NOW MY HEART BEGINS TO BLEED

41 0 0
                                    

Empezaba el rodaje en Rumanía. En concreto iban a recrear la batalla de Mohács en la gran llanura valaca, en la parte sur del país. Debido a su orografía muy llana e intercalada por innumerables ríos y lagos naturales, la convertían en el lugar adecuado para emplazar las escenas de la famosa batalla contra el ejército húngaro. Estaban teniendo un comienzo de otoño sorprendentemente templado y apremiaba rodar cuanto antes, en previsión a las nevadas que era improbable que hubieran acontecido en agosto de 1526 en Mohács.

Enzo se miró en su espejo de mano una vez más trasformado en el impresionante sultán turco. Sus ojos ribeteados de kohl refulgían, sus pestañas rizadas embellecían aún más sus ojos almendrados y oscuros. Llevaba con elegancia el complejo turbante de muselina. Se había acostumbrado a su peso y no se lo quitaba en las más de 14 horas de rodaje. Tenía el rostro maquillado simulando el polvo y la suciedad de la batalla.

Devolvió el pequeño espejo a Taron y acarició el morro del hermoso caballo sobre el que tenía que montar ese día. Le dio un beso en el brillante hocico mientras su entrenador le impartía las últimas instrucciones sobre la planificación de la escena.

Enzo se solía enamorar de los personajes que interpretaba. Se enamoraba de la ropa que se ponía y de cada una de las palabras que había escrito el guionista para que dijera. El entendía su trabajo así y no había otra posibilidad que entregarse al doscientos por cien enamorado.

Tenía una relación muy especial con los caballos. No había constancia que Solimán el Magnífico tuviera un caballo predilecto pero Enzo lo quiso así, como Alejandro Magno con Bucéfalo o el Cid Campeador con Babieca. Se pasaba las horas muertas entre toma y toma entre ellos. Incluso en alguna ocasión le dejaron cepillarlos las crines.

La primera parte había sido muy rigurosa también pero esta exigía una buenísima preparación física. Enzo tenía un completísimo gimnasio en casa con los últimos aparatos del mercado pero lo solían disfrutar todos menos él. Sobre todo Tarek y Taron. Duncan solía hacer algo de bicicleta a lo sumo. No obstante, consciente de la mayor exigencia física de esta parte del rodaje, se sometió a cierta disciplina cada día hasta volar a Rumanía. A lo sumo un poco de comba y la cinta de correr. Cada vez que terminaba su rutina de ejercicios y caía en el suelo empapado en sudor y sin poder casi respirar, venía a su mente Tarek. Le imaginaba a su lado doblándose de la risa. Pero el no estaba, ni se le esperaba.

Enzo intentaba con todas sus fuerzas pensar solo en sí mismo. Y él mismo solía  ser un sultán muy poderoso que tenía por delante una batalla decisiva. Cada jornada estaba circunscrita a su plan de rodaje. Su mundo eran las tomas en las que se dejaba la piel y el alma. No hacía otra cosa que lo que siempre había hecho. Intentar ser el mejor actor posible y sentía que esta película podía ser su cénit. La cúspide de su éxito.

Pero en un momento u otro del día acudía a su mente Tarek. Habitualmente su imagen siempre le cogía por sorpresa. No le iba buscando, aparecía en los momentos más inoportunos. Ahí estaban sus espectaculares ojos azules grisáceos tan grandes como dos faros. Otras veces era su boca grande y sensual entreabierta en un suspiro, esperando a reunirse con la suya. Otras su olor delicioso. Su voz ronca y mimosa solía acudir a arrullarle en sus horas de insomnio. Y le estremecía todo el cuerpo hasta que gimiendo su nombre descansaba la cabeza sobre la almohada, extenuado de melancolía. Tras la descarga irracional de su cuerpo solía dormir como un bebé, resarcido de cada uno de sus males. Solo para volver a rememorarle a cada paso.

Йой! Нажаль, це зображення не відповідає нашим правилам. Щоб продовжити публікацію, будь ласка, видаліть його або завантажте інше.
MR BAD GUYWhere stories live. Discover now