Capítulo 50

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El primer instinto de Yongsun al ser expulsada violentamente del terreno de los Kim fue intentar volver a entrar. Colocó la palma de su mano en el frío metal del portón y juntó aire en sus pulmones para un eventual grito—o incluso un insulto—; pero al pasar los segundos se fue arrepintiendo y simplemente exhaló el aire en silencio y retrocedió un par de pasos para reconsiderar la situación en la que se encontraba.

Antes que todo, buscó con la vista su bolso, con algo de dificultad debido a la poca iluminación que había y lo encontró un par de metros hacia su derecha, reposando boca abajo sobre la tierra húmeda. Dejó escapar un hondo suspiro antes de levantarlo, limpiarlo pobremente con sus manos y colgárselo en su hombro. Seguidamente se limpió las manos en la bata que llevaba puesta y buscó algo con lo que abrigarse.

Una vez se colocó un grueso sweater que le había empacado su hermana, miró hacia las dos direcciones donde iba el camino de tierra y se preguntó qué dirección debía tomar para eventualmente llegar al pueblo que estaba más cercano. Forzó la vista para ver a la lejanía, pero ambos senderos eran consumidos por la negrura y se veían exactamente iguales.

¿Era así como acababa todo? Se preguntó, casi con incredulidad. Jamás había pensado que terminar con Wonsik la llevaría a una situación tan desoladora y triste. Su parte racional le decía que se quedase allí, que tocase la puerta y esperara a que la hermana de su ex-novio la oyera, o a que Wonsik cambiara de opinión y la dejase entrar, o tal vez a que llegaran sus suegros y se preguntaran qué diablos hacía allí.

Pero también estaba su parte orgullosa e independiente—y más que nada, terca—abogando por exactamente lo contrario; que simplemente se fuera sin mirar atrás. Y estaba tan al límite con todo lo que había pasado que fue exactamente lo que hizo; eligió qué camino tomar basándose en su memoria y comenzó a caminar con rapidez en dirección hacia la densa oscuridad.

Mientras lo hacía, buscó su teléfono en uno de los bolsillos de su bolso, esperando pedirle ayuda a alguien, o al menos ser capaz de ver un mapa, pero al encontrarlo se dio cuenta de que estaba completamente muerto por falta de batería, y sin poder evitarlo, dejó escapar una risa amarga al mismo tiempo en que la frustración le comenzaba a resultar insoportable.

No sabía ni qué hora era ni dónde estaba. Los tenues postes de luz que alumbraban levemente el sendero estaban tan separados los unos de los otros que para avanzar debía caminar varios metros sin ser capaz de ver lo que tenía a su alrededor y francamente era aterrador.

Intentó tararear alguna canción para hacer más llevadero el momento, ya que el único ruido que se oía era el del viento pasando con fuerza por entre los árboles, y al escucharlo recordaba una y otra vez el inmenso frío que sentía. Estaba tan helado que tenía inconscientemente sus músculos tan apretados que le dolían y su cuerpo no dejaba de temblar, así que decidió trotar para entrar en calor.

Sonaba realmente como una buena idea para Yongsun, quien notaba su temperatura corporal aumentar con el pasar de los segundos. La actividad la obligaba a concentrarse en su respiración y así evitaba darle vueltas a toda la terrible situación que estaba viviendo.

Eso fue hasta que tropezó en la oscuridad.

Uno de sus pies se enredó entre las raíces de un árbol y cayó al suelo, siendo sus rodillas y las palmas de sus manos las partes de su cuerpo que recibieron el impacto. Sintió de inmediato un ardor tremendo provocado por las piedritas del camino que se incrustaban en su piel.

Con dolor y confusión, se quedó un par de segundos en el suelo, analizando sus heridas con el tacto, y fue entonces cuando sintió la primera gota de lluvia caerle en las manos, luego en la cabeza y finalmente en la cara.

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