Me entregó aquel pequeño traje, y yo lo observé durante un largo rato sin poder creer que este pudiera ser para mí. La tela era suave al tacto y muy fresca, además. Pero...

- ¿Porqué? Yo no necesito un traje protector.

- No debe ser necesariamente para protegerte. - Comento T.J. parándose junto a mí.- Se podría decir que es un símbolo de cuán importante y única eres para todos nosotros. Eres nuestra líder, y todo el mundo debe darse cuenta de ello.

- El chico guapo tiene razón, mi reina. - Agregó Joe arrebatándome el traje de las manos para colocarlo abierto frente a mí.- Debes demostrarle al mundo que tenemos una líder fantástica... y un gran estilo a la hora de pelear. ¿Entendiste? Okey. Todos deben tener esos trajes a toda hora, aún que sea bajo vuestra ropa común. Nadie debe estar desprotegido.

- Realmente dudo que yo pueda necesitar uno de estos. - Comentó Torv en voz baja para que yo solamente lo pudiera oír.- Al convertirme no me hará falta.

- De todas formas hazlo, por favor. - Le pedí.- Es nada más que prevención. ¿Los demás también poseen trajes.

- Sí, cariño. - Confirmó Joe mientras chequeaba los trajes de los que ya lo traían puesto para asegurse que estuvieran bien. Todos se adherían a nuestros cuerpos, y a nadie le quedaba mal. Pero de todas formas él lograba ver hasta los más insignificantes detalles.- Ahora ve y pruébatelo. Quiero asegurarme de que te quede a la perfección.

Sin decir nada más, me retiré del "salón de juntas" y me dirigí a mi habitación para cambiarme allí. Me quité toda la ropa, y al colocarme aquel traje me sentí bastante cómoda; muy bien a decir verdad. Cuando volví a colocarme el pantalón encima, fue como si en realidad no tuviera nada extra; como si fuera una capa de piel resistente e indestructible más.

Estaba por tomar mi chaqueta de cuero negra para salir de la habitación, cuando algo que me quitó el aliento sucedió...

- Coraline... Por favor. - Escuché bagamente una voz en mi cabeza, una voz conocida.

Por un momento pensé que estaba alucinando, así que sacudí mi cabeza para eliminar ese pensamiento y poder continuar con mis deberes, hasta que...

- Reina. Necesito tu ayuda. - volví a oírla dentro de mi cabeza y mi corazón se contrajo enormemente.

- Edmund. - balbucee cayendo sentada sobre la cama, y coloqué ambas manos junto a mi cabeza sobre los oídos para evitar sentir cualquier sonido del exterior. Quizás esté delirando y no haya oído en realidad su voz, pero quiero cerciorarme de...

- Ayúdame, Reina. Ayúdame. - Lo oí claramente gemir. ¿Será que es él en realidad?

De pronto pude percibir su energía, como si estuviera cerca de mí. Inmediatamente me puse de pie, y como si estuviera ciega salí de mi habitación para dirigirme a la azotea. Una vez allí arriba, cerré mis ojos para ver la ciudad a través de mis censores de energía, percibiendo la presencia y la forma de cada estructura debido al tipo de energía que estos contienen, y lo vi. A tan solo unas calles de aquí pude ver una forma de energía perteneciente a él, pero se encontraba muy débil.

¡No podía perder el tiempo y volver al salón de juntas para informarle a los chicos al respecto! Tengo que ir por él. Quizás haya sufrido algún daño. Podría haber sufrido alguna clase de maltrato por parte de zack recientemente y ha logrado escapar de él, pero está moribundo. No pienso dejar morir al único hombre que amo.

Como si no existiera nadie más en el mundo, bajé por las escaleras y sin prestar oídos a nadie que dijera mi nombre a mi alrededor además de él, salí del edificio por nuestra puerta secreta para poder atravesar la ciudad e ir en su encuentro.

Habían muchas personas a estas horas de la noche. No es demasiado tarde, pero aún así es más de lo que normalmente suele haber. Todas me estorban en el camino, por lo que no pude evitar ser demasiado brusca con ellos, pero no puedo tardar demasiado.

Edmund me necesita desesperadamente, tanto como yo lo necesito a él.

Recorrí muchas calles en tan solo unos cuantos minutos, y finalmente llegué al callejón oscuro donde pude percibir su energía; pero esta había desaparecido de la nada. Como si se hubiera evaporado... ¿Cómo es eso posible?

De pronto, volví a pervir otra clase de energía junto a mí que me es extremadamente familiar, solamente que no es la de Edmund ni de alguien a quien me complace mucho volver a ver.

- Wou. Es impresionante cuán preciosa te vez bajo la luz de la luna. - Oí su profunda y desagradable voz que me pone los pelos de punta y me hace hervir la sangre, detrás de mí.

Me giré, y gracias a la escasa pero útil y única luz en el callejón, pude ver su desagradable rostro demente, feliz de verme.

- Tú... - Susurré casi como un silbido debido a que mis dientes estaban tan presionados por el odio que siento al ver su cobarde y asqueroso rostro otra vez.

- Jamás aprendes. Pero no me tomes a mal, Reina. Siempre me ha gustado ver cuán tonta puedes llegar a ser solamente por dejarte llevar por tus emociones. - Dijo, y en ese instante sentí un ardiente dolor punzante del lado izquierdo sobre mi cuello.

Pensé que me iba a quedar sin respirar, por lo que caí sobre la acera llevando mis manos a mi pecho. Aquel ardor se extendía rápidamente, y sentí la desesperada necesidad de arrancarme la ropa y la piel para librarme de este dolor. Rápidamente mi vista se volvía nublada y borrosa. Al cabo de un minuto, yo ya me encontraba completamente inconsciente.

Que estúpida fui.

Offenbarung 3Where stories live. Discover now