Capítulo 59

5.8K 486 18
                                    

Título: ¿Libres?

POV Christian

No he dormido nada velando el sueño de mi nena. Está tratando de ser fuerte con todo esto, pero sé que es difícil. Aun así, me sorprende que no se haya quebrado. He repasado una y otra vez la habitación tratando de encontrar algo con lo que poder defendernos y que sea fácil de ocultar, ya que la muy zorra ha destrozado nuestras ropas y nos ha dejado desnudos en éste puto frío que hace en éste sótano de mierda.

Escojo una palmeta de madera y la escondo debajo de la almohada, además de una vara de dos centímetros de ancho y la escondo entre un cojín de un sofá que está a otro lado de la cama. Trato de esconder la mayoría de cosas posibles y ruego porque no note la falta de ellos. Lo primero que tengo que hacer, es quitarle el arma, sólo así podré controlarla y podríamos tener una oportunidad de salir de éste lugar. Me vuelvo a acostar al lado de mi Ana y la vuelvo a poner sobre mi pecho con cuidado, le doy un pequeño beso en la cabeza y murmura cosas mientras se aferra a mí. No sé qué día es, o cuánto tiempo llevamos aquí realmente, si adivinara, podría decir que unos dos días, es absurdo pensar en eso. Espero que nos estén buscando, debería de ser así, les pago para que nos cuiden. Taylor debe estar molesto, él insistió en llevarnos al hospital, pero no vi la necesidad si sólo íbamos por la amiga loca de mi esposa. Otra idea que me ha venido a la cabeza, es que Elena debía tenernos bien vigilados para saber dónde encontrarnos en cada momento y saber el preciso instante por donde pasaríamos esa mañana. Si logramos salir de esto, encontraré a sus cómplices y todas me las van a pagar. Poco a poco, mis ojos se cierran y quedo dormido, aunque con un poco de alivio de que sea en los brazos de mi mujer.

—¿Acaso no son bellos? —Esa odiosa voz me hace sobresaltar y me reincorporo inmediatamente—. Buenos días, querido. Isaac, átalos de pies y manos, y vas a hacer lo que te encargué.

La zorra está vestida con botas hasta las rodillas de cuero negro con tacón alto, sujetador y bragas de cuero negro, con su cabello recogido en una coleta alta y maquillaje fuerte. Una vez, esa imagen me excitó, pero ahora solo me da asco.

—Si, ama.

El idiota hace lo que le dicen, atándome a mí y luego a Ana quien empieza a despertar, debía de estar muy cansada para no escuchar el escándalo con el que entró Elena. Por lo menos no la destapa para ver su cuerpo desnudo. Asiente con la cabeza en mi dirección y se dirige a la puerta. Ese gesto fue muy extraño.

—Un momento, Isaac. —lo detiene antes de salir—. Lleva a le señora Grey al banco.

—¿Qué le harás, Elena?

Sonríe y me guiña un ojo.

—Nada que no hayas hecho ya, querido. —Veo como Isaac la levanta con la sábana enrollada en su cuerpo y la deja un el piso apoyándola al banco, inclinando su cuerpo sobre el pedazo de madera—. Christian, acuéstate. Ya sabes cómo me gusta.

Hago lo que dice con reticencia, pero me parece que ésta sería una oportunidad ideal para escapar, debo dejar que se acerque a mí. Si me va a atar a las extremidades de la cama, tendrá que desatarme y ahí aprovecharé.

—¿Qué haré primero? —Da vueltas por la habitación como buscando algo. Espero no se dé cuenta de las cosas que le hacen faltan—. Creo que estarás muy emocionada por conocer los inicios de Christian, ¿o no Anastasia? —Mi esposa abre los ojos como platos—. ¿Recuerdas esto, querido? Porque yo si.

Levanta un látigo grande. Como olvidar, todas esas veces que estuve días sin poder dormir acostado boca abajo y ocultándome de mis padres para que no se dieran cuenta de lo maltratado que estaba. Ese maldito látigo termina con nudos que rasgan la piel. Siempre traté de complacerla para evitar que lo usara en mí. Espero que no se lo haga a Ana, prefiero que sea a mí.

Por Mi DiosaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum