FREEDOM FOR JUST ONE WEEK

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Enzo se fue al aeropuerto junto a Duncan sin dignarse a despedirse de Tarek. Estaba claro que seguía enfadado con él. De momento, Tarek quedaba en Marygold Alley como dueño y señor junto a Svetlana.

Su estancia en Estados Unidos sería de unas semanas. Aún la maldita película de Penn le exprimía casi todo su tiempo. Las labores de productor ejecutivo eran muy demandantes y absorbentes. No quería ni pensar cuando tocara hacer la promoción como actor de la película. Entrevistas, entrevistas, entrevistas. Cada vez las odiaba más.

La única comunicación que mantenían el matrimonio era por Skype y con el objeto de que Enzo hablara con sus gatos. Sus mininos eran sus niños y como tales requerían alguna charla importante. Tarek le transmitía su preocupación por Oscar y su inclinación cada vez más frecuente de pasar la noche fuera de casa. Teniendo en cuenta que Marygold Alley estaba en un barrio relativamente tranquilo pero en pleno bullicioso Londres, el riesgo de morir atropellado era grande. Sobre todo, teniendo en cuenta que ya le fallaba el oído bastante. Enzo, sin embargo, no le daba mayor importancia a esa mala costumbre de su querido amigo.

- Ah, perfecto. Si Oscar acaba aplastado en el asfalto...

- Ay, por favor, cielito. Relájate. Oscar está muy ágil aún. No le pasará nada.

- ¿Cómo lo sabes?

- No lo sé, pero no te preocupes.

- Creo que lo hace por celos al resto de gatos.

- Puede ser. Vamos a darle un margen...

- Entonces si nuestro gato muere a mi no me eches la culpa.

- No te echaré la culpa.

- ¿Cuándo volverás a Londres?

Se había prometido no preguntárselo, pero ya estaba dicho. No había vuelta atrás. Enzo hizo una pequeña pausa antes de dignarle con una respuesta.

- No sé, cariño. Pronto, creo... Manténme bonito Marygold Alley ¿vale?

Tarek se mordió la lengua para no contestarle. ¿Mantenerle bonito...? Pero ahora ¿era su mayordomo, o qué? No estaba ironizando, realmente pensaba lo que estaba diciendo y Tarek se mordió la lengua para no entrar en discusiones por Skype. Así que las cosas no habían mejorado mucho. Intentaban mantener conversaciones más o menos educadas y medidas pero eso en sí mismo ya era una paradoja entre ellos. No eran un par de socios en un bufete sino una pareja. Era un poco surrealista.

Tras terminar sus compromisos en tierras americanas, en vez de regresar a Marygold Alley, Enzo decidió irse a Munich para estar con Leoni y relajarse una temporada. Fue a recibirle al aeropuerto Joseph Strauss, emocionada, yendo directamente a su apartamento.

- Bueno, mein Mäuschen. ¿Qué piso nos vamos a comprar?

- ¿Y Tarek? ¿Dónde está?

- En Londres, supongo.

- ¿En Londres supones? No puede ser que os hayáis divorciado otra vez. Dime que no.

- De momento, no. Bruja egipcia de los cojones, le detesto.

- Qué poco creíble suenas.

- He venido a casarme contigo. Es lo que debí haber hecho hace muchos años. Pauline siempre decía que acabaríamos casados.

- Entonces serías un bígamo ¿no? Porque que yo sepa estás felizmente casado -le siguió la broma con sonrisa resplandeciente. 

- ¿Y qué? Un nuevo pecado a mi larga lista, ya ves -alzó las cejas histriónico.

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