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Capítulo 3

Era la mañana de un día sábado; el día de la final de boxeo femenino.

Y Moonbyul estaba de mal humor.

Se había metido a varios grupos de compraventa en páginas web para intentar encontrar a alguien que revendiese su ticket, pero al parecer todo el mundo quería ir, porque no importó lo mucho que navegara en internet; nadie vendía tickets para la final.

— Oh, vamos, si no es un concierto de BTS o algo, ¿Cómo va a estar todo agotado?

Mascullaba para sí misma cada noche de la semana que ocupaba en buscar entradas por algún medio. El problema real era que el gimnasio para la pelea había sido adaptado con el fin de tener una vista ideal desde todos los asientos, entonces había sido acotado de su capacidad original, por ende, la cantidad de tickets no superaba los cuatro mil, número que se había dado tiempo de calcular producto de su enojo y resignación.

De todas formas, se había despertado temprano ese día, había tomado desayuno leyendo las noticias y luego salido en dirección al polideportivo varias horas antes de que empezara la final. Sin perder aún las esperanzas, había sentado cerca de la entrada y había seguido buscando en su teléfono cómo comprar una entrada mientras veía que de a poco la gente iba entrando al recinto.

Varias veces se había dado vueltas por el perímetro a paso tranquilo,  e incluso llegó a idear alguna forma de colarse dentro sin que nadie la viera, cosa que no logró concretar ya que mientras seriamente consideraba esa idea, entremedio de la fila un hombre había gritado que vendía una entrada.

Y eso fue todo lo que bastó para que Byul corriese en su dirección y le pagase el doble de lo que originalmente costaba. Sí, le dolió un poco gastar más de lo necesario, pero intentó pensarlo como una inversión a largo plazo.

Al entrar, había pasado por la cafetería y se había comprado un café, ya que sentía las mejillas heladas y estaba algo fatigada por todo lo que había pasado esa mañana. Finalmente, había logrado entrar al gimnasio, quince minutos antes de que comenzara la pelea.

El lugar estaba repleto, la energía de los espectadores la abrumó el momento en que puso un pie en las graderías. Al parecer había un show previo con luces y música el cual no logró tomarle mucha atención ya que estaba ocupada buscando su puesto entre la multitud e intentando no derramar el café en el proceso.

Al fin, y totalmente agotada, logró sentarse en una posición donde, en efecto, se veía claramente el ring, en primera fila a un par de metros de altura, justo al lado de donde comenzaba el pasillo.

Dejó sus pertenencias entremedio de sus piernas y miró a su alrededor mientras terminaba de beberse el café. Tanto le había costado estar en ese lugar que aún no creía que lo había logrado, se sentía algo disociada, cómo si otra persona estuviese experimentando eso y no ella.

Cerró los ojos para intentar calmarse y concentrarse, ya que después de todo estaba allí por trabajo, no por entretención. Dejó el vaso en el suelo y sacó su tableta y lápiz para comenzar a tomar notas. 

Mientras abría las aplicaciones y las titulaba correctamente se rio silenciosamente de sí misma.

Algunas personas le habían dicho que se tomaba todo muy en serio, e incluso le habían aconsejado no tomarse tantas molestias, pero si Moonbyul se comprometía con un trabajo se comprometía en su doscientos por ciento. Necesitaba experimentar las cosas para poder trabajar con ellas, después de todo el baile era arte; no podía manipular este arte si era una mera espectadora; tenía que recibir todos los estímulos posibles para trabajar bien.

Recordó que una vez tenía que hacer una coreografía de una canción tipo jazz/pop que giraba en torno a un pianista, así que había ido cada noche durante una semana a un bar con temática jazz a analizar a cada pianista. Al principio no sabía lo que estaba haciendo y varias veces pensó en darse por vencido y entregar cualquier trabajo que se pareciese a lo que le habían pedido, pero decidió quedarse, hasta que finalmente afloraron cosas; el cambio en la atmosfera, las emociones, ciertos movimientos que nadie más notaba, pero ella quien había estado atenta por días si pudo descifrar con claridad.