DREAMER'S BALL

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El concepto de una fiesta en la cual los hombres se vestirían de mujeres y las mujeres de hombres se le ocurrió a Tarek y Enzo se sumo de buen grado. Le encantaba vestirse de mujer, le parecía lo más divertido del mundo pero Tarek insistió en que él iría vestido de hombre. Enzo tuvo que consentírselo después de pelearse como niños.

Enzo alquiló el club Miltons en plena zona de copas gay de Munich. Lo decoró completamente en amarillo y negro, hasta tapizó todos los sillones y lo llenó de rosas de esos dos colores.

El día de autos Tarek llegó del aeropuerto a casa de Enzo a mediodía para encontrarse todo en ebullición. La noche antes había aterrizado un amplio contingente de amigos a los que alojó en el hotel más lujoso de Munich y que ya habían llegado para felicitarle.

Tarek asomó la cabeza casi con timidez por el salón. Aquello era Sodoma y Gomorra. Estolas, vestidos resplandecientes de lentejuelas, maquillaje, secadores en funcionamiento, chillidos y risas histéricas. La gente ya se estaba probando sus disfraces de mujer y hombre y el ambiente era festivo, despreocupado y muy ruidoso. 

Tarek dejó su pequeña maleta de mano en una esquina y saludó con discreción

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Tarek dejó su pequeña maleta de mano en una esquina y saludó con discreción. A Enzo le estaban colocando unas pestañas postizas y al ver a su novio fue hacia él dando saltitos.

- Feliz cumpleaños –le susurró lo justo antes de que le tapara la boca con un beso apasionado.

- Gracias, mi vida.

- Es un poco pronto para empezar con los disfraces ¿no?

- Quería hacerme una prueba de vestuario pero se han apuntado casi todos. Ya sabes, son todas unas histéricas redomadas.

- Ven, te quiero dar algo.

Tarek le tomó de la mano fuertemente arrastrándole fuera de aquel manicomio. Fueron a su habitación y cerró la puerta tras ellos. Entonces Tarek vió la orgía de regalos de todos sus amigos ahí desplegados. Regalos fastuosos. Preciosos manteles de hilo victoriano bordados, una sopera de loza con motivos estampados y en oro, hasta unas cortinas espectaculares de raso verde. Tarek se quedó mirando todo cohibido y se le cayó el alma a los pies. No podía competir con ese lujo tan apabullante. Habría tenido que ahorrar un año de su sueldo para costearse algo así.

Su regalo en comparación era una anécdota. Se había devanado mucho los sesos y se le ocurrió regalarle un dibujo enmarcado de los dos juntos junto a su gata Greta. Cuando Enzo lo desenvolvió mientras Tarek se mordía los labios, nervioso, pegó un chillido de emoción.

- ¡Oh! Amor mío. ¿Es que también sabes dibujar?

- No, se lo encargué a una amiga pintora.

- Es muy buena. Parece una pintura victoriana del siglo XIX. Deberíamos financiarla una exposición.

- ¿Te gusta? Ya sé que no puede compararse a nada de lo que estoy viendo por aquí desplegado pero...

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora