MR BAD GUY

YOU MADE A BAD BOY OUT OF ME

Aquella película fue la experiencia más terriblemente extenuante que había sentido nunca. Y eso era decir mucho teniendo en cuenta el tipo de actor que era Enzo. Alguien a quien todo le parecía poco para profundizar y dar credibilidad a cada uno de sus personajes. Durante su carrera había interpretado toda clase de gente y sus experiencias en más de una ocasión le habían puesto al límite, pero nada como "78th Road", la quinta película de Sean Penn como director y la primera para él como productor ejecutivo.

En situación normal, una vez terminado el rodaje su implicación en la película se habría terminado. Se despojaría lentamente (la mayoría de veces necesitaba unos días) del pellejo que había estado llevando durante unos meses y tras la fiesta de fin de rodaje, se tomaría unos días de descanso.

Como productor ejecutivo eso no pasaba. Puede que el rodaje hubiera terminado y con él su participación como actor, pero los productores nunca descansaban. Era lo que había aprendido a fuego durante esa película. Una vez terminada la filmación, empezaba la post producción.

El rodaje ya había sido bastante convulso, no solo por la complicada relación con el señor Penn, sino porque durante el mismo se requirieron algunas variaciones en el presupuesto. El encargado de gestionarlo y de justificar documentalmente cada gasto era también el productor ejecutivo.

La postproducción incluía el montaje. El estaba autorizado para revisar de continuo su ejecución y velar para que la visión de los creadores, inversores y el estudio se llevaran a cabo.

Por ultimo, coordinaba el marketing del producto. Tenía que fijar junto a los inversores canales, presupuestos y métodos de promoción. La gestión en salas de cine también corría de su cuenta así como el papeleo para la participación en festivales de cine.

Enzo estaba inmerso en una de sus fiebres laborales y era difícil secuestrarle para una "vulgar exploración". Pero sus mismos malestares le obligaron a someterse a los dictados de la razón y hacer lo que el doctor Deacon le aconsejaba.

- El cáncer nunca me abandonará ¿verdad?

- ¿Has estudiado medicina, listillo?

- ¿A qué viene eso? Tú contéstame -se revolvió picado en su más íntimo orgullo.

- Ah, ahora te entran las prisas. ¿Por qué no viniste cuando empezaban tus molestias?

- No es tan fácil. Estoy muy liado. Y sigo estándolo.

- Pues convendría que te desliaras.

- Se ha vuelto a reproducir...

- No, no hay tumor ninguno. Todo va bien curiosamente. ¿Has pensado en lo de la quimioembolización?

Enzo resopló, revolviéndose en la silla.

- No quiero saber nada que empiece por quimio. No, Deaky. Esa cosa te jode lentamente. Te convierte en un cadáver andando. Lo sé, lo he visto.

- Podemos conseguirlo, confía en mí.

- Ya no es cuestión de confianza. Llevo años atiborrándome a medicación y en realidad ¿para qué?

- Si no te hubieras medicado hoy ya no estarías vivo. No te habrían dado el Oscar, no te habrías casado por segunda vez con ese hombre maravilloso. No habrías vivido ninguna de esas alegrías. ¿No te das cuenta?

- ¿Y a qué precio? Soy un auténtico esclavo de la química. El otro día salimos a cenar con unos amigos y entre plato y plato tuvimos que irnos al baño a que Tarek me pinchara el interferón. Dime que todo eso no me ha traído el cáncer de hígado.