IS IT JUST MY SICKLY PRIDE?

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Su orgullo jugaba un papel fundamental en ese esfuerzo titánico al que Enzo se sometía día tras día en los ensayos. Se exprimía hasta casi desfallecer. Había hecho jurar casi con un pacto de sangre a Tarek que no diría nada a John sobre su estado. Su marido le era demasiado leal para incumplir su juramento pero sufría mucho con la situación. Temiendo lo que le pudiera pasar insistió en acompañarle cada día a los ensayos y hasta relevar a Duncan en algunas ocasiones. Peleaban como niños cada vez que salían de casa.

- Eres mi marido, no mi asistente personal -despotricaba Enzo entrando al coche seguido por Tarek.

- Seré lo que me apetezca ser.

- Joder, no te soporto. ¿Es que no tengo suficiente con discutir cada día con la arpía de Claymore? También tengo que hacerlo contigo.

- Conmigo siempre discutes. Vaya novedad.

Enzo cruzo una de sus largas piernas sobre la otra mientras bajaba ligeramente la ventanilla.

- Me estás obligando a ser cómplice de tu sufrimiento, Enzo. ¿No lo encuentras injusto? -le dio unos golpecitos en el brazo para que le mirara.

- Cielo, tengo que hacer esta obra y lo voy a conseguir. Puede que sea lo último que haga en mi vida profesional. Por lo tanto tiene que ser soberbio.

- A veces uno solo con su enfermizo orgullo no puede conseguirlo. Sobre todo cuando su cuerpo no hace más que mandarle señales.

- Quiero tu apoyo. ¿Lo tengo o no?

- No voy cada día a ese teatro solo para alargarte las medicaciones y ser testigo de las grescas con tu encantadora Maggie.

- Lo se. Eres muy testarudo.

- Sopórtalo como puedas.

- Te quiero con toda mi alma, bruja egipcia.

- Me consta.

- Dímelo tú a mi.

- Te quie-ro.

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- Callando no se arreglan las cosas. Es como atrancar la puerta de una casa que está ardiendo para impedir que salga el fuego. Por eso, cuando encerramos dentro de nosotros una idea, esta sigue creciendo, creciendo, creciendo como el fuego, hasta que nos ahoga...

Lena declamaba tan bien. Era una de las actrices que mejor dicción poseían. Su lenguaje corporal era impetuoso y desbocado como el carácter apasionado de Maggie, que era una extensión del suyo propio.

Ya estaban emprendiendo el ensayo técnico. Es decir, ya no solo ensayaban actores junto al director sino que acudía todo el personal técnico de la obra: sonidistas, vestuario, electricistas, regidor. Ya entraba en acción la escenografía, la música y la iluminación.

Por supuesto, los actores ya iban vestidos, peinados y maquillados como si estuvieran haciendo la función. Enzo desde el ensayo primero había llevado consigo la muleta. Llevaba casi 45 días pegado a ella. Por casa la utilizaba en su día a día, hasta subía las empinadas escaleras varias veces al día brincando con ella. Ya era una parte integral de su cuerpo.

Lena puso una mano sobre la muleta. Enzo se apartó bruscamente dirigiéndose hacia el centro. Entonces la muleta cayó al suelo. Enzo se dirigió hasta el sofá saltando sobre un pie con el vaso en la mano.

- Dame la muleta -exigió.

Lena le tendió los brazos.

- Apóyate en mi.

MR BAD GUYWhere stories live. Discover now