí de suponerlo. Mi única opción era embriagarme o escuchar como dos grupos de chicas peleaban por qué chico era mejor, si Cedric Diggory o un tal Draco Malfoy. No sé si lo conoces. Un rubio, con ojos grises y cara de culo la mayoría del tiempo. Es jodidamente arrogante. - Tiró sus tacones a un lado, dejando caer la chaqueta al piso caminando más libremente por el lugar. Volteé a verla cuando el gran escote que llevaba en la espalda se remarcó.
- Ganó él, por cierto. Las chicas dijeron que Diggory era demasiado cándido- Rio entre dientes. - Por favor. Si tan sólo le conocieran. - Susurró para ella en un tono bajo.
- ¿Perdona? - Pregunté mientras recogía la chaqueta. El aire corría fuertemente y Freya estaba casi semidesnuda frente a este.
- Perdonado. - Respondió con una sonrisa mientras me miraba.
- ¿Y cómo sabes tú cómo es Diggory? - Volteó volviendo a caminar por el sitio moviendo las caderas inconscientemente.
Maldición, el escote era demasiado bajo y demasiado abierto, sólo tendría que meter una de mis manos para acceder a todo lo que quisiera, a todo lo que era mío... Y no iba a ser necesario quitarlo considerando el hecho de que también era más corto de lo necesario.
- Tengo fuentes - Giró su rostro mirándome sobre su hombro, sus manos comenzaron a recorrer las paredes de piedras. - ¿Qué hacías aquí? - Quité mi mirada de su cuerpo dirigiéndola a su rostro enrojecido por el frío y la probablemente muy indecente cantidad de alcohol que había consumido.
- Nada en especial. ¿Cuánto has bebido? - Me acerqué a ella tratando de cubrirla con la chaqueta. Negó suavemente con la cabeza y siguió caminando.
- No llevo la cuenta de lo que me llevo a la boca, Malfoy.
Gruñí marcando mi expresión. - Póntelo ahora. Necesitas ir a descansar. - Empujé la chaqueta contra su pecho esperando que obedeciera.
- Pero, si parece gustarte tanto mi vestido - Se acercó hacia mi oído para susurrar - ¿Sabes? Me lo había puesto especialmente para ti. - Giró haciendo que su trasero rozara el bulto que crecía en mis pantalones. - Lástima que no estabas ahí.
Suspiró inclinando su cabeza hacia atrás. Podía respirar el olor de su cabello, y lo hice sin pensarlo. Dulce, era jodidamente dulce, todo lo contrario a ella.
- ¿Qué te sucede? - Preguntó todavía manteniendo su posición. - No me interesa que mierda sea, sabes que puedes contármelo. - Volteó nuevamente mirando mi rostro, acariciando mi mejilla con sus nudillos. - Cualquier cosa. Puedes hacerlo, puedes contármelo. No soy tan hija de puta como parezco. Si realmente me necesitas voy a estar para ti. - Su aliento alcoholizado chocaba contra mi rostro y, por unos segundos, me replantee mi decisión sobre guardar mi secreto. Pero esa idea desapareció cuando el enojo volvió a recorrerme. Lucius Malfoy la había jodida de muchas formas, pero ésta ganaba el primer puesto.
- Draco, dímelo. - Sus manos bajaron hasta el cuello de mi camisa sujetándolo entre sus manos con fuerza. Ella realmente lo quería saber, y yo moría de ganas por contárselo. Pero simplemente las palabras no salían de mi boca.
Suspiré una vez más mantenido mi fachada. - Lo que pasa es que este vestidito tuyo, si es que así le llamas a esta mierda. - Sujeté el dobladillo con brusquedad. - Me tiene jodidamente duro. - Agarré el bulto de mi pantalón, presumiéndoselo con descaro. - Y más te vale no haberte quitado la maldita chaqueta mientras estabas en esa estúpida fiesta. -Sus ojos se oscurecieron al mismo tiempo que lo hacían los míos. La empujé contra una de las paredes, comenzando a besar su clavícula.
Las marcas no tardaron en marcar su piel, tomó mi rostro entre sus manos con desesperación besándome con fuerza y necesidad.
- Voltea. - Ordené mientras acariciaba su cintura sobre la tela.
- ¿Qué? - Respondió con confusión.
-Voltéate, ¿O quieres que te lo deletree? - Tomé sus caderas, girándola para empujarla contra la pared.
- Sabes que estamos en una maldita escuela, ¿verdad? - Asintió como pudo, inclinando su trasero hacia atrás, y acariciando mi erección con éste. - Entonces, ¿porqué carajos utilizas estas cosas? ¿Acaso tu familia sabe que traes esto? ¿Saben siquiera que lo tienes? - Negó jadeando. - Utiliza tus palabras, Evanora. - Empujó el culo aún más hacia mí al terminar de escuchar su nombre.
- No - Su tono de voz era fuerte y marcado. Aunque era obvio el trabajo que hacía por mantenerlo dé esa forma.
- Entonces, no vuelvas a utilizarlo si no estoy yo a tu lado. ¿Entiendes?
Una risa escapó de sus labios antes de que hablase nuevamente - No.
Bufé ante su respuesta. Levanté el vestido hasta su cintura y su linda lencería llamó mi atención nuevamente. - Entonces déjame hacerte entender. - Mi pierna se acomodó entre las suyas separándolas. Una de mis manos acarició su calor sobre la tela de sus bragas rojas, haciendo que éstas se mojaran más aún.
-Siempre tan ansiosa por recibirme. Una lástima que no seré suave.
Gimió tratando de hablar. - No te pedí que lo fueras.
- Deja de retarme, porque al final terminarás llorando como una tonta al sentir el tamaño de mi polla. - Desabroché mi cinturón e hice lo mismo con mis pantalones.
- Me gusta hacerlo, no veo porque parar.
Me acomodé de mejor forma, apretando el agarre en sus caderas. - Última oportunidad... ¿Entendiste lo que te expliqué, cariño? - Moví su ropa interior hacía un lado y deslicé mis dedos por sus pliegues, mojándolos completamente de ella.
- Ni un poco. - Respondió con chulería. Entré en ella con fuerza de una sola embestida. Comencé a mover mis caderas sin darle tiempo a acostumbrarse.
- ¡Oh, mierda! - Sus gemidos comenzaron a impregnar mis oídos. Pero por más que adorase oírlos, aquel no era el lugar idóneo para sus expresiones.
- Cuide su lenguaje señorita. No queremos ser descubiertos.
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FREYA GRINDELWALD
- ¿Por qué "Evanora"? - Preguntó el rubio haciendo alusión a mi segundo nombre de pila. Alcé mi mirada viéndolo, mientras me reacomodaba en su pecho. Nos encontrábamos recostados sobre una alfombra improvisada hecha de las dos chaquetas Malfoy. Aunque la espalda de Draco seguía recostada sobre la pared como apoyo, era un pecado utilizar estas chaquetas como lo hacíamos, considerando su precio.
- Larga historia. - No era de mis temas de conversación favoritos después de un polvo.
- Tengo tiempo - Recalcó mirando su reloj.
- Mi padre. Él se enamoró de otra chica antes de mi madre, ella era una.... Muggle, se dio cuenta de su "Error" - Hice comillas con mis dedos antes de continuar- Pero fue muy tarde, mi abuelo ya se había encargado de asesinarla a ella y toda su familia.
- Joder, ¿te pusieron su nombre? - Preguntó acomodando mi cabello. Rei al ver la expresión de su rostro.
- ¿Qué? No, a ella le gustaba leer y mucho. Hay un libro Muggle llamado "El mago de Oz" y en él hay una bruja muy poderosa, llamada Evanora. La bruja mala del este. Obtiene sus poderes gracias a un collar de esmeralda el cual siempre lleva. - Sujeté mi collar, el cual llevaba una esmeralda, y lo levanté para que Draco lo mirase.
- Tu padre está un poco...obsesionado. Tu madre no lo sabe, ¿verdad? - Negué con la cabeza y dejé caer el collar sobre mi pecho nuevamente.
- Mi padre tampoco sabe que yo lo sé. Encontré las cartas que se mandaban a escondidas, y uniendo las partes, entendí la historia. No sé el nombre de ella. Siempre estaba tachado, o quemado. En fin, otra triste historia de amantes trágicos.
- Me gusta lo trágico. - Susurró contra mi cabello.
- Draco... - Llamé su atención.
-¿Mhm? - Murmuró como respuesta.
- Hablaba enserio con lo que dije hace un rato - Avisé mientras jugaba con los anillos de sus dedos. - No sé qué te esté pasando exactamente, pero realmente puedes confiar en mí. - Trató de hablar, pero lo callé tomando su turno. - No soy alguien muy expresiva ni amable. Si cargas con un problema no te voy a decir que con la magia del amor vamos a solucionarlo. Si realmente lo tienes voy a hacer lo que tenga que hacer; así este en mis manos o no para solucionarlo, sólo tienes que confiar y contármelo. Además, soy buena escondiendo cadáveres. Puedo ayudarte si es que has matado a alguien.
- Freya, no escondemos cadáveres... Nos deshacemos de estos. - Dijo en un tono neutro aportándole seriedad a mi broma antes de reír suavemente. - Promételo. - Exigió mirándome.
- ¿Prometerte qué? - Levanté la mirada confundida.
- Que no te alejaras de mi aunque te cause mil destrozos. Que haga lo que haga, así sea muy mierda vas a perdonarme y vas a regresar a mí.
Me quedé callada un segundo; absorbiendo la información, y hablé. - No me alejaré de ti Draco, pase lo que pase. No lo haré.
No debí de decirlo, no debí de abrir la maldita boca. No debí de involucrarme con él y mucho menos de esa forma.