RAIN MUST FALL

46 1 0
                                    

No comunicó a Tarek que regresaba a Londres. Pensaba sumergirse en el rodaje y no pensar más. Pero lo cierto es que no hacía otra cosa. Cuando dormía siempre acababa despertándose agitado recibiendo varazos con saña.

Las horas habían pasado entre sus manos como el pan duro que aprietas entre tus dedos y cae en fina harina al suelo. Sentía un frío pesado en los huesos. Fue a su vestidor a buscar algo que ponerse. Se colocó una de sus batas de seda con motivos japoneses. Se contempló reflejado en el gran espejo. Observó su rostro hinchado espantado. No quería pensar que lo había causado, tan solo se puso a remediar esos estragos.

Humedeció un paño en agua helada y lo colocó sobre su rostro. Tenía entrevista con el director y productor y no podía ir con esos ojos hinchados. Se recostó con el paño sobre sus ojos. No dejaba de pensar cuándo decidió marcharse Lars. ¿En lo más profundo de su sueño se acercaría a despedirse en silencio? ¿Arrepentido quizás?

Tras diez minutos se quitó el paño helado de la cara. Corrió a mirarse al espejo. Tenía mejor aspecto, pero los estragos de las lágrimas y el insomnio se habían cobrado su precio.

Se aproximó a la cocina bajando las escaleras, parsimonioso. La tetera estaba llena. Abrió la nevera, como siempre había tanta comida como si viviera una familia numerosa cuando solo estaban Duncan y Taron con él. Había un par de rebanadas de pan colocadas en las ranuras de la tostadora. El bol de cereales en espera del chorro de leche. La taza preparada para echar el té. En la nevera también había lista ensalada de frutas. Como siempre su competente chef estaba al tanto de la intendencia.

Se llenó una taza de té y volvió a su cama revuelta. Oscar estaba sobre la almohada y le lanzó un maullido de saludo. Fue a la cómoda y abrió una bolsa de lona que tenía en el fondo. De ella empezó a sacar prendas rotas. Toda la ropa que él le había rasgado. Las tenía todas juntas. Apresuradamente volvió a guardarlas. Se avergonzaba incluso él de aquello.

Tras apurar su taza de té decidió darse un baño de espuma y aprovecharlo para aplicarse mascarilla en el rostro. Cogió su Ipod y se sumergió en la voz hipnótica de soprano de Sabina Argento, una de sus cantantes de ópera favoritas. Se relajó tanto que se durmió. Algo inaudito en él. Despertó sobresaltado con la visión de Tarek delante de él, en cuclillas. Las rodajas de pepino cayeron al agua ya fría.

- Sal de ahí. Te vas a quedar helado.

Enzo le miró confundido. ¿Quién le había dicho que había vuelto a Londres? ¿Es que Taron o Duncan no sabían el significado de la palabra discreción? Era la última persona que necesitaba ver ahora. Le permitió que le ayudara a salir de la bañera tras colocarle una toalla para los pies en el frío suelo de azulejos. Le tendió su albornoz amarillo con el rostro muy serio. ¿Dónde habían quedado sus reencuentros apasionados besándose como adolescentes salidos? Estaban ahí uno junto al otro como más bien jefe y empleado.

- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabías que había llegado?

- Las revistas –dijo secamente.

Enzo lamentó en secreto haber pensado mal de sus dos leales asistentes. Ellos habían sido discretos como siempre y él un mal pensado. Enzo no se vio en la necesidad de justificar su mutismo. Tarek cogió otra toalla y le secó el pelo. Casi lo hizo por costumbre profesional. Le contempló a través del espejo. Se lo llevó a la nariz con los ojos cerrados. Enzo al verle a través del cristal sintió recorrerle un escalofrío. Le arrebató a Tarek la toalla de un tirón saliendo del baño airado. Se puso en turbante la toalla y se aplicó loción corporal a todo su cuerpo ante la atenta mirada de Tarek, que no osaba despegar los labios.

- Deja de mirarte tanto la cara. Estás de escándalo –le dijo apartándole del espejo de un empujón y estrellándole contra su pecho.

- Suéltame.

MR BAD GUYWhere stories live. Discover now