HAMMER TO FALL

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Tarek, sentado en la butaca del vestidor, se puso a leer la tarjeta que siempre acompañaba a los cheques de Enzo. En ella le ponía con su letra enérgica y preciosa, "Me haces un hombre muy feliz. Si, más feliz de lo que nunca antes había sido". Enzo era capaz de eso con suma facilidad. Tenía el don de la locuacidad. Se expresaba muy bien y aquella sorprendente frase le aporreó el cerebro placenteramente. 

Observó a su hombre mientras se miraba despreocupado en el espejo del baño, tras lavarse los dientes. Llevaba unos pantalones Levis blancos, una camiseta blanca  con estampados infantiles de palmeras y unos tirantes elásticos rojos con motivos navideños para rematar el conjunto. Un estilismo que a cualquier otro le habría hecho parecer un fantoche a él le hacía arrebatador.

- ¿Qué te miras tanto? –le dijo aproximándose por detrás y bajándole los tirantes, quedándole indolentes colgando de sus caderas.

Enzo no le contestó, sonriendo levemente con esa chispa traviesa en los ojos que a Tarek le encendía. Entonces le subió la ceñida camiseta y Enzo elevó los brazos para dejarse dócilmente desnudar. Como un niño cansado deseando entrar en el reino de los sueños.

Con su espalda marcada y preciosa ya descubierta, la besó cada centímetro con delicadeza y casi devoción. Demorándose un poco más en el vello suave justo en la base de la nuca.

Sin moverse, Enzo palpó su bragueta y se la bajó de dos simples movimientos de sus dedos. Tarek le ayudó en la tarea guiándole la mano dentro de sus calzoncillos. Empezó a masturbarle como solo él sabía hacerlo pero tras unos instantes Tarek le detuvo.

- Vamos a la cama –le dijo.

Se miraron ahora de frente electrificados. Tarek pensó que había sido una suerte que desde el principio se entendieran tan bien en la cama. Cuando conoció a Enzo su currículum sexual previo era muy significativo y Tarek en comparación era una novicia. Un par de relaciones serias y otras pocas esporádicas. Nada demasiado indecoroso. Y sin embargo, su forma de hacer el amor desde el principio fue genuina, divertida, muy procaz, muy relajada. Tuvo todos los ingredientes que a Enzo le hicieron engancharse a él. No era algo fácil enganchar a Enzo a nada.

Se encaminaron a la cama. Tarek unos pasos por detrás le miraba el trasero perfecto con los estrafalarios tirantes aún caídos sobres sus caderas, saliendo de su mínima cintura. No se podía ser más sexy.

- ¿Estas mirándome el culo, pervertido de mierda?

- Siempre. Es como una manzanita jugosa que me muero por morder.

 Es como una manzanita jugosa que me muero por morder

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Enzo rió y cayeron abrazados sobre la cama. Se desnudaron perezosamente entre besos húmedos. La lengua de Enzo se abrió paso por la boca entreabierta de Tarek con sorprendente dulzura mientras le agarraba de la polla y la acercaba a sí.

- Voy a por los condones –susurró Tarek sin aliento besándole.

Enzo chasqueó la lengua con la vista fija en el artesonado del techo. Todos sus juegos a la mierda por dos trozos de puto látex. ¿Así iba a ser su vida a partir de ahora? Cero improvisación.

MR BAD GUYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora