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Capítulo 2

Byul pasó toda la tarde en el estudio de danza donde trabajaba; allí arrendaba una pequeña oficina y una amplia sala de ensayo especialmente para ella. Dependiendo de su tiempo, hacía clases de distintos géneros urbanos, pero generalmente usaba el lugar para crear y practicar las coreografías con los respectivos grupos que la contrataban.

A pesar del frío viento de otoño estaba apenas con una camiseta holgada, unos pantalones cargo ajustados a la cintura y unos lentes redondos con un poco de aumento mientras leía el guion con rapidez. Estaba ansiosa, y cuando estaba ansiosa bailaba mucho para quitarse la tensión. Estuvo paseándose de ida y vuelta desde la oficina hacia la sala de ensayo, tantas veces que, después de un rato, decidió simplemente arrastrar una silla y todo el papeleo hasta la sala de ensayo, que era donde se sentía más a gusto.

Había estado sincronizando las pistas musicales con su lectura del guion, un trabajo meticuloso y lento. En cada hoja había escrito algún detalle con su bolígrafo; algún apunte, una duda, la emoción que le causaba cada escena en particular, ideas de movimientos, etc.

Estaba concentrada, recostada en el suelo, llena de papeles, mirando al techo en busca de concentración para empezar a crear alrededor cuando escuchó un sonido afuera y seguidamente una voz:

— ¿Moonbyul? —La llamaron a la vez que tocaron la puerta con tres golpes suaves.

— ¿Sí? —contestó con voz algo ronca, sacándose los lentes.

Era Hani, otra coreógrafa de la compañía que tenía su misma edad, pero que había comenzado a trabajar un año después que Byul. Compartían un círculo de amistad algo estrecho y un poco superficial con bailarines y trabajadores de la compañía, y digo superficial porque básicamente su fin consistía en salir de fiesta y a beber.

— Necesito tu ayuda en una hora ¿puedes? —le preguntó. —Estamos terminando un baile y quería que evaluaras y corrigieras cualquier detalle.

Tenía las mejillas ardiendo por el desgaste físico y un par de gotas de sudor caían por su sien; se veía algo adorable, pensó Moonbyul.

La castaña, aún apoyada en la puerta, miró con detenimiento todo lo que tenía la pelimorada en el suelo, incluida ella misma, y ladeó la cabeza levemente, con curiosidad en su mirada. 

— ¿Proyecto nuevo? —Preguntó, acercándose y agachándose a su lado, mirando de cerca los papeles, sin tocarlos.

La menor por un par de meses le contó resumidamente sobre su trabajo nuevo y mientras lo hacía aprovechó de levantarse para estirar los músculos. Hani estaba muy emocionada por ella y la felicitó repetidas veces; sin duda parecía un gran trabajo el que había conseguido.

— Lo que me complica es el boxeo. —Confesó Moonbyul de pronto, algo aproblemada. —He visto veinte videos de competencia hasta ahora, me sé un par de golpes, las reglas, pero todo a través de una pantalla. —Se quejó con un puchero. —No tengo el ambiente, los sonidos, los olores y mucho menos los sentimientos.

— Bueno, suerte para ti—comenzó de pronto Hani con una sonrisa pretensiosa—estaba leyendo la revista Cosmopolitan que salió ayer.

— ¿Y?— Preguntó, sin comprender a qué se refería la otra joven.

— No la tengo ahora, la tengo en el auto, iré a buscarla, espera.

— Ya pero, ¿para qué?, ¿por qué? —Se quedó con las preguntas en el aire, porque la castaña había salido rápidamente del lugar.

Aún sin entender, Byul volvió a tomar el guion y siguió donde lo había dejado. La historia estaba emocionante, incluso en ese formato que se supone que no es su "forma final" artísticamente hablando; sólo un medio para realizarla. Se notaba que la guionista era talentosa; la trama la manejaba de una forma en la que dejaba intrigada y con ganas de saber qué iba a pasar después. ¡Y los personajes! Cada personaje era tan sólido y lleno de vida aún en una hoja de papel.