I'M SO SAD... ALONE

Comenzar desde el principio
                                    

Debían analizar con lupa todos los recovecos posibles del caso. No solo por las particularidades del mismo sino también por las circunstancias que le habían llevado a tomar la decisión de donar su órgano. Las entrevistas por separado a uno y otro solían ser decisivas a la hora de decantarse por un Si o por un No. Una vez los exámenes físicos de Tarek demostraban su idoneidad ahí no acababa todo. A pesar de ser seropositivo estaba bastante sano para poder soportar una operación tan compleja y su hígado curiosamente medía lo mismo que el de su marido. Ni un milímetro más ni uno menos.

Superado todo eso, tanto Tarek como Enzo debían desnudar su alma frente a los doctores. No podían ocultar nada. Enzo confesó sin rubor alguno que hasta hacía nada se había estado preparando para morir, dejando voluntariamente de tomar los antirretrovirales. Para mentes racionales y científicas era difícil que 1+1 no sumaran siempre 2. Tarek y Enzo nunca habían sido una pareja al uso. Su relación era imprevisible, apasionada, conflictiva y con todos los niveles de intensidad permitidos y permisibles. Tarek solo podía alegar que lo hacía por amor. Por repentino y sospechoso que resultara.

Había pasado de acatar a regañadientes y sin no poco sufrimiento su decisión de dejarse ir, a rebelarse contra ello con todas sus fuerzas, quemando este último cartucho.

Al final los médicos se movían en determinas coordenadas pero también debían analizar la complejidad del ser humano. Al fin y al cabo por muy hombres de ciencia que fueran, principalmente eran hombres.

Pero sobre todo les salvo que tanto uno como otro por separado, sin posibilidad de influirse ni manipularse, funcionaron como un engranaje engrasado a la perfección. Con la coherencia necesaria para que los médicos no vieran ningún motivo oculto ni fisura posible. Utilizando un símil futbolístico fueron como un extremo izquierdo cabalgando con el balón hasta la portería mientras el delantero, burlando todos los obstáculos, recogía el pase y metía gol. 

- Si, demasiado tarde. Entraremos en ese hospital dentro de unas horas y ya no habrá escapatoria. Nuestro destino está marcado.

- Así debe ser, si.

- ¿Estás preparado para morir?

- ¿Te refieres de un modo religioso?

- Si, también. ¿Has preguntado al santo ese al que rezas tanto como es el cielo?

- No aspiro a entrar en el cielo. Y tú tampoco, diablillo.

- El infierno es cien mil veces más divertido ¿no crees?

- No, supongo que no estoy preparado para morir. Es decir, tengo muchas cosas por empezar que tengo en mente terminar. La caja con la bailarina para Charlotte, el injerto para lograr el limonero, las lechugas de nuestro huerto ecológico, la carrera de bicis solidaria organizada por el marido de Elton John...

- Oh, cariño. Me estás cabreando con todos tus proyectos.

- Quiero decir, que quiero retomarlo todo y muchas más cosas. Así que ¿cómo voy a estar preparado para morir? ¿Tú estas preparado?

- Claro que no. Si mañana muero, me fastidiaría mucho no haber podido echar un último polvo, pastelito...

- Enzo... -chasqueó la lengua, censurándole tiernamente, enternecido al ver sus ojos traviesos con ese brillo.

- Enzo ¿qué? ¿Qué, qué, qué? No he dicho que quisiera echar ese polvo contigo, cariño.

- Oh... ya veo...

- Bromeaba, tonto. Claro que sería contigo. Se nos solía dar bien ¿eh?

- Por un momento pensé que me querías hacer una última confesión.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora