Capítulo 81

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A veces, los días avanzaban rápido para Wheein, casi cómo si tuvieran prisa y fuesen parte de una ardua carrera para dejar el pasado atrás, diluyéndose en una abstracta constante que consistía sólo en rehabilitación, rehabilitación y más rehabilitación.

Otras veces, en cambio, los minutos—e incluso los segundos—pasaban tortuosamente lentos, como gruesos granos de arena que tenían dificultad para pasar por el centro de un reloj viejo.

Era realmente desesperante, como el mundo parecía moverse para todos, mientras ella permanecía estática en el mismo lugar, en la misma habitación, en la misma cama de hospital. Mirando desde su ventana cómo el sol y la luna completaban sus respectivos ciclos en el cielo a una velocidad vertiginosa, mientras ella se esforzaba hasta el agotamiento solamente para poder mover los músculos de su cuerpo un poco más que antes.

Una experiencia humillante y desgastante, sobre todo mentalmente. Lo cual era peligroso para su propia salud mental—la cual ni siquiera había estado estable desde antes del accidente.

Era difícil. Le resultaba complicado dar con alguna razón que justificara realmente el tener que intentarlo tan duro, el tener que obligarse a salir de la cama para pasar horas intentando—muchas veces en vano—que su cuerpo se moviese de la manera en que quería.

Había también otros detalles que potenciaban su agotamiento, como por ejemplo que cada cierta cantidad de horas la despertara una enfermera en medio de la madrugada para tomarle los signos vitales, casi cómo si fuese un espécimen de laboratorio. O que después de cierta hora la forzaran a descansar, quitándole todos los materiales que tenía para pintar y dibujar, cuando siempre sus ganas de crear eran más intensas durante la noche.

Era frustrante.

Rendirse sonaba mucho más simple.

Era un pensamiento oscuro, pero llegaba a él más veces de las que consideraría sanas.

Aunque, a pesar de esa realización constantemente en la parte de atrás de su cabeza, seguía. Seguía intentándolo, seguía esforzándose, seguía dando un paso más en el circuito de rehabilitación cuando todo su cuerpo le gritaba que se detuviera a descansar. Seguía colocando una sonrisa cuando Moonbyul aparecía por el umbral de su puerta en sus rutinarias visitas y seguía sintiendo cómo el pecho se le apretaba de la anticipación cuando aparecía la misteriosa cesta de frutas de regalo que podía jurar que venía de parte de Hyejin.

La esperanza era como una fina cuerda de la cual pendía su cordura, y se había mantenido aferrada a ella cómo si en cualquier momento fuese a soltarse.

Había resistido, estoicamente, aunque no de buena gana. Debía admitir que no se había comportado de buena forma durante su estancia en el hospital y le daba un poco de vergüenza el darse cuenta. De alguna forma, la frustración había sido detonante para una rebeldía que jamás en su vida había tenido.

Sentía como si las circunstancias la hubiesen llevado a comenzar forzosamente un arco de villana que no tenía planeado tener—probablemente como un mecanismo de supervivencia desarrollado para aguantar con todo lo que estaba pasando.

Pero no podía evitar sentir culpa cuando actuaba de mala forma, después de todo, siempre había sido una persona ejemplar, alguien que no daba problemas al resto; era el tipo de muchacha que durante su infancia se mantenía en silencio en una esquina de su habitación mientras escuchaba a sus padres discutir a lo lejos y ni siquiera intervenía para decirles que tenía hambre. Sólo para no molestarlos.

Era un cambio de personalidad notable, del que no estaba muy orgullosa, pero que tampoco podía verse deteniendo—no hasta que pasara algo que la hiciera volver a sus cabales, y no estaba segura realmente de qué podría tener tal efecto en ella.

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⏰ Última actualización: May 16, 2022 ⏰

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