DON'T LOSE YOUR HEAD

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Enzo partió rumbo a Los Angeles para empezar el rodaje a las órdenes del gran Tom Hanks. Iba acompañado de Duncan y Taron pero había decidido, como siempre que se acercaba a suelo yanqui, que Taron se quedara una temporada con su familia en Filadelfia. De ese modo Duncan pasaba a ocupar sus labores habituales a tiempo completo.

Enzo arrastraba un halo de melancolía que solo desaparecía cuando se ponía a exprimirse para su papel. Tenía muchas ganas de trabajar con Hanks. Había una conexión entre ellos muy particular y daba gracias cada día por poder tener un jefe tan enriquecedor en su vida.

Se miró en el gran espejo de su tráiler de rodaje. Habían hecho un buen trabajo con sus ojos en la sala de maquillaje. Ya de por si grandes y expresivos, con ese magnífico ribete de kohl le añadían una mirada vertiginosamente sugestiva. Ya tenía colocado sobre la cabeza el característico turbante de su personaje. Varias capas de muselina sobre las que prendían tres plumas de garza real. Aquello pesaba una barbaridad pero Enzo era de esos actores que preferían sacar jugo a sus papeles a través del sufrimiento.

- Hola, Solimán. ¿Me das audiencia? –le interpeló Pauline asomando su pelo rubio por la puerta entreabierta.

Enzo la dedicó una sonrisa resplandeciente mirándola a través del gran cristal del espejo.

Si, Tom Hanks lo había tenido muy claro desde el principio. Sería su Soliman el Magnífico sin discusión y no pudo decir que no. Habían dedicado muchas horas a hablar de aquel personaje histórico del que él hasta el momento no tenía ni idea. Tom Hanks aparte de un actor espléndido y una persona cálida y cercana, tenía el don de poder convencer a la gente como un avieso político en campaña. Había seguido la trayectoria de Enzo muy de cerca y le parecía perfecto para el papel. El único que le podía dar credibilidad con aquellos ojos de fuego que casi no necesitaban de un guión y defender bien la personalidad compleja del sultán turco.

No tardó ni siquiera diez minutos en convencerle del bombón de personaje que supondría para su carrera. Tom sabía perfectamente bien el terreno que pisaba. Él mismo era actor y sabía el papel que jugaba el ego en la profesión. Si a un actor le convencías de que el papel le supondría un Oscar con toda probabilidad, activabas su punto G al instante.

Enzo no solo era ambicioso y tenía un importante ego. Digamos que Hanks le agarró en un momento de su vida en que necesitaba tirarse al vacío y conseguir abrir una brecha en su trayectoria profesional. Hasta el momento estaba afianzado como uno de los mejores actores de su generación. Capaz de ofrecer registros variopintos y creíbles en sus variados personajes. Había trabajado con directores de culto, directores locos y excéntricos, directores en grandes producciones. Había asentado un "terreno Enzo Efseryan"que pasaba por enarbolar la bandera de lo inclasificable.

Ahora se sentía un Enzo ligeramente distinto al de etapas anteriores. Su esencia seguía siendo la misma pero las circunstancias de su vida le impulsaban a asomarse al abismo un poco más. Durante un tiempo, Solimán empezó a tomar su alma poco a poco hasta que estimó que estaba lo bastante borracho de él para plasmarle. A esas alturas estaba completamente identificado con cada uno de los pasos que había dado en su vida el sultán turco.

- No te voy a dar un beso, a ver si te estropeo el maquillaje.

- Anda, boba. Ven aquí.

Enzo frunció los labios esperando los de Pauline.

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MR BAD GUYWhere stories live. Discover now