MR BAD GUY

ALL DEAD, ALL DEAD

El rodaje se presumía largo. Empezarían a rodar en las réplicas soberbias que habían logrado de las salas del palacio Topkapi en Estambul; la que fuera residencia del sultán. Había sido un trabajo de chinos emular cada sencillo azulejo de esas estancias tan personales. Solamente el vestuario era una auténtica obra de arte. Los turbantes formados con innumerables pliegues de seda y las diferentes prendas llenas de colorido, el brillo del oro, la plata, la seda y el satén. Por suerte para Enzo, no había sido necesario afeitarse su adorado bigote. Muy al contrario, tuvo que dejárselo bastante más espeso de lo que normalmente lucía. Asimismo requería una barba aunque no excesivamente poblada. Estaba tan poseído por su personaje que incluso había hecho traer al plató a un profesor de turco para que le enseñara algunas frases en el turco ancestral que solía hablar Solimán. Todo le ayudaba a interiorizar cada vez más el espíritu de ese gran hombre dentro de su cuerpo.

Como solía ser el caso en Enzo, forjó muy buena relación con buena parte de sus compañeros de rodaje. La joven y prometedora actriz ucraniana Oxana Goluvev daba vida al gran amor de Solimán; Roxelana. Una esclava que se convirtió en su esposa, algo totalmente insólito. Al parecer llegó al harén del sultán siendo una adolescente tras haber sido secuestrada en territorio de la actual Ucrania y vendida como esclava.

- Debió ser un acontecimiento extraordinario para esa época ¿no crees? –preguntó Enzo a la joven actriz en una de las interminables pausas.

Oxana y Enzo tenían mucha química. Era una química, por supuesto, trabajada. Como en realidad la de mayoría de actores. Pero cuando sonaba la palabra "Corten" y volvían a sus legítimos Yos, siempre había risas y complicidad.

- Para esta época también es un gran acontecimiento que tu entrepierna se alegre de haberme conocido.

Oxana se echó a reír a carcajadas mientras Enzo la achuchaba para despertarle las cosquillas.

- Jodida perra soviética –rezongó divertido apretándola bajo las costillas mientras ella se doblaba de la risa.

- Qué bien besas -comentó la ucraniana poniéndole ojitos.

La frase le hizo mucha gracia y la aceptó evidentemente con una coquetería mal contenida.

- Oh, cariño. Sé a lo que te refieres. Pensabas que con mis enormes dientes te iba a hacer daño ¿eh?

- Bueno... era una posibilidad aunque conste que no te tenía miedo -alzó su barbilla mirándole desafiante.

- Solo es una mezcla de técnica de actor con una ingente cantidad de horas de entrenamiento.

- ¿Me estás diciendo que besas así por el entrenamiento en los rodajes?

- Oh, no seas ridícula, niña. Mi entrenamiento proviene básicamente de los night clubs y las discotecas -se echó a reír. 

La historia de aquel hombre tenía todos los ingredientes para ser un culebrón pero en el buen sentido. Un culebrón sofisticado y complejo lleno de ambigüedades, intrigas políticas y un amor desenfrenado e insólito.

- Yo tenía un harém con cientos de mujeres y me convertí en monógamo por ti. ¿Qué es lo que tienes tú que no tengan las otras?

- Yo te lo diré –se acercó a su oído con sonrisa traviesa.

- A ver, sorpréndeme –puso atención Enzo con media sonrisa.

- Su coño sabía a piña –le susurró sacando la lengua enroscada hacia él.

- Qué asco, de verdad –la reconvino Enzo enganchándola con el dedo por esa misma lengua.

- ¿Por la piña o por el coño?