Capítulo 76

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Yeojeong (parte dos) - Desde  el otro lado


¿Sabes qué fue lo que pensé la primera vez que te vi? ¡Mira, qué desastre!

Un mal recuerdo, una confesión inapropiada mezclada con una carcajada que Wheein se aseguró de seguir para no enfadarla. Para que no la recriminara, reclamándole una vez más de que estaba siendo "demasiado sensible" y que debería "relajarse un poco".

Aún recordaba esas palabras, en conjunto con el amargo sabor en la boca de un trago cuyo nombre ni siquiera era capaz de pronunciar, mientras ambas bebían en un bar ubicado en uno de los rascacielos más lujosos de la capital.

Y Yeojeong realmente no mentía cuando le decía eso.

De la forma en que ella lo veía, Wheein estaba sumamente consiente de que lo era—un gran desastre—pero no le gustaba cuando se lo recordaban. Sentía todo su autoestima desplomarse, al punto de que era capaz de notar cómo su energía era drenada de su cuerpo en apenas una fracción de segundo.

Era un desastre, siempre lo había sido, pero lo fue aún más cuando Jinri falleció y ambas se encontraron por primera vez en su funeral. Cuando Wheein, siendo recién una adolescente, había sentido que toda su vida se había caído a pedazos y no tenía forma de arreglarla, de arreglarse, y Yeojeong siendo ante sus ojos, una admirable mujer adulta que se había acercado a ella con un profundo interés en reconocer su talento y en ayudarla a salir adelante.

Todo lo que había pasado después de eso había sido una frenética e intoxicante relación que nació producto de un chispazo, de manera violenta y apresurada y que no tenía nada que ver con esa primera impresión que tuvo de ella.

Wheein simplemente se había dejado llevar por la poderosa corriente, por la excesiva influencia que su profesora tenía sobre ella, sin darse cuenta de que Yeojeong forzosamente había recogido los trozos que habían quedado esparcidos de ella y la había obligado a armarse de nuevo, de manera conveniente, justo como a ella le gustaba que fuera.

Justo cómo ella necesitaba que fuera.

Dócil.

Dependiente.

Débil.

Un ser perfectamente amoldable, para todos sus caprichos.

¿Necesitaba alguien con quien pasar el rato? Ahí estaría la pequeña Wheein, con todo su tiempo a su disposición—después de todo, Yeojeong era la directora de carrera en la universidad—no le costaba mucho acceder a la base de datos de los alumnos, conseguir sus horarios, y adaptarlos a ella. Y si no estaba en la universidad, podía perfectamente ir a su casa y entrar como si fuera la suya, ya que la había convencido para que le diera una copia de las llaves.

¿Quería quizás potenciar su ego y necesitaba presumir de su accesorio favorito? No había problemas, sólo bastaba con llevarla a una exposición de arte donde había sido invitada, vestirla adecuada a la ocasión—con prendas hechas a la medida, de marcas de lujo y lucirla como una preciada posesión. El mundo del arte conocía a Yeojeong, y ella se había encargado de que el mundo conociera a Wheein, tanto como producto cómo creadora, con ese tono de voz que proyectaba un orgullo egocéntrico, un "yo la creé" un "gracias a mí ella está donde está". Y la gente solía envolverse en un círculo, felicitándola, adulándola, de cierta manera estrangulándola con un sinfín de comentarios que no sabía bien cómo responder.

¿Estaba en aprietos y necesitaba urgentemente un montón de dinero? Fácil, la presionaba a vender una colección que ella consideraba que no estaba lista aún, persuadiéndola con las grandes sumas de dinero que irían a su cuenta, y si eso no era suficiente—que generalmente no lo era, porque Wheein no era una persona ambiciosa—la hipnotizaba con la fama y el reconocimiento, y ahí era donde la joven caía—en las ganas de ser reconocida, admirada, de que alguien viera algo que ella hizo y le dijera de una vez por todas "estoy orgullosa de ti".

[HIATUS] Complex | MOONSUN | WHEESA |  MAMAMOOWhere stories live. Discover now